Extraño no, criminal

Milagros Socorro

Un apagón nacional es un evento terrible. Solo cosas malas pueden derivarse de él. En la industria, si no se ponen en marcha rápidamente las plantas auxiliares, se interrumpen procesos, se pierden insumos, ocurren accidentes, se atrasa la producción. En el comercio, se interrumpe la línea de frío, se dañan equipos, se pierden horas de trabajo. En las oficinas, se borran trabajos que no se habían guardado en las computadoras, se interrumpen las comunicaciones, se dejan de trabajar muchas horas. En las casas, se afecta la atención a enfermos y a niños, se queman electrodomésticos, las audiencias se pierden emisiones de juegos deportivos o de series dramáticas, así como horas de lectura. En las calles, queda la ciudadanía librada a mayor oscuridad, un factor gravísimo en el contexto de la violencia que impera en uno de los países más inseguros del mundo.

En todas partes, queda gente encerrada en ascensores, en vagones de metro, en estacionamientos, en locales cuyas puertas solo abren con sistemas eléctricos.

La vida cotidiana de Venezuela, con inflación, desabastecimiento, colas para casi cualquier actividad (incluida la compra de comida), corrupción desparramada hasta el más mínimo trámite, caos en el tráfico, pésimo transporte colectivo, constantes groserías proferidas por las más altas figuras del gobierno, motorizados corriendo por las aceras (sorteando los carros que ya estén estacionados en ellas), desoladora crisis de la salud… en fin, ya la cotidianidad es suficientemente dura para que, encima, falle la energía eléctrica y cause tantos trastornos.

Quienes tengan la responsabilidad, por acción o por omisión, de los seis apagones generales que hemos padecido en 5 años, han causado enorme daño al país. Lo mismo, naturalmente, que los constantes cortes de energía que castigan diariamente al interior del país, que no provocan, sin embargo, ni un solo comentario de los responsables del servicio y de la seguridad nacional.

En lugar de dar a cuentas al país y ofrecer mecanismos de reparación para los estropicios que admitan resarcimiento, los apagones nacionales ponen en marcha vergonzosos espectáculos que, orquestados entre varias instituciones, con la Presidencia de la República a la cabeza, se coordinan para frivolizar el hecho y desviar toda responsabilidad. Esto ocurrió el lunes 2 diciembre, en ocasión de otro apagón general, cuando Maduro, Diosdado Cabello y Jesse Chacón, entre otros, se turnaron ante los micrófonos para repetir una cartilla, esta vez a gritos y con más insultos y amenazas, porque como ya han hecho ese show varias veces, es preciso aumentarle hierros.

En esta ocasión no culparon a un fenómeno climático (como en su momento hicieron con El Niño); con un aparato productivo confiscado, invadido y perseguido, tampoco atribuyeron la crisis, como hizo Chávez, a sectores pudientes de la población “que derrochaban la energía”; necesitados de sobreactuar su autoridad y capacidad de intimidación, no señalan a las iguanas. Previsiblemente, la culpa es del sabotaje. Y, como se permitieron acusar algunos, sin ahorrarse amenazas, los responsables serían los líderes de la oposición democrática.

Ni un solo nombre. Ni una sola prueba. Ni un solo argumento serio o profesional. Ni un solo señalamiento sustentado en procedimientos legales. Puro espectáculo barato. Solo manipulación para las masas.

Ni un palabra de explicación acerca de lo que han estado haciendo el Ministerio de Energía Eléctrica, creado en octubre de 2009, y el Estado Mayor Eléctrico, instalado hace 8 meses, justamente para que no hubiera saboteo “de las centrales eléctricas durante las elecciones presidenciales del 14 de abril”.

El 26 de noviembre pasado, el departamento de Prensa de Corpoelec difundió una gacetilla para informar de que estaba “estaba activado el plan maestro del Estado Mayor Eléctrico preparado para atender elecciones municipales del 8D”. Cómo es que a pocos días el país entero se queda sin electricidad y el trío Los Panchos, en afinado coro, califica el desastre de “extraño”, como si no ocurriera todos los días en buena parte del país; y culpa a otro fascista, sin rostro, sin identidad y, por tanto, inimputable.

Dejo la conclusión de estas líneas a la periodista Tamoa Calzadilla. No puedo decirlo mejor: “Ante la falta de información, ¿tenemos que conformarnos con que el Gobierno no sabe protegernos del ‘sabotaje’?”

Publicado en El Carabobeño, el 04 de diciembre de 2013

 

 

2 comentarios en “Extraño no, criminal

  1. ……¿y que querés que te díga ,Ché;?….éste es nuestra letra del tango que nos han dejado todos éstos,que están allí, pero a raiz de aquel….!¿Y, sabés algo? me gustaria tanto que ésta misma letra , la leyesen en los arrabales de los Cerros nuestros, pero creo hasta seria mucho pedir, digo yo , verdad? pues ahora que tienen tambien la tecnologia de la telefonia al dia, claro quizas y sean no por cleptomania aplicada en las avenidas de la ciudad…pero entonces habrian de seguir a otros con mas amor ……..eso tambien es cierto y no criticable …ASI son las cosas , a veces !!!!!!!!!

  2. ……y eso era en los apagones de aquellos años, en los mismos años de aun y de ellos ;que sobre todo y todos al mismo tiempo permanecen alli hasta que sea haga la oscuridad total, porque esa es la oscuridad que aspiran lograr poco a poco, como estar sin ojos,en esa la negrura de sin la esperanza siquiera …….no puede pues, haber otra luz que alumbre porque enseguida se la apagan…no dejemos nos apaguen la luz………..del alma y el espíritu.!

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