Taller crítico «El abrazo del tamarindo»

R.J.LOVERA DE-SOLA

“Ese texto(Una atmósfera de viaje)…era uno de los  primeros que habrían de escribir y publicar venezolanos de su generación para conjurar, para hacer más clemente y llevadera la caminata por el desierto”

Elisa Lerner, Caracas: 27-9-2008

“es escritor porque no lo puede evitar, no hay razones para serlo pero hay una única razón para no serlo y es que no lo puedes evitar. Ser escritor solo es para gente obsesiva”.

Milagros Socorro.

Con los antecedentes que significaron sus libros de cuentos Una atmósfera de viaje.(Maracaibo: Universidad del Zulia, 1991. 168 p.) y Actos de salvajismo.(Cumaná: Universidad de Oriente, 1999. 103 p.) y sus actuales incursiones en las llamadas ficciones juveniles de las cuales tanto Horripilón tiene miedo.(Caracas: Alfaguara, 2007. Páginas sin nmerar), La palabra de la semana.(Caracas: Alfaguara, 2007. Páginas sin numerar) y Si alguien viene a quedarse.(Caracas: Alfaguara, 2008. Páginas sin numerar) son muy buenos ejemplos de gozosas ficciones dirigidas a los jóvenes lectores, entre ellas Horripilón tiene miedo es una paradigmática historia de terror.

Por ello no nos debe llamar la atención la ratificación plena de la vocación por la ficción que nos ofrece Milagros Socorro en su novela corta El abrazo del tamarindo.(Caracas: Alfaguara, 2008. 110 p.).

El clima tan bien logrado en esta nouvelle, su fuerza, la dureza, a veces extrema, casi despiadada, de esta narración, parece espigarse de ciertos pasajes de sus narraciones, especialmente de ciertos momentos de sus Actos de salvajismo en donde nos revela ciertas aristas de la condición de la mujer.

Y esa la mujer, la fémina lacerada de estos días, la que aparece en El abrazo del tamarindo y en varias instancias de la de alguna forma esta dolorosa, hiriente y a veces exultante historia que aquí se nos ofrece, narración que es además hondamente femenina, la cual tiene en la amistad y la complicidad entre mujeres su momento más alto. Amistad en el sentido que le da el húngaro Sandor Marai(1900-1989) en La mujer justa(1941),”el sentimiento de la amistad es mucho más complicado y delicado que el amor. Es el sentimiento humano más fuerte…es realmente desinteresado” (ed. 2008,p.118), es ese modo tan profundo que tienen las mujeres, distinto a los de los hombres, una manera en que tienen de “percibirse unas a otras…Yo respeto asa fuerza y le temo”(p.120) que dice el mismo personaje de la novela de Marai a la cual nos hemos referido, que por cierto podría titularse muy bien La mujer precisa. En la amistad descansa la esencia de esta singular obra de Milagros Socorro.

El fundamento de El abrazo del tamarindo lo hallamos cuando se describe el miedo que siente la protagonista en aquel lugar de nuestro Perijá en donde sucede la narración, cercano al límite con el hermano país. En este punto creemos que entramos en el meollo el libro cuando leemos:”El traje desmadejado entre mi padre y yo indicaba algo terrible: mi madre y él saldrían esa noche. Me quedaría sola. Total, en mi San Fidel no había peligros.¡No hay peligros y acaban de asesinar a Santiago!…¿No pasa nada?¿Y por qué siento a mis espaldas un siseo sigiloso?¿Son los asesinos?¿Es Santiago extendiendo sus manos y dejando un rastro de sangre en la ventana?”(p.23). Así aparecen el recuento del vivir, de los sueños y deseos de la protagonista pero “La ira de siempre me alentó. Esa era mi conexión con la normalidad”(p.75), tan adolorida esa vida en aquel paraje que sólo deseaba, era su única arcadia, “regresar a casa a contemplar el tamarindo”(p.76) y las montañas azules de aquel contorno(p.108). Tanto que “Había que concentrarse, empuñar todo el odio posible, y los amores, los sueños pospuestos. Había que recordar los abortos, los bofetones, todas las carencias y los instantes de abundancia, la ebriedad, las alturas alcanzadas mediante drogas. Había que matarse. Y nosotras nos inmolamos”(p.102), sobre todo toda aquella vida aprendida en la calle, la noche o los bares(p.96).

