“Los estudiantes son sujetos políticos porque son ciudadanos”

Milagros Socorro

Puede decirse que Freddy Muñoz fue dirigente estudiantil desde chiquito. Lo fue mientras estudiaba bachillerato, entre los años 1946 y 50, en el liceo Andrés Bello de cuya Juventud Comunista fue fundador. Y persistió en ello, con liderazgo creciente, cuando cursaba Economía (1960 a 1963) en la Universidad Central de Venezuela, donde fue, en dos ocasiones, presidente de la Federación de Centros Universitarios, así como representante estudiantil en el Consejo Universitario. En esta etapa tuvo estrecha vinculación con el moviendo estudiantil, con autoridades y sectores del profesorado en las otras universidades autónomas.

Fundador del Movimiento al Socialismo, Muñoz ocupó diversos cargos de responsabilidad en este partido cuya Secretaría General detentó durante diez años. Fue diputado al Congreso Nacional durante cuatro periodos y senador por uno.

Al reflexionar acerca del movimiento estudiantil surgido en Venezuela a finales de mayo de este año, Freddy Muñoz hace un esfuerzo visible para analizar el asunto con distancia crítica, concederle las dimensiones que él considera ajustadas a la realidad y no rozar en ningún momento la condescendencia. Sin embargo, cuando atribuye a los bachilleres la cualidad de portadores de la sal de la tierra se emociona de manera ostensible, quizá porque esta consideración lo lleva a evocar aquella portada de la revista Life donde apareció su propia fotografía y decía que ese movimiento estudiantil que él encabezaba con otros compañeros era, precisamente, la sal de la tierra. “Yo me veo en ellos”, concede.

– ¿Cómo define usted al movimiento estudiantil que se ha manifestado en Venezuela, en las últimas semanas? ¿Cuál es su percepción de él?

-Es un movimiento de oposición democrática al Gobierno del presidente Chávez. De oposición no partidista pero sí político, como todos aquellos que en cualquier país rechazan tales o cuales lineamientos, planes, programas, proyectos, decisiones y acciones de un gobierno.

No está subordinado a partido de oposición alguno. Y más aún: rechaza a todos los partidos ubicados en el ámbito de la oposición democrática, con los cuales no tiene ni quiere tener relaciones o contactos, por elementales que sean. Eso, a mi entender, tiene algo de absurdo. Todavía es un movimiento inmaduro. Tal rasgo deriva, sin duda, de su nacimiento tardío. Antes, en los años que van de, aproximadamente, 2001 a 2006, había existido un movimiento estudiantil algo fuerte, que fue desgastándose progresivamente hasta casi desaparecer. El que está emergiendo no es continuación directa del otro, aun cuando, desde luego, lo vincula a él cierta continuidad cultural.

Objetivamente, ese movimiento ha tenido un despertar. Tanto de los dirigentes como de las masas. Algún tiempo atrás, cuando se efectuaron las elecciones para escoger los directivos de las organizaciones gremiales de los estudiantes pertenecientes a las universidades autónomas y a las universidades privadas más prestigiosas (federaciones de centros universitarios, centros de estudiantes) y representantes estudiantiles ante las instituciones de cogobierno, habían triunfado holgadamente las candidaturas presentadas por sectores de oposición. Empero, extrañamente, el movimiento estudiantil, había estado prácticamente paralizado.

-¿A qué atribuye usted esa parálisis?

-A mi entender, por un rezago temporal de la conciencia. Fenómeno algo extraño pero no insólito: los determinantes emocionales y racionales de la disposición a luchar no siguen siempre cursos regulares, porque los luchadores no son máquinas. Hoy predominan claramente, en las organizaciones que constituyen la columna vertebral del movimiento estudiantil de la educación superior, aquellas que se ubican, de manera más o menos explicita, en la que genéricamente he venido denominando oposición social democrática organizada (OSDO). Sin embargo, durante un tiempo que fue tornándose largo, estuvieron silenciosas, lejos de la calle, desarticuladas. Es bastante probable, quizás muy probable, que estuvieran desconcertadas. Y, sin duda, desconcertadas estuvieron en las universidades, en los institutos tecnológicos o en los institutos pedagógicos, las masas estudiantiles. Requerían que sus conductores naturales –los del ámbito en el cual se desenvuelven- hicieran sentir sus estímulos; pero en tanto esos conductores se retrasaban, era muy difícil que ellas tuvieran significativas conductas autónomas.

