El cine según… Fedosy Santaella

Milagros Socorro.-

Fedosu Santaella es escritor venezolano. Novelista, cuentista, autor de literatura infantil y juvenil, y profesor universitario. Ha publicado las novelas: En sueños matarás (2013), Rocanegras (2007) y Las peripecias inéditas de Teofilus Jones (2009); los libros de relatos Cuentos de cabecera (2004), El elefante (2005), Postales sub sole (2006), Historias que espantan el sueño (2007) Piedras lunares (2008) y Ciudades que ya no existen (2010).

 –¿Qué estrella de cine persiste en su admiración desde su infancia?

–Desde mi infancia, no estoy seguro, pero sí tengo siempre la imagen de Marcello Mastroianni en y en La Dolce Vita, películas que vi de muy joven. Yo siempre he querido tener esa elegancia, ese estilo. Nunca lo he logrado, por supuesto. También tengo la imagen poderosa (y obesa) de Orson Welles en Malpertius, de Harry Kümel, film que vi de niño y que me dejó la psique torcida hasta hoy. Pero mis referencias de infancia están realmente relacionadas con la televisión. Mi actor favorito entonces era Robert Conrad, el protagonista de la serie Wild Wild West. Recuerdo que, con mis muñecos, hacía una especie de ceremonia del Oscar donde el premio a mejor actor siempre se lo llevaba el muñeco que representaba a Conrad.

–¿Qué clásico del cine tiene ganada una reputación injusta?

–No sé si clásicos, pero creo que habría que reconsiderar algunos trabajos de Tarantino después de PulpFiction. Y Almodóvar, casi todo, me parece injustificado. La piel que habito, por ejemplo, es absolutamente horrenda, pobre adaptación y retorsión de la novela de Thierry Jonquet.

–¿Cuál es la película que ha visto el mayor número de veces?

–He visto unas cuantas veces Terciopelo Azul, Wild at Heart y Fuego camina conmigo, de David Lynch, así como El resplandor, de Stanley Kubrick. De joven vi varias veces Angel Heart, de Alan Parker, Blade Runner y Alien, de Ridley Scott, y Delicatessen, de Jeunet y Caro. Me avergüenzo un poco de haber visto repetidamente Delicatessen. De Blade Runner no me arrepentiré nunca, ni tampoco de las películas de David Lynch. Me gustaría tener más tiempo para volver a ver las de Fellini, las de Lars von Trier y las de Michael Haneke.

–¿Cuál es el mal actor (o mala actriz) cuyas interpretaciones usted, sin embargo, disfruta?

–Divine, Keanu Reeves y Scarlett Johansson. Divine era tan malo como debía de ser. Para actuar en una película de John Waters hay que ser mal actor o hacer de mal actor, pues allí está la genialidad de Waters: en sacar arte de lo que es asquerosamente malo. Divine cuadraba en eso a la perfección. Keanu Reeves, pues bueno, fue Neo y fue Constantine, no me queda más remedio. Y Scarlett…  ¿a quién le importa si Scarlett es o no es mala actriz? Verla nada más es una bendición.

–¿Cuál fue la última película cuya proyección abandonó antes de finalizar?

–No terminé de ver 12 Years a Slave, de Steve McQueen. Tampoco haré el intento de volver a verla. Es una verdadera estafa llena de falsas candilejas.

–¿Qué es lo que en verdad no soporta en una película?

–Que se pretenda extremadamente inteligente, extremadamente intelectual y además activista, que suele ser de por sí algo extremo y de más hipócrita.

–¿Ha copiado alguna vez un modelo de vestido, un peinado, un gesto o una actitud de algún actor o actriz?

–Nunca he podido ser MarcelloMastroiani en La Dolce Vita. Alguna vez intenté mirar y mover la cabeza como Christopher Lambert.

–¿Cuál es la película con la que más ha llorado?

Leaving Las Vegas, de Mike Figgis. Nicholas Cage mereció ese Oscar entonces; después no ha merecido ni siquiera esos trasplantes de cabello.

–¿Cuál es la película que más lo ha hecho reír?

–Cualquier película de Pixar me hace reír mucho. Y Shrek (la primera), que es de DreamWorks.

–¿Cuál es la peor película que ha visto en su vida?

–Se puede hacer una lista, pero para no extenderme puedo decir que Biutiful, de Alejandro González Iñárritu me pareció bastante mala, así como Mar adentro, de Alejandro Amenábar, qué película tan espantosa. Por cierto, estos dos bodrios están protagonizados por Javier Bardem, quien me parece excelente actor; al contrario de Antonio Banderas, que es pésimo. Pero qué se le hace, Bardem no tiene la culpa. Si lo recordamos haciendo de Chigurh en No Country for Old Men, se salva de inmediato.

