Domingo Maza Zavala: “El Presidente tiene buenas intenciones pero no sabe cómo realizarlas”

Milagros Socorro

 

El camino hasta la oficina de Domingo Felipe Maza Zavala (Barcelona, 1922), director saliente del Banco Central de Venezuela, está tapizado de estupendas muestras de arte venezolano. Y sus dominios no son la excepción. Ya en sus oficinas, los cuadros son buenos y no demasiado llamativos, lo que se aplica también al mobiliario.

La puerta del despacho del doctor Maza permanece abierta mientras recibe a los visitantes. De manera que, desde el sofá donde aguardo, puedo verlo asentir mientras le hablan. He llegado temprano con la idea de pedir un currículo de mi entrevistado. No porque espere grandes revelaciones en él, Maza Zavala integra el reducido grupo de los funcionarios que por estos días no necesita presentación. Sin embargo, voy a llevarme una sorpresa cuando finalmente lo lea.

La secretaria de Maza Zavala es muy amable y comunicativa pero, dueña de su oficio, suelta poca prenda. Qué tal jefe es el doctor Maza, quiero saber. “Ay, excelente”, dice ella, sonriente. Y punto. Casi se mete de cabeza en un gavetón donde archiva papeles. Me pregunta si quiero el currículo largo o el corto. “Tengo uno de una página para la prensa”. Le pido el largo. Saca su cara redonda del gran cajón y comenta que es la primera vez que alguien opta por el más extenso. De todas maneras, no lo encuentra.

No insisto con eso ni con el merodeo para obtener alguna información acerca de Maza Zavala como superior. Me conformo con las declaraciones de varios trabajadores del BCV que, tras solicitar la estricta reserva de sus identidades, me han dicho que el veterano economista ha sido un factor fundamental para la preservación del orden institucional del BCV y que a ese afán se debe el hecho de que haya aguantado tantas cosas y no se haya mostrado frontal en su oposición a ciertos dictámenes del Ejecutivo. “Maza, que aprendió a sobrevivir en dictadura, porque ya le había tocado la de Pérez Jiménez, ha optado por conducirse lo más flexiblemente posible, porque sabe que una actitud rígida podría costarle muy cara al Banco. Creo que se ha visto en el espejo de Pdvsa, donde una posición radical puso la empresa en manos de los más ineficientes e inescrupulosos. El Banco Central es uno de los pocos entes oficiales donde no se ha aplicado la lista de Tascón y, por cierto, tampoco es de los organismos donde ha habido esas alzas de sueldos y reparticiones de bonos que se ven en otras instancias de la administración pública. Todas sus iniciativas pueden atribuirse al hecho de que es un auténtico caballero”.

Al salir de allí comprobaré con sorpresa que el resumen curricular de Maza Zavala, que en realidad ocupa unas dos páginas, puesto que está escrito en letra pequeña y a un espacio, sólo dedica cuatro líneas a su paso por el BCV, y sin precisar fechas. El grueso de la información se va por las instituciones de las que es miembro honorario (de Economía, de escritores y de periodistas, la mayoría), las distinciones que ha recibido (entre las que se cuentan varios doctorados honoris causa) y los títulos de las publicaciones. Con respecto a su larga permanencia en el Banco Central; donde se inició mientras era estudiante de Economía enla UCVy donde luego ha trabajado en distintas etapas, se limita a apuntar: “Subjefe del departamento de Investigaciones Económicas del BCV, director del Banco Central de Venezuela, Miembro dela Juntade Administración Cambiaria”. Y al final de otro párrafo: “Ha prestado servicios como miembro del Consejo Asesor del BCV”.

Entro, pues, a conversar con un hombre de gran reputación. Sin duda, la figura de mayor prestigio en el Banco Central de Venezuela, de larga trayectoria como economista y profesor universitario, quien es también poeta y periodista. No se me escapa que el 4 de noviembre de este año cumplirá 85 años. Y, seguramente no es la mejor decisión, pero simplemente no puedo mostrarme impertinente. En fin, no demasiado. Que hable de lo que quiera.

A las preguntas que he llevado preparadas se agrega una de última hora, que termino no formulando por no meterlo en asuntos que seguramente no son de su incumbencia. Y es ésta: ¿cómo se explica que el artesonado del hall del Banco Central de Venezuela, un hermoso trabajo de madera y luz eléctrica, exhiba la falta de varias pantallas de vidrio, lo que produce una sensación de descuido e indolencia, precisamente en una de las obras más importantes de la modernidad arquitectónica venezolana, si no fuera la más notable?