Dadas las dos situaciones señaladas, y puesto que ninguno de esos dos sujetos son estructuralmente pasivos, el despertar sólo podía ocurrir si realidades externas generadas sistemáticamente por el régimen chavista adquirían, en un momento particular, un carácter disruptivo. Esto fue lo que sucedió en la mañana del 28 de mayo. Al final de la noche anterior, periodistas de RCTV, actores y actrices, camarógrafos y técnicos, acompañados por sus colegas de Globovisión, del canal oficialista Venevisión y de estaciones radiales del área metropolitana caraqueña, en valiente acción de conciencia gremial y solidaridad humana, materializaron la primera iniciativa de sumar fuerzas contra la grave decisión autocrática del Presidente. Seguidamente tuvo lugar el despertar creciente del movimiento estudiantil, que muy pronto fue mostrando sus capacidades ya existentes y sus capacidades potenciales.

-Usted afirma que el movimiento estudiantil es político. Sin embargo, los propios líderes han negado esta naturaleza.

-Desde luego que lo es, en la práctica. Y debe serlo. En caso contrario, tendría una marca de insulsez, ineficiencia e inutilidad, en definitiva. Estas luchas son políticas como todas aquellas que comportan críticas significativas a un gobierno –éste o cualquier otro. Porque lo son todas aquellas en la cuales se hacen a un gobierno exigencias, demandas, reivindicaciones, propias y/o de otros campos del mapa social. Porque se oponen a decisiones que tienen intrínsecamente el carácter de tales, al principio lindantes con la ilegalidad y después burdamente inconstitucionales. Porque implican, necesariamente, actuar contra una autócrata, un protodictador, un permanente agresor de las universidades autónomas, que mantiene levantada una espada contra esas Casas de Estudio.

Son políticos, en fin, porque los estudiantes universitarios que han estado luchando y seguirán haciéndolo –como espero- son sujetos políticos, porque son ciudadanos. Ciudadanos con derechos y deberes políticos. Los todavía no ciudadanos (por disposiciones legales relacionadas con la edad) comparten con sus compañeros preocupaciones y aspiraciones. Y todos, además de seguir los cursos de sus respectivas carreras se vinculan a un ambiente plural poblado de ideas, reflexiones, interrogantes, contradicciones, coincidencias. Esto enriquece sus vidas y les ayuda a que adquieran, o incrementen sus responsabilidades.

Y es cierto, los dirigentes estudiantiles democráticos que ahora están luchando han sido insistentes en afirmar que no son políticos. Esto obedece, según mi apreciación, a su deseo de no ser confundidos con los políticos de oposición. Hay buenos y suficientes motivos para evitar la confusión; pero ellos se equivocan al utilizar, a tal efecto, maneras poco constructivas de argumentar. ¿Acaso son irremediablemente dañinos los partidos? No. ¿Acaso merecen desprecio o un tratamiento despectivo porque no están a la altura de las circunstancias? No. Los partidos democráticos de oposición exhiben serias limitaciones. El papel que ahora mismo están desempeñando es pobre, porque es baja su capacidad para estudiar y comprender la situación real, para conocerse a sí mismos y conocer al adversario –como aconsejaba, más de 2000 años antes, el gran filósofo militar y estratega chino Sun Tsu. Pero los dirigentes estudiantiles democráticos –aun cuando son imaginativos, creativos, soñadores y llevan consigo buenas porciones de la sal de la tierra tienen también mucho que aprender. Si desde ya se niegan a encontrarse mañana, aun preservando su autonomía, con tales partidos, estarán restando fuerzas a la lucha contra el régimen chavista. Se requiere que vayan superando la autosuficiencia y comprendiendo la necesidad de definir un específico papel dentro de un conjunto en el cual pueden ser muy importantes.

-¿Le sorprendió que los estudiantes se echaran a las calles a protestar?

-No. Estaba seguro de que lo harían, y más temprano que tarde. Pero no supuse que comenzarían a hacerlo cuando lo hicieron. Su rápida reacción ante las decisiones gubernamentales sobre RCTV fue estimulada por la que adoptaron, sin excepción, todos cuantos conforman la estructura de ese canal, sus equivalentes de Globovisión, unos cuantos de sus equivalentes en Venevisión y Televen y muchos comunicadores sociales que trabajan en otros medios. Una vez recibidos los estímulos, actuaron con el tipo de dinámica que ha sido característico de los movimientos estudiantiles en nuestro país, sin haber llegado, todavía, al protagonismo estelar de otros períodos o momentos. Tal vez lleguen a mucho: no puedo preverlo. Mas considero que otras fuerzas sociales -tanto organizadas como espontáneas- y los partidos que irán construyéndose en el camino de una lucha prolongada, serán los factores determinantes.

