Excremento de ratón / 20 – 06 – 2010

Excremento de ratón

Milagros Socorro

Al día de hoy –o de anteayer, cuando escribo- se han descubierto 4.000 contenedores, con 95 mil toneladas, de Productos No Conformes, esto es, considerados por la Productora y Distribuidora Venezolana de Alimentos (Pdval), no aptos para el consumo humano. Se tiene noticia también de que, desde 2007, cuando comenzaron las compras desaforadas de comida en el extranjero, muchas toneladas (imposible precisar el número) fueron incineradas. Esto ocurrió porque, en medio de la gran improvisación, hubo desembarcos que no cupieron en las instalaciones de los puertos y fueron llevados a otros lugares.
Hablamos de carne, pollo, leche, aceite, soya, azúcar, arroz, harina de trigo, que se perdió en una maraña de corrupción, personalismo, falta de planificación, indolencia frente a los recursos de la república, alcahuetería, latrocinio y autoritarismo. El retrato más cabal del régimen.
La cronología de los hechos la conocemos por el informe elaborado en PDVAL, que llegó a manos de Teodoro Petkoff, director de Tal Cual. En 2007, cuando las políticas económicas y la persecución a los productores venezolanos estaban resultando en mengua de la cesta básica, el gobierno determinó que esta consecuencia, advertida hasta el cansancio por los empresarios, era una “acción desestabilizadora”; y entonces creó PDVAL, para importar millones de toneladas métricas de comida para que no se le encrespara la población. La triquiñuela política sustituía toda previsión, toda responsabilidad.
Se compró mucho más de lo que era posible distribuir. Ante la manifiesta incapacidad del Estado de sacar todos esos alimentos de los puertos, los gerentes a cargo se negaron a contratar empresas privadas. Prefirieron que los productos comprados para ventaja de otras economías, se perdiera, antes que dar trabajo a venezolanos.
Las mafias oficialistas se valieron del sistema cambiario para adquirir alimentos con dólar preferencial (Bs. 2.30,) y luego comercializar las ganancias a 8 bolívares por dólar; o comprar alimentos vencidos y reportarlos con el valor de los frescos. Una vez en el país, la cosecha de la corrupción se hace en los puertos, donde se reparten coimas por el tiempo que los contenedores permanezcan allí. Y otros se pegaron al negocio vendiendo subrepticiamente a comerciantes.
Pero no toda esa comida está ahí, supurando, parte hubo que se destinó a escolares. La Voz de Guarenas reportó, este jueves, que las madres procesadoras del programa PAE en la escuela Bolivariana, en Santa Lucía, donde estudian 805 niños, devolvieron a Mercal, “harina precocida con gusanos, huevos pasados, hortalizas y frutas podridas, queso ácido y otros productos con cucarachas y excrementos de ratones”. Esto corresponde con reportes de Últimas Noticias donde se reseña que “algunos productos” que el gobierno revolucionario ha dejado podrir “presentaron infestación por gorgojos e insectos de tipo invasivo. En otros, se evidenció cucarachas, excrementos de roedores y un foco de orina de rata en el azúcar”.
La revolución bolivariana convirtió en mierda productos de primera necesidad, que los venezolanos hacen colas para comprar. Misma trasmutación sufrió la cacareada ética socialista, triturada y sin nadie que la reivindique. Sin ética, la revolución no es más que un fraude, tapadera para ladrones colosales, enriquecidos a costa del hambre de la gente. Mientras, somos sometidos a horas de cadenas, no para rendir cuentas a las nación o para aceptar las responsabilidad. Sino para hablar… bueno, ya está dicho.

El Nacional, 21 – 06 – 2010

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