Pero quien recuerda lo hace, por adoloridas que sean las memorias, escribiendo(p.95, 99 y 108), el viejo recurso nacido con el Quijote del libro dentro del libro porque quien escribe está obra no es Milagros Socorro sino la escritora que la redacta desde dentro de sus hojas. Este que apuntamos es siempre un fascinante asunto literario, de comprensión de la ficción, al menos 1605 aunque es posible verlo ya en Las mil y una noches, el libro de invención por excelencia, la narración en su estado prístino, más puro, parece proceder del 850 de nuestra era, se habla de este año como el de su primera publicación, sin duda manuscrita porque entonces no había aun imprenta, faltaban siglos para que apareciera Johannes Guterberg (c1397-1468) con su prensa de caracteres móviles, a fines del siglo XIV.

Y todo esto lo decimos porque al leer El abrazo del tamarindo se nos impuso con claridad la idea de aparecer aquí un mundillo de amistades, de afectos entre mujeres, un amplio registro de lo que es la complicidad entre mujeres, sobre todo en esa ceremonia de iniciación sexual de las más joven, cuando sus amigas le impulsan a “escuchar la voz del cuerpo”(p.90), entrar en “la cueva de los secretos”(p.91), esto aparece en un momento decisivo del relato. Pocas veces el placer sexual ha sido tan bien descrito en nuestra novela como aquí lo hallamos, todo caricia, lejano a toda agresión, que sin embargo, más tarde hallaremos en otro pasaje del libro. Por ello tuvo razón Elisa Lerner al indicar, en el bello ensayo que leyó en la presentación de este libro,”El trajin erótico casi siempre de manera suave o ardua, viene a ser en ellas su primera noticia sobre el mundo”, insistiendo también, más arriba en el mismo párrafo, “No hace falta la venda del juego infantil para reconocer la manera jocunda sorprendetemente audaz, sincera, que Milagros Socorro tiene para resolver más de una escena erótica”(Milagros Socorro novelista, El Nacional, Papel Literario, Caracas: septiembre 27,2008). Es el “ajetreo erótico” del cual habló Ortega y Gasset en una línea de sus Estudios sobre el amor(ed.1966,p.210).

Y con aquel impulso de sus amigas ya la muchacha está preparada para su encuentro con Desamparados, su nombre tiene varias resonancias dentro de la trama de El abrazo del tamarindo por ser el amigo a todas ellas. Pero será con Desamparados, que en esta caso la ampara, con quien la muchacha llegara a la plenitud de la sexualidad(p.99-101), es una escena descrita con la misma pausa que vemos la que se sucede en el cuento de Salvador Garmendia(1928-2001), “Tan desnuda como una piedra”, al que vamos a referirnos líneas más abajo. Y es que  esa iniciación era necesaria, en aquella sociedad de la mujeres de la narración, no podía haber entre ellas ninguna mujer sin experiencia sexual, lo que le permite formar parte de aquel  grupo, conjunto de mujeres libres quienes se han trazado todo un plan de vida:”Nada de maridos…ni un solo, pues. Nada de casas fijas, viajaremos todo el tiempo buscando las mejores plazas. Nada de rapiña, el dinero que ganaremos lo repartiremos por igual entre todas. Nada de virgos que cuidar”(p.97). Y por ello es que la muchacha se despide con tanta nostalgia de San Fidel en el párrafo final de la obra(p.108-109).