-¿Qué particularidades ve usted, en un contexto mundial y nacional, en este movimiento?

-En un contexto mundial, nada, ahora y después de ahora. Por importante que llegue a ser, no tendrá el carácter de un modelo, pues su importancia no será excepcional. Añado que, hasta donde puedo imaginar, los movimientos estudiantiles del planeta no alcanzarán una cima tan elevada como aquella conquistada en Francia, Italia y Alemania en 1968, especialmente en el primero de los tres. La de entonces fue una situación excepcional, en sociedades donde las corrientes intelectuales de avanzada tenían una extraordinaria influencia en los otros integrantes del cuerpo social que apuntaban a una perspectiva de transformación. Francia, en particular, fue el gran escenario. El movimiento de los estudiantes dio impulso a los intelectuales y ambos lo dieron a las organizaciones sindicales de la clase obrera, llevando las cosas hasta el punto extremo de una insurrección que podría haber tenido un desenlace trágico, ya que el gobierno de De Gaulle habría empleado, en definitiva, y terriblemente, el recurso de las armas.

En el contexto nacional, las características principales que veo en el movimiento estudiantil, además de la combatividad y el coraje, han sido ya señaladas: imaginación, creatividad, sueño inspirador.

-¿Cuáles son, según su perspectiva, los planteamientos de mayor pegada de estos jóvenes?

-La mayor pegada no la han tenido los planteamientos, sino el comportamiento. Que sean solidarios conmueve a no pocos sectores de la base popular inclinada hacia Chávez y a la gran parte de los opuestos a él, así como a las capas medias también opuestas. Ahora bien, si tengo que responder estrictamente a la pregunta formulada, diré que los planteamientos de mayor pegada son los relativos a los derechos democráticos. Es fácilmente observable que el pensamiento actual del movimiento estudiantil está muy alejado de los problemas socio-económicos. Esto es una notable debilidad de ese movimiento. Para que sea un componente significativo de las fuerzas progresistas de cambio es necesario que supere esa limitación.

-¿Cree usted que el Gobierno puede experimentar preocupación o inquietud ante la irrupción de este movimiento?

-No debería experimentar preocupación importante, puesto que la irrupción de dicho movimiento ha sido débil. Mas lo cierto es que sí la ha experimentado. Y esto revela que el Gobierno tiene temores respecto de la solidez de sus bases de apoyo y la consistencia de su cohesión interna. Chávez mismo ha dado muestras clarísimas de nerviosismo. En los últimos días ha pretendido dar la impresión de que “su pueblo” sigue respaldándolo con el fervor de tiempos precedentes; pero la máscara se ha caído fácilmente y detrás de las fingidas sonrisas han aparecido muecas ridículas.

-Si el Gobierno juega al desgaste, ¿cree usted que logrará su objetivo de asistir a la disolución del movimiento estudiantil por cansancio de los jóvenes y por convertirse sus acciones en una especie de hábito que llegue a cansar también a la sociedad?

-No creo que el Gobierno se proponga el objetivo de disolver el movimiento estudiantil por una u otra de las vías mencionadas o por una combinación de las dos. Aun cuando no se caracteriza por tener una inteligencia aguda, el Gobierno tampoco se caracteriza por la estupidez. A lo largo de ocho años ha mostrado no pocas veces inteligencia táctica y capacidad de maniobra. La oposición no democrática –hoy reducida a poca cosa, por efecto de sus errores, de su escaso vuelo y del mayor acierto del Gobierno en diferentes terrenos- y las oposiciones democráticas, sociales y políticas, están en desventaja neta respecto del Gobierno. Pero voy a responder, en todo caso, a su pregunta. Los jóvenes no se cansarán porque sus energías, físicas y morales, son cuantiosas. Sus acciones no se convertirán en una especie de hábito porque entre sus mayores virtudes políticas están el ingenio, la innovación y la creatividad.

La sociedad –o, más exactamente, el resto de la sociedad que está o pueda estar en el campo de la oposición democrática- no llegará a cansarse de la lucha de los jóvenes porque ellos siempre van a realizar acciones estimulantes. El Gobierno ha jugado y jugará al desgaste del movimiento estudiantil pero no tendrá éxito en su empeño.