Tampoco hago mención de ciertos comentarios según los cuales Maza Zavala ha tragado grueso y se ha dejado meter varios strikes por no perder las condiciones contractuales de un cargo por el que devenga 22 millones de bolívares al mes y cuatro meses de utilidades. Creo tener la respuesta: primero, no es mucha plata para un hombre de su trayectoria, más cuando estamos ante un hombre de absoluta probidad; segundo, Maza Zavala ha podido jubilarse hace rato y viene a hacerlo ahora porque se venció su periodo de siete años ante el directorio del BCV. Tercero, es difícil aludir al salario ajeno cuando multiplica varias veces el de quien lo examina (ya hemos visto que en estos escrutinios hay mucho de celos). Descartado, pues, el tema. Y si es cierto que ha debido renunciar antes de tolerar groseras intromisiones, será la historia –una historia que va a manifestarse rapidito, una vez que se haya producido su salida- la que determinará hasta dónde hubo aquiescencia de su parte y hasta dónde Maza Zavala fue la roca que contuvo el alud de la “institución en la cual la sociedad delega la capacidad de emitir dinero y de regular el nivel de crédito de la economía”, como define el BCV su propia naturaleza.

 

Café amargo

Maza Zavala ocupa su sillón con el aire de un sabio que ha visto desfilar mucho necio. También el de un maestro que ha lidiado con muchos aprendices. No se adelanta a exhibir su veteranía. Espera a ver con qué le vienen. Es periodista. Sabe más por eso que por diablo y por viejo.

-Los problemas de la economía en Venezuela son mucho más fáciles de resolver que los de la inseguridad ciudadana y la vida social, en general –dice-. La solución es muy sencilla: administrar los recursos con criterio de escasez pero aquí se administran con criterio de abundancia como si siempre fuéramos a estar ungidos por los altos precios del petróleo, lo que no va a ser así. Y no sólo porque el petróleo tiene una vigencia limitada sino porque es muy vulnerable, como demuestra la historia contemporánea: los precios del petróleo fluctúan constantemente. De hecho, hemos tenido periodos muy críticos. En el año 74, cuando se registró una gran bonanza petrolera, el precio pasó de $3 el barril a 12. Y, de repente, este país se encontró con una cuadruplicación de sus ingresos. Entonces se creyó que aquella prosperidad llegaba para permanecer…la Gran Venezuela… se embarcaron en grandes proyectos… se endeudó el país… y a la vuelta de tres años cayó el precio, porque tenía que caer: los grandes consumidores de petróleo no son ingenuos ni se cruzan de brazos; buscan la manera de emanciparse de los altos precios. Así ocurrió. Yla Gran Venezuelase quedó en el aire. Ahora estamos en la misma situación. Creemos que podemos derrochar, poner la gran fiesta, y no sembramos nada; no construimos una economía alterna; no creamos fuentes permanentes de riqueza y de trabajo; no enseñamos a la gente a que esa riqueza es transitoria y, sobre todo, ilusoria.

Esto lo lleva a aludir a la gran riqueza de los países, que es el recurso humano, en su opinión, no suficientemente valorada ni objeto de inversión en su formación. “Parte del petróleo se ha sembrado, efectivamente, en la preparación de personal calificado pero no hay empleo para ellos y tienen que irse. Nunca en Venezuela había ocurrido una fuga de talentos en semejante magnitud. Pero no encuentran oportunidades o se van por la inseguridad. Y cuánto necesitamos de esos profesionales y técnicos que se van y que en otros países sí aprecian. Aquí hace falta cada venezolano preparado porque todo está por hacerse, incluso desde lo más elemental, que son los bienes de subsistencia y que debemos importar, incluso los que tradicionalmente hemos producido”.

-¿Cómo se explica que en Venezuela no haya azúcar?

-Porque no hay seguridad en el campo. Si usted tiene una finca de caña, se la invaden y luego la dejan abandonada, ¿cómo va a haber azúcar en esas condiciones?

-Estamos, pues, a las puertas de una crisis inconmensurable.

-Eso está planteado. La podemos paliar mientras tengamos divisas petroleras, como hemos hecho siempre que hay insuficiencias en la producción. Pero lo que ha debido hacerse es usar las divisas petroleras para sustituir esas importaciones. El actual control de cambio no ha tenido éxito en la sustitución de importaciones, que era uno de sus objetivos; y se está importando más que nunca.

 

Ese día llegará…

-Será porque las divisas se han usado para repartirlas entre otros países.

