Ahí donde la ves… / El Nacional 7. 08. 2011

Ahí donde la ves…

Milagros Socorro

Hay una característica de la Mesa de la Unidad Democrática que exaspera a los hooligans de la política nacional. En realidad, son varias, pero la más irritante es el hecho de que la coalición opositora no se parece en nada a Chávez, cuyos vicios se han convertido en modelo de retórica, de comunicación, así como de uso de los medios y recursos públicos.
La Mesa ha estado trabajando sin tregua desde el triunfo electoral de septiembre de 2010, cuando se alzó con un porcentaje mayoritario del voto popular. Desde luego, a ese hito en la lucha democrática se llegó por la ruta de la brega; y luego no ha habido un solo día en que la conjunción de partidos proclives al cambio no se haya presentado a su puesto de faena.
Son muchos los frentes que exigen oficio y concentración. Está, naturalmente, el objetivo electoral, que pasa por las elecciones primarias, de donde saldrá, con toda certeza, el nuevo presidente de Venezuela; y de esto se derivan muchos protocolos de naturaleza comicial que deben ser fijados mediante acuerdos a los que deben allegarse 50 partidos políticos, ninguno de los cuales ejerce derecho de pernada sobre los otros.
Al mismo tiempo, hay un gran número de equipos trabajando en soluciones concretas para los grandes problemas de Venezuela. La MUD no es solo una usina de candidaturas unitarias para obtener el poder, (que lo es, y muy eficiente, como ha quedado demostrado); sino también el gran taller donde se prepara un gobierno de concertación donde estarán representados todos los sectores políticos y sociales del país, dispuestos a hacerlo avanzar hacia la reconstrucción y la institucionalidad.
En este camino, la MUD ha hecho los pronunciamientos que ha considerado necesarios. Ha informado al país cuando ha tenido algo concreto y firme que divulgar; y no se ha trabado en una riña estéril con el autócrata, puesto que las energías de la Mesa están concentradas en desalojar a Chávez del poder y, no menos importante, en sustituirlo con un gobierno capaz de abocarse a las soluciones desde el primer minuto. El cometido de la Mesa no es descender a replicarle a Chávez sus exabruptos y tonterías. No olvidar que la Mesa está integrada por partidos que no renuncian a sus deberes políticos al ejercer la membresía de la MUD. Hay muchos sectores que pueden salir al paso al mandón y ponerlo en su lugar. Nadie los ha relevado de ese deber.
En suma, la Mesa de la Unidad Democrática no está para perorar, ni para improvisar, mucho menos para imitar las maneras barriobajeras de Chávez y sus cómplices. Si quisiéramos simplificar las cosas, podríamos afirmar que ese organismo plural es exactamente lo contrario del régimen de Chávez: no hay un sargentón dando órdenes; no hay una instancia, personal o colectiva, puesta por encima de las leyes; no hay un disfraz ideológico en el que nadie pueda parapetarse con el objeto de tapar sus carencias intelectuales y morales; no hay un caporal determinando quién puede ser excluido, perseguido y humillado y quiénes tienen –o tendrán- licencia para caer sobre el país como botín a cuenta de la pertenencia a una familia, como han hecho los Chávez Frías, o a una camarilla; no hay un bobo apoderado del micrófono. En suma, la Mesa tiene que representar la reserva de sobriedad, laboriosidad, sacrificio, seriedad, apego a las leyes y compromiso con el país. No puede pedírsele que replique las maneras de los gamonales que han secuestrado el país.
Tras un tránsito en dicha filigrana, la Mesa anunció el viernes de la semana pasada una decisión, tomada tras debate entre 50 partidos políticos, según el cual el electorado demócrata podrá escoger su próximo presidente mediante dos modalidades: 1) una tarjeta única para quienes quieran apoyar la Unidad, pero no un partido político; y 2) una tarjeta unitaria, para quienes suscriben la Unidad Democrática a través de una organización política, cuyo trabajo y esfuerzo quieren reconocer y premiar.
Así, quienes quieren que la oposición tenga una sola tarjeta, podrán votar por ella; pero también tendrán opción quienes piensan que los partidos políticos deben ser fortalecidos y que aquellos que hayan desplegado una labor meritoria y, por tanto, acarreado votos al candidato unitario, deben cosechar resultados en esas elecciones. Ambas perspectivas tienen sus razones.
Así que la Mesa, sin andar hablando pendejadas, logró una hazaña: 50 organizaciones, dos maneras de votar, una sola candidatura. Un país nuevo y nunca antes visto. Anótenlo.

El Nacional 7. 08. 2011

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