–¿Se ha enamorado alguna vez de un actor o actriz?

–De Monica Bellucci, Monica Bellucci y Monica Bellucci. Luego están Scarlett Johansson, Isabella Rosselini y Jennifer Connelly.

–¿Qué parlamento de película suele citar en sus conversaciones?

–No cito parlamentos de películas en conversaciones, pero está el fabuloso parlamento de Roy, el replicante (interpretado por el gran RutgerHauer) en BladeRunner, donde, ya a punto de morir, dice: «Yo he visto cosas que ustedes humanos nunca crearían…»; y pasa a describir fenómenos maravillosos del universo para luego decir: «Todas esos momentos se perderán en el tiempo, como lágrimas en la lluvia. Tiempo de morir». Eso, para mí, es genial. También últimamente he estado recordando al teniente coronel (¿era teniente coronel?) Kilgore en Apocalipsis ahora y su amor por el olor del Napalm cada mañana. No sé por qué eso me recuerda al país. Y luego está una palabra, la palabra garmonbozia, en Fuego camina conmigo, palabra que significa, según Lynch, dolor y sufrimiento. Garmonbozia también me suena a Venezuela.

–¿Quiénes son la actriz y el actor que más admira en la actualidad?

–Me gusta mucho Cate Blanchett. Ha venido demostrando que es una actriz seria, de carácter, que sabe elegir bien sus roles. Aunque, debo confesarlo, su actuación en Blue Jasmine me pareció un tanto exagerada. Pero, no me cabe duda de que es una gran actriz. En cuanto al actor, pues me gusta lo que está haciendo RyanGosling, y la verdad que Brad Pitt me cae muy bien. Ah, también Mads Mikkelsen, excelente Hannibal.

–¿A cuál actor o actriz no le encuentra ningún atractivo… a pesar de que su pareja y/o amigos insisten en que es lo máximo?

–Lo siento, chicas, pero no le veo mucho encanto a George Clooney, ni gran cosa a Angelina Jolie como tampoco a Halle Berry.

–¿Le han propuesto alguna vez que aparezca en una película? Si la respuesta es afirmativa, por favor, relate el asunto.

–Alguna vez hice de mi mismo en un corto de unos estudiantes de Comunicación Social en la UCAB. Era una versión de un cuento de mi libro Piedras lunares. Yo salía escribiendo el cuento en una computadora. Sólo eso.

–Cuando se lleve al cine su vida, ¿qué genero preferiría? ¿quién le gustaría que la dirigiera? ¿qué actor le gustaría que hiciera su papel? ¿qué actores y actrices quisiera que estuvieran en los otros roles? ¿cómo empezaría la película y cuál sería la escena cumbre?

–Preferiría el género experimental-romántico-softcore-lacaniano, y me gustaría que la dirigiera David Lynch. Me interpretaría a mí mismo. ¿Por qué? Porque en la cinta también actuaría MonicaBelluci, quien me estaría besando desde el principio hasta el final de la cinta (yo no hablaría, sólo me dejaría besar toda la película por ella), y la película pues empezaría con Monica Bellucci besándome. La escena cumbre sería cuando todos los escritores venezolanos y del mundo me vieran besándome con Monica Bellucci. Por supuesto, todo esto no estaría basado en mi vida y tampoco podría ser porque me botarían de mi casa. Pero qué es la vida: una sombra, una ficción…

–¿Qué película está ligada a su vida?

–El documental Searching for SugarMan. Es una película sobre un hombre honesto con su arte que nunca jugó sucio para lograr la fama de un día que muchos buscan haciendo camarillas y alabándose entre ellos mismos.

–¿Cuál es la historia que el cine nacional debe filmar cuanto antes?

–La historia de Vito Modesto Franklin, duque de Rocanegras y Príncipe de Austrasia. (Disculpen, pero debo halar hacia mi lado, ¿no?).

–¿Cuál es la única razón por la que usted no es una estrella de cine?

–Porque soy feo y porque no sé bailar salsa… qué sé yo. Eso sí, yo siempre digo que en otra vida seré un actor famoso o un lord inglés. Son dos formas de vivir del ocio y de no tener que andar preocupándose por el dinero que me agradan. Es decir, prefiero ser actor famoso y ganar dinero con eso, a ser el testaferro de alguno de esos que nos gobiernan y que han desangrado el país y lo han llevado a la ruina en que está. Eso sí que es feo.

 

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