-Yo creo que la solidaridad internacional es muy legítima. Que debe tenderse la mano al que menos tiene, tanto individual como colectivamente, pero no a expensas de nuestras propias necesidades. En Venezuela se necesitan muchas viviendas: el déficit es de unos dos millones de unidades; y construimos viviendas en Cuba, en Centroamérica, en Bolivia… menos en Venezuela. Aquí necesitamos infraestructura, vialidad, muchas de las obras están destruidas, otras incompletas; y, sin embargo, las construimos en otros países. Estoy de acuerdo con la cooperación internacional pero hecha de manera racional, destinando los fondos que promuevan beneficios para el propio país, porque la integración es también un negocio: integrarse debe ser un negocio, no sólo la simple ilusión de crear un espacio más amplio sino también aprovecharlo para la exportación, la complementación, la inversión. Pero no con el propósito de crear un instituto internacional de beneficencia, porque no tenemos con qué. Si fuéramos demasiado ricos, estaría bien, pero nunca un país es demasiado rico. Siempre hay franjas de pobreza que atender. Y Venezuela, que ciertamente tiene una minoría rica, siempre ha sido un país pobre; y lo sigue siendo, porque nadie se hace rico simplemente porque recibe un subsidio, también transitorio. ¿Y el día en que el Estado no pueda subsidiar esa población?

-¿Ese día puede llegar?

-Llegará. Necesariamente. Si seguimos por este camino. ¿Cómo se reivindica un ser humano que está sumergido en la necesidad? ¿Dándole un mendrugo para que coma un día? Y, ¿al día siguiente? Hay que crearle los medios para que se convierta en productor y, desde luego, en consumidor. Es decir, en ciudadano. Pero si se subsidia sin ninguna otra consecuencia no está haciendo sino abonar aún más a la pobreza; y ésta no se elimina con beneficencia a los pobres sino eliminando las causas de su necesidad.

-¿Qué tipo de Estado ha prefigurado este Gobierno, que se postula socialista?

-No lo sé. No tengo esa respuesta. Yo sé lo que es el socialismo pero no lo que es socialismo del siglo XXI ni bolivariano. Lo que sí tengo claro es que socialismo y estatismo son dos cosas muy distintas. Estatismo es la preponderancia de un Estado que lo controla todo, mientras que los marxistas de verdad establecieron que al día siguiente del triunfo revolucionario debe comenzar a desaparecer el Estado. Un Estado autoritario, que quiere copar hasta las barberías y los abastos, no es socialista. En Cuba no hay socialismo sino una dictadura. Un solo hombre no puede gobernar y ser el depositario de la soberanía, que debe recaer en la colectividad.

 

Autonomía perdida

-¿El BCV ha perdido autonomía? ¿Cuál es la consecuencia de esto?

-Por supuesto que sí. Y la consecuencia es que el país ya no cree en el Banco Central ni en la moneda, por eso la gente busca refugio en el dólar. La misión del BCV es preservar el valor interno y externo de la moneda pero si deja de ser un elemento confiable y se convierte en una dependencia administrativa del Gobierno, la moneda inmediatamente sufre las consecuencias.

-¿Eso es lo que va a ocurrir?

-Espero que no. Pero a eso parece que vamos. Porque cada día se le quitan más atribuciones al BCV.

-¿Su opinión era valorada en el directorio del BCV o se trataba de una voz en el desierto?

-El directorio del BCV no es uniforme. En él coinciden múltiples criterios, que siempre han sido debatidos. Allí no prevalece una opinión individual sino el consenso con base, desde luego, en estudios técnicos de primera clase. Y, por cierto, esos equipos técnicos deben ser independientes. No se les puede hacer imposiciones. El día que esos equipos pierdan autonomía nadie creerá en las estadísticas ni en los datos que de ellos emanan. En conclusión: mis puntos de vista siempre fueron respetados y apreciados. No siempre compartidos, por supuesto.

-Una manera de crear confianza en la moneda, ¿no sería que estos nuevos ricos, que se apresuran a abrir cuentas en el exterior, dejaran su dinero aquí? ¿Dónde cree usted que tiene su dinero estos ricos?

-Lo mejor sería no solamente que no lo sacaran del país sino que lo invirtieran aquí. Yo me imagino estos ricos de los que usted habla tendrán su dinero en los paraísos fiscales.

-¿Usted tiene información al respecto?

-¿De que hay evasión de capital? Sí, claro. Lo palpamos aquí, en la balanza de pagos.

-¿Quiénes evaden?

-No tengo la lista pero supongo que los corruptos, los tradicionales, que siempre los ha habido y los nuevos, militares y civiles, están entre los evasores. Así como los especuladores, porque quienes creen en Venezuela y tienen fe en este país no evaden sino que invierten en el país y tienen su patrimonio aquí.

-Por favor, dé algún ejemplo visible de personas o grupos que hayan demostrado esa fe en el país.

-Las Empresas Polar, que son una gran organización, tienen sus inversiones aquí.