Pero también se nos hizo evidente al leer El abrazo del tamarindo al unísono, en contrapunteo con lo íntimo, al margen de otros hechos y sucesos, la cercanía a la frontera occidental, Perijá, la inmigración colombiana, la experiencia de una de ellas en la prostitución, la formación de una orquesta mujeril de vallenatos, que será las que las llevará a errar por los senderos de esos lugares como lo acabamos de ver en la cita que hemos hecho..

Sobre el paso de los colombianos al Zulia leemos un fragmento sobre un asunto al cual  nos hemos referido antes, es  el ámbito en el que sucede El abrazo del tamarindo: nuestra frontera con Colombia. Y no encontró la autora mejor manera de perfilar aquel lugar y sus sucederes que escribiendo la tragedia de las gentes que atraviesan la raya, “En enero, todos los años, grandes grupos de colombianos cruzan la frontera ya sea por rutas legales o por atajos. La caravana de los que regresan se suma a los desesperados que se aventuran por primera vez. Cada año juran que no volverán, que aquí las condiciones se han puesto casi tan duras como en su tierra, pero a las pocas semanas, agotados sus recursos, regresan a nutrir la peonada de las haciendas, la yeguada de los burdeles y la infantería doméstica que mantiene en pie nuestras casas…el chorro de enero acaece en una atmósfera ablandada donde no faltan los halagos y los incrementos de salario”(p.87).

Pero con todo se nos hizo evidente que el asunto central que se nos cuenta con certeza es el relativo al cuerpo de la mujer, creemos que este es el tema central de este novelín. Porque aquí su piel,  las vivencias de la sexualidad y la iniciación erótica es central. Pero es también una historia de mujeres cómplices, a quienes la gran experiencia de la amistad contemporánea entre mujeres penetra. A veces este tópico nos hizo pensar en muchas de las observaciones que para las amistades entre féminas en la sociedad norteamericana teje la sexóloga Shere Hite en sus Mujeres sobre mujeres.(Madrid: Punto de Lectura, 2001. 429 p.), cuyas revelaciones se pueden extrapolar a vivencias mujeriles de hoy como también lo son las que aparecen en la serie televisiva “The L Word”, sobre el mundo de la diversidad femenina.

Pero lo más sustancial al narrar que nos ofrece Milagros Socorro en este libro escrito sin concesiones, en forma transgresora, que traspasa los límites, casi sin aliento, es la mirada durísima a que la escritora del propio libro, quien va consignado los sucesos que ve, nos muestra el suceder con el que aquí nos encontramos(p.95, 99 y 108), de allí las meditaciones que aquí hallamos sobre la verdad y la mentira en la ficción(p.95).