-¿Cree usted que la comunidad universitaria, en general, y las autoridades rectorales, en particular, tienen, digamos, la pasta para dar soporte al movimiento estudiantil?

-Creo que, en general, las autoridades rectorales, las autoridades de las Facultades y Escuelas y la mayoría de los profesores tienen la “pasta” mencionada. Mi propia experiencia como dirigente estudiantil me da cierta base para hacer tal afirmación.

Quiero, sin embargo, hacer algunas precisiones. Las autoridades y los profesores son, en indiscutible mayoría, democráticos, defensores de la autonomía y promotores de reformas avanzadas en los programas y métodos universitarios de estudio, en los regímenes de investigación y de investigación aplicada, en la vinculación de las universidades con sus entornos sociales, con las fuerzas productivas y con la construcción de un país mejor.

Todo ello es muy valioso, aun cuando esté siendo constreñido mediante diversas maniobras y proyectos del régimen actual, que intenta dominar las universidades autónomas y ponerlas progresivamente al servicio del “proceso revolucionario”. Siendo ésta la peligrosa realidad, las autoridades rectorales, las de Facultades y Escuelas y el conjunto del profesorado democrático y autonomista deben proponerse mucho más que examinar su pasta y agrandar el tamaño de ella para dar mayor soporte al movimiento estudiantil. Deben establecer una alianza estrecha con ese movimiento, de la cual resulten el mutuo fortalecimiento y el mutuo enriquecimiento en el plano de las ideas. Deben trabajar con él en la elaboración de proposiciones sobre la educación en la Venezuela postchavista, sobre reformas de la educación en un futuro más cercano y sobre reformas en otros campos. Deben promover, junto a los estudiantes que reciben sus lecciones, la construcción de un movimiento de intelectuales, dentro de las universidades y fuera de ellas.

– El hecho de que el movimiento estudiantil carece del soporte de los partidos, ¿qué característica le aporta a su lucha?

-El movimiento estudiantil no ha necesitado hasta ahora el soporte de los partidos de oposición. Éstos, débiles como son ahora tienen poco o nada con qué ayudarlos. Y, sectarios como son, podrían –sin éxito, a mi juicio- intentar subordinarlo. El movimiento estudiantil ha actuado autónomamente, y debe seguir haciéndolo. Su autonomía viene de él mismo y es uno de los aciertos que lo han caracterizado. Mas no debe tener ínfulas por ello. Tampoco debe estar aclarando constantemente que no es político, porque sí lo es. Le hará bien meditar acerca de esto y comprender que no ser político siendo luchador, no tiene mérito alguno.

-¿Cree usted que las manifestaciones estudiantiles, que, al principio, fueron estimuladas por el cierre de RCTV y la confiscación de sus equipos, servirán de calentamiento para la lucha en defensa de la autonomía universitaria?

-No hubo, a mi juicio, ejercicios de calentamiento. Las manifestaciones estudiantiles comenzaron como acciones de solidaridad e inmediatamente, sin que desaparecieran las de ese carácter, vinieron las otras. Ocurrió, pues, una misma lucha con varios propósitos. Cuando se reinicien, dentro de pocas semanas, ocurrirá lo mismo. Es muy positivo que haya un movimiento estudiantil multifacético.

-¿Cree usted que en esta masa de jóvenes se encuentren los líderes del futuro de Venezuela?

-No. En los medios de comunicación social han proliferado tales afirmaciones predictivas. Ellas son, a mi entender, erróneas. Las hacen ciertos políticos veteranos, algunos historiadores, periodistas ligeros, columnistas que se permiten hacer profecías y numerosos opinadores que han recibido, en un ambiente de cofradía, el título de analistas.

Hace unas cuantas décadas, de las pocas universidades existentes egresaron, graduados o no, numerosos estudiantes politizados y capaces, cuyas andaduras los llevaron a ser dirigentes políticos muy importantes y conquistar altas posiciones de poder. De ello no debe concluirse que los dirigentes estudiantiles de hoy vayan a ser los líderes del futuro. Algunos podrían serlo. Y para ello sería necesario que quieran, que se cultiven, que superen numerosos obstáculos, que perseveren. Desde luego, jóvenes de otras procedencias podrán también lograr éxitos. Y recuérdese: jamás los dirigentes han sido los únicos constructores del buen o del mal futuro.

 

Publicado en la Revista Clímax, agosto de 2007

 

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