-¿Usted cree que hay que estar loco para creer en Venezuela?

-Si es así, yo estoy loco, porque creo profundamente en Venezuela.

-La locura que parece haber actualmente en Venezuela, ¿qué signo tiene?

-En realidad, no hay locura. Lo que hay es una absurda mediocridad.

 

Todo el mundo a discutir

Maza Zavala descarta la posibilidad de escribir unas memorias acerca de estos años transcurridos en el imponente edificio diseñado por Tomás Sanabria en la avenida Urdaneta, que sería inaugurado en 1965, con asistencia del presidente Raúl Leoni. “No puedo hacerlo. Al menos, no a corto plazo, porque estoy obligado a la confidencialidad. Muchas de las cosas que aquí se discuten tienen ese carácter. Y, aunque uno deje de ser funcionario o director del BCV, está obligado a guardar ese secreto. No estaría bien que yo saliera a la calle a pregonar cosas que antes me guardé. Claro, tengo mis opiniones pero que no están sesgadas por razones económicas, políticas o de cualquier otro orden, sino porque se atienen a mi conciencia y a mi manera de pensar. Como siempre he hecho”.

-Ante los anuncios de control sobre comercios y otras actividades privadas, ¿qué cree usted que debe hacerse?

-Discusión pública con las comunidades, con los actores de la vida nacional.

-¿Cuántos actores hay que puedan ser polo de discusión?

-Hay muchas instituciones que deben asumir su compromiso de convertirse en polo de discusión: los colegios profesionales, las universidades…

-Pero, ¿serán escuchadas?

-Deberían serlo. Son la vanguardia intelectual, que no debe permanecer en silencio.  Aquí debe haber un plan nacional de desarrollo, que no puede salir de la mente de una sola persona. Ni puede ser elaborado en gabinete cerrado. Tiene que ser un plan discutido en las calles para que sea verdaderamente nacional. El imperativo es no centralizar ni monopolizar la conciencia de un país sino abrirle campo a la participación. El socialismo tiene que ser participativo, porque si de lo que se trata de escuchar y obedecer ya eso es dictadura.

-¿Qué percepción tiene usted del presidente Chávez?

-Yo no le niego a él buena voluntad, buena disposición y ha hecho algo muy bueno, que es sembrar la idea de que el país puede cambiar y debe hacerlo; pero no sabe cómo realizar esas buenas intenciones. Y no se ha rodeado de un equipo de gente capaz., honesta, independiente, que puede ayudarlo a realizar un buen gobierno.

-¿A dónde cree usted que se dirige?

-No lo sé. Quisiera saberlo.

-¿Usted es optimista con respecto al destino de Venezuela?

-Siempre he sido optimista, aún en las peores condiciones. Siempre he creído que hay una salida, una solución. Y sigo creyendo en eso. Creo que las grandes energías populares están todavía por organizarse y por manifestarse. Y estoy convencido de que Venezuela es un país destinado a ser afortunado.

-¿Lo veremos?

-Quizá lo verán nuestros nietos… pero será alguna vez.

 

Entrevista hecha en 2006

4 comentarios en “Domingo Maza Zavala: “El Presidente tiene buenas intenciones pero no sabe cómo realizarlas”

  1. ¿Acaso podria yo tambien dar el beneficio de la duda, aún ? despues de tantos años con la misma hoz a cuestas ? él ! Y LA GRAN CULTURA DELA MUERTE .aplicada desde hace casi 14 …!

  2. El Dr. Maza Zavala fue un insigne economista que siempre fue muy técnico en sus recomendaciones para mejorar la economía venezolana.Nunca se le escucho difamar ni insultar a nadie y sus lecciones nos han servido de guía para poder entender a Venezuela desde el punto de vista económico, social,político en un contexto histórico.Coincido con el acerca de la absurda mediocridad que vive Venezuela pero difiero en cuanto a la locura.Ciertamente Venezuela comenzó su locura petrolera en la IV R y pareciera profundizarse en la VR con el barril de petróleo por encima de $100.
    No quisiera imaginar que pasara cuando el precio del barril baje a $40.
    El Dr Maza Zavala es de esos hombres que luchan toda la vida,:los imprescindibles,recordando a B. Brecht.

  3. RESPETO SU MEMORIA, PERO COMO BIEN DICE MILAGROS SOCORRO LA HISTORIA LO JUZGARÁ, PERO PRECISAMENTE COMO DOCTOR VERSADO EN ECONOMÍA HA DEBIDO SER MÁS CONTUNDENTE EN SUS AFIRMACIONES RELATIVAS A LAS DECISIONES ECONÓMICAS ABSURDAS QUE SE HAN TOMADO EN 16 AÑOS

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