Tal podría ser la cara de una muchacha prostituta maltratada por un cliente a quien ella termina derrotando, pese a la honda violencia del hombre con ella(p.57-59). Y, claro, para nada trata Samuel a Araceli, que así se llama la muchacha, con la ternura del hombre que aparece en el relato de Salvador  Garmendia al que nos hemos referido. Pero ella se venga. Aquí la narración del suceso es tan áspero que sentimos que Milagros Socorro logró llegar incluso más allá, expandir, lo que nos presentó Garmendia en su memorable y conmovedor cuento, es el mejor entre los suyos, “Tan desnuda como una piedra” de sus Cuentos cómicos.(Caracas: Monte Avila Editores, 1991. 262 p.) que ahora se puede leerse también dentro del manojo de las antologías de lo mejor de sus cuentos  El regreso(Caracas: Fundación Bigott, 2004 315 p.) y El inquieto Anacobero y otros relatos.(Caracas: Monte Avila Editores, 2004. XXVI, 290 p.). Todo esto que advertimos debe entenderse bien. Este un punto de vista literario de mucho interés, apasionante diríamos, en ningún momento estamos usando la palabra copia ni el vocablo plagio, no nos estamos refiériendo tampoco ni a la imitación ni a la influencia, asunto sobre el cual nos ha ofrecido Manuel Caballero, quien también es un magnífico crítico literario aunque pocos lo hayan descubierto, unas jugosas reflexiones(Polémicas y otras formas de escritura,ed.2008,p.61-64). A lo que nos estamos refiriendo en este caso es al hecho que desde la narración de Garmendia se explaya Milagros Socorro, desarrollándola aun más. Eso es posible porque la literatura es la sociedad de las obras que se influyen y entrelazan unas con otras. Hemos estudiado también antes la forma como María Ángeles Octavio en su cuento “A juzgar por su condición”(de su  Exceso de equipaje,2004) desarrolló con ojos de mujer lo advertido por Denzil Romero(1938-1999) en “Un atraco singular”(de El invencionero,1982). Pero también le sucede a escritores que no conocen las obras que de de alguna manera los cobijan. Tal nos sucedió al leer El viaje inefable.(Caracas: Memorias de Altagracia, 2006. 232 p.) de José Sánchez Lecuna(1948) el cual sucede en muy buena parte en el mismo ámbito de La luna de Fausto(Caracas: Pomaire, 1983. 343 p.) de Francisco Herrera Luque(1927-1991), aparecen sus mismos personajes y a veces sus vivencias, su magnífico autor, aun apenas conocido entre nosotros como novelista, nos confesó no haber leído la novela herreriana la cual sin duda lo arropa en buena parte de su bella invención, ambos, además, nos muestran su amor por la reseca tierra de El Tocuyo y zona aledañas.

Volviendo a El abrazo del tamarindo nos encontramos con aquella manera en que colectivamente casi todas empujan a una de ellas a la iniciación en el placer, en una ceremonia colectiva, no la podemos llamar de otra forma, en la cual el afecto, la solidaridad y complicidad femenina llega a un altísimo grado sin que para nada haya una concesión a la vulgaridad, todo lo contrario. Quizá recuerda un célebre momento de la novela Emmanuel(1960) publicada con el seudónimo de Enmanuel Arsan, para ser fieles a la tradición de la literatura erótica, que la gente recuerda más por su versión cinematográfica de Just Jeaquin(1974).

Pero si de amistad entre mujeres, más allá de la sexualidad, si es que eso se puede decir, porque el sexo siempre está presente en todo, hasta el punto que casi diríamos que todas nuestras acciones son sexuales porque las hacemos desde el lugar sexual de hombre o mujer desde el cual miramos el mundo. También de esa gran solidaridad que es tan de hoy uno no puede olvidar, sobre todo aquellos que tenemos montado un altar a la amistad, la película de los setenta Julia(1977) de Fred Zinnemann(1948), basada en Pentimento (1974), el segundo tomo de la autobiografía de otra mujer de excepción, la dramaturga norteamericana Lilliam Hellman(1905-1984), en la cual son inolvidables las recreaciones que allí vemos de las dos amigas hechas allí por Jane Fonda(1937) y Vanesa Redgrave(1937). Y podríamos añadir una tercera película, para nosotros, lo abran descubierto la amistad es lo más grande que existe, es una forma de amor, tal Ricas y famosas(1981) de George Cukor(1899-1983) en donde vemos el entrelace afectivo en dos escritoras, una la autora de libros de gran acogida, multitudinaria, los best seller(Candice Bergen) y la otra la creadora de honda literatura, de esa que trasciende a través del tiempo(Jacqueline Bizet). Ricas y famosas también fue el punto de partida de una de las bellas cintas de Pedro Almodóvar(1949), La flor de mi secreto(1995), también la historia de una creadora. La escena final de Ricas y famosas está vuelta a hacer allí pero por un hombre y una mujer. La flor de mi secreto es también un homenaje al melodrama y a la telenovela latinoamericana, una canción de nuestro Simón Díaz(1928) suena en algún momento de la película. Y si de amistad estamos hablando cerramos con una por la que profesamos hondo amor: Reencuentro(1983) de Larence Kasdan(1950), en donde aquel fin de semana se dan cita, en un pueblo del sur de Estados Unidos, un grupo de queridos amigos y amigas. A evocar todo esto nos lleva el libro de Milagros Socorro.

