Milagros Socorro
-Mi ponencia consistió principalmente en lo que podríamos llamar un informe de progreso de una investigación que vengo realizando sobre un fenómeno al que he denominado tentativamente “ideologías de reemplazo en América Latina”. El objeto de esta investigación que la adelanté en el Centro de Estudios Latinoamericanos dela Universidaddela Florida, fue mostrar cómo en un momento de desorientación política, de desconcierto ideológico político, los pueblos acuden a ideologías de reemplazo, aquellas que no se definen de acuerdo con los grandes sistemas ideológicos tradicionales, sino con expectativa, actitudes, o eventualmente, una vocación del pasado histórico, pero que devuelve a la gente cierta confianza en lo que realmente le interesa a la persona, que es el mañana y no simplemente la vida cotidiana. Hicimos un seminario en el cual se examinó este fenómeno en Venezuela, en México, Cuba, Colombia, Perú y Brasil. Diversos científicos políticos e historiadores trabajaron estos campos sobre la base de valorar la propuesta en cada uno de esos ambientes históricos-políticos. Es decir, puede hablarse de ideología de reemplazo en tal país o cual otro, de manera de ir afinando los criterios.
-¿Ideología?
Ideología no es tomado con un sentido de sistemática presentación de ideas, de fundamentos y objetivos; la forma cómo se ha manejado tiene que ver más bien con aquello que antes se llamaba creencias, es decir, un conjunto de valores o de ideas que las personas admiten, aceptan sin someterlas a juicio, porque de alguna manera las dan o legan a darlas como cosa establecida.
Desde ese punto de vista, ¿por qué hablamos de ideología de reemplazo? Porque en América Latina, y no sólo aquí, se vive una situación muy seria en este campo. Esa situación está determinada fundamentalmente con la quiebra del socialismo, no sólo el socialismo autocrático sino el socialismo puro y simple. ¿Por qué decimos quiebra? Porque evidentemente el derrumbe dela Uniónde Repúblicas Socialistas Soviéticas se parece mucho a una quiebra y el derrumbe de las repúblicas democráticas de Europa, igualmente. El hecho de que los sobrevivientes del socialismo hayan tenido que consentir simbiosis con áreas del capitalismo, como sucede en China, en Vietnam, o derivado hacia una simple y pura dictadura militar, como es el caso de Cuba, demuestra que la crisis del socialismo es mucho más amplia, profunda y general.
Petimetre incapaz y cobarde
-El socialismo latinoamericano –sigue Carrera Damas- no ha tenido todavía suficiente claridad para entender que el no iniciar la crítica sistemática de ese socialismo, le cierra el futuro, porque les impide evolucionar, como ya se observa en unos lugares de Europa. Concretamente en Venezuela, nuestros sobrevivientes del socialismo no sólo no han evolucionado o no han iniciado su evolución desde el punto de vista doctrinario hacia la formulación de un socialismo moderno, compatible con el ejercicio de los derechos humanos, y compatible con grandes aspectos de la economía de mercado, como lo vemos en Italia o algunos países de democracia popular, sino que se aferran a las fórmulas más tradicionales. No iniciaron este proceso de revisión sino que se dedicaron a buscar un nuevo camino para ver si lograban lo que no lograron con la vía de las guerrillas, etc. Entonces exploraron un día que si el ecologismo, el indigenismo, la teología de liberación, etc. Y se pusieron a dar tumbos tratando de encontrar una fórmula de disimular su incapacidad crítica. Esto es lo que ha llevado a una especie de “navidad”, de ilusión con el militarismo tradicional. El puente para estas navidades lo ha establecido el bolivarianismo. Es decir, aquellos viejos comunistas, que compartían la posición de Marx acerca de que Bolívar era un petimetre incapaz y cobarde, descubrieron que Bolívar y Marx son compañeros de una misma y sola revolución, haciendo un verdadero prodigio de carácter ideológico-político.
Al mismo tiempo abandonaron su clásica posición antipuchista, dentro del esquema marxista tradicional no había mayor pecado de puchismo, porque suponía no sólo descuido sino hasta abandono de la lucha de masas, entonces todo intento de llegar al poder por la vía, por ejemplo, de un golpe militar, era condenado como puchismo, porque prescindía de las masas. Bueno, nuestros sobrevivientes del socialismo han descubierto que Bolívar era marxista y que el puchismo no era pecado, en consecuencia, si al mismo tiempo, cesa la guerra fría y el comunismo deja de ser un peligro, no hay ningún problema para el militarismo tradicional que sobrevive en la fuerza armadas, entrar en una alianza con ese sector de sobrevivientes del socialismo, llámese Partido Comunista, llámese MAS, porque éstos, a su vez, ponen en subasta su capacidad o su fuerza organizativa a cambio de un poquito de poder.
-¿Cuál es el resultado de esto?
-Para mí es un engendro ideológico-político que está codificado, que llama marxismo-leninismo-bolivarianismo. Lo importante es que esta política del partido comunista o de los sobrevivientes, es lo que le da la razón al Pacto de Punto Fijo, que ha sido absolutamente desnaturalizado y presentado como un reparto del poder. Mentira. El Pacto de Punto de Fijo lo que tenía por objeto era convenir las fuerzas políticas fundamentales en que ninguna de ellas se aliaría con los militares contra las otras dos. Era para cerrarle el paso a un retorno del militarismo en Venezuela. Esa era la orientación del Pacto de Punto Fijo. Porque los adecos sabían muy bien lo que les había pasado en el 45, que la alianza de civiles con militares podía conducir a otro Pérez Jiménez. Y fíjate cómo en realidad cuando el militarismo tradicional quiere volver a la escena política, ¿qué se busca? El apoyo del sector