Medio hombre

Milagros Socorro

Para jactarse de sus formidables dotes como candidato en contiendas electorales, el Presidente dela Repúblicadijo que había concurrido a la campaña concluida el pasado 7 de octubre con el 10 % de su capacidad, que es lo que, según sus propias palabras le dejó la radioterapia a la que se sometió hasta la víspera del evento comicial. Y precisó que había ido “a boxear con la mano zurda amarrada y con una pierna amarrada, brincando en un solo pie».

Venezuela tiene, pues, un presidente demediado: apenas la mitad de un hombre, incapaz, cabe concluir, de resolver los inmensos problemas de un país cuya administración y gobierno requieren de un cargo en la plenitud de sus competencias. La calamitosa situación en que se encuentra Venezuela evidencia que ha sido conducido por un recorte de hombre; y que esto precede con mucho su enfermedad, diagnosticada en 2011. La sistemática despauperación de la infraestructura, las instituciones, el número de industrias y empresas, el valor de la moneda, los puestos de trabajo y, en general, el inventario de la república, son espejo de un espíritu mermado: también el país tiene un brazo cauterizado, una pierna amputada y anda renco porque ha sido dividido y una parte de él vive bajo permanente persecución, humillación, poda de sus potencialidades y la constante amenaza de ser borrado del universo venezolano.

Hasta un inveterado mentiroso como Chávez alguna vez dice la verdad. Esta campaña electoral, efectivamente, transcurrió bajo el signo de cáncer: solo un 10% recayó sobre sus hombros, del resto se ocupó una perversa maquinaria de chantajes, presiones y abuso de los recursos del Estado cuyas tenazas de cangrejo vimos en acción desde el principio. Así, mientras el 10% de candidato hacía breves recorridos en carrozas, el 100% de las instituciones estatales (con la abyecta inclusión de las fuerzas armadas) se alineaban para mantener a la fracción de hombre en el poder.

En la misma perorata en la que admitió estar reducido a una mitad, Chávez se quejó de que “ningún análisis político“ había hablado del candidato que fue, desde la perspectiva de sus “limitaciones obvias desde el punto de vista físico“. Aún falto de alabanzas, exige que se le reconozca una índole titánica. La verdad es que su evidente desmedro físico y mental fue comentario constante. Quien se abstuvo de mencionar esto fue su contendiente, Henrique Capriles Radonski, quien no aludió a la enfermedad de su rival y quizá pecó de no insistir lo suficiente en el hecho de que las desventajas del convaleciente eran compensadas con el uso criminal de los dineros, bienes y trabajadores del Estado.

Ese proceder de Capriles Radonski, que es, naturalmente, parte de una estrategia, pero también cónsono con su personalidad (que no se aviene a enrostrar a un rival su deterioro por tan terrible enfermedad, de la que nadie está exento), fue respondido por Chávez en términos de pueril echonería. Dijo que si no estuviera tan enfermo habría sacado más ventaja en las elecciones. Quién sabe cuánta de la diferencia que obtuvo se debe al miedo que sin rubor atizan en la sociedad. Ahí está el informe militar dela Guardia Nacional(«Dispositivo parala Cohesióny Articulación del Poder Popular, Milicia Bolivariana y Guardia del Pueblo») para recordarle al del brazo único cómo ganó las elecciones.

La verdad es que Chávez siempre ha funcionado con un solo lado, el de salir a la arena electoral, el de insultar y arrasar. Y siempre ha tenido pasmado el de enfrentar con método, eficiencia y pericia los graves problemas que acucian a los venezolanos. Siempre ha sido ágil con el brazo que mantiene presos políticos y pasa adversarios por el trapiche de VTV, pero tiene paralizado el hemisferio con que habría podido contribuir a la educación y la salud.

Lo otro es que Chávez volvió a decir que esta vez sí está curado. Es tiempo de recordarle lo que ha escrito Siddhartha Mukherjee, en su libro ‘El emperador de las enfermedades. Una biografía del cáncer‘ (2010). “En cierto sentido, esta es una historia militar -una en la cual el adversario no tiene forma ni tiempo y es omnipresente. En esta también hay victorias y derrotas, campañas sobre campañas, héroes y arrogantes, sobrevivencia y resiliencia- e inevitablemente, los heridos, los condenados, los olvidados, los muertos“.

 

Publicado en El Nacional, el 28 de octubre de 2012


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