Un paréntesis:  ya que hemos hablado de la película Emmanuel no nos deja llamar la atención que su actriz, la alemana Sylvia Kristel(1952), la que ante su amiga hace la escena que hemos recordado, haya quedado para siempre ligada a este film y que no haya logrado hacer otros. Quedó para siempre como Enmanuel, sus otras cintas, pocas, quedaron relegadas en su filmografía, pese a su encarnó el rol principal de una versión de El amante de Lady Chatterley(1928), basada en la novela homónima de D.H.Lawrence(1885-1930).

Ello también nos lleva a recordar a otras actrices como la sueca Anita Ekberg(1931), la francesa María Schenider(1952) e incluso la norteamericana Meg Tilly(1960) por diversas razones. La Ekbergfue sin duda la actriz de la que más se habló a comienzo de los años sesenta por su protagonización de La dulce vita(1960) de Federico Fellini junto a Marcelo Mastroianni(1924-1996), para nosotros el primer gran actor del siglo XX por la cantidad de diversos y distintos personajes que encarnó.La Ekberg después hizo otras cuatro películas menores y se eclipsó, dedicándose al modelaje. Vive hoy en día sola en Roma.

La Schenider, la protagonista de El último tango en París(1972) de Bernardo  Bertolucci(1941), hizo unas pocas películas más porque uno de los grandes males de nuestro tiempo, las drogadicción, la hizo quedarse de lado. Tras El último tango en París la llamó Michelangelo Antonioni(1912-2007) para hacer, cosa que hizo, la trascendente El pasajero(1975) pero hasta allí llegó su carrera. El notable director italiano no la volvió a contratar porque a lo largo del rodaje debió sufrir con el hecho que se presentara drogada a las filmaciones, llegara tarde o dejara de venir por días y días.

En cambio un caso creativo es el de la gringa Meg Tilly quien si bien ha hecho pocas películas en los últimos años, pese a la notabilísima Agnes de Dios(1985), se ha apartado para dedicarse a la escritura de su obra literaria porque es novelista.

Y no se crea que nos hemos alejado con estos comentarios de El abrazo del tamarindo porque estas que hemos contado son también historias de mujeres y de algunos hombres tan conscientes de su andrógino que entienden la peculiaridad de lo femenino, son los hombres sensibles que pidió nacer Anais Nin(1903-1977) en una página de su obra(Ser mujer, 1979). Son esos hombres como el protagonista masculino de la pieza de nuestra Mariela Romero Esperando al italiano(1989), siempre presente y siempre escuchado los paliques de sus amigas, encarnado espléndidamente por nuestro gran actor Gilberto Pinto, ellas tres solitarias mujeres que no tener hombre alguno en sus vidas deciden un día comprar uno en Italia, allá va una de ellas en su búsqueda. Esta no regresa, se queda con el italiano con lo cual la pieza es además una transformación ficcional de Esperando a Godot(1952) de Samuel Beckett(1906-1989) porque ni Godot ni el Italiano llegan nunca. Pero lo que más nos interesó, entre muchos valores, en la pieza dela Romero era el hecho, con lo cual nos explicaba a nosotros mismos y a nuestras propias actitudes, que el mejor compañero, amigo y escucha de las mujeres es un hombre heterosexual porque este es el único que puede entender la peculiaridad de la femenino y no un gay, que siempre buscan las mujeres como su mejor confidente, porque sus particularidades lo hacen ser una mujer más. Pero cerramos todos estos comentarios porque ya vemos que nos hemos pasado los predios de la crítica literaria y nos hemos metido en el perímetro de la autobiografía.

 

Leído en la sesión del “Círculo de Lectura” dela FundaciónFranciscoHerrera Luque celebrado la tarde del martes 7 de octubre de 2008.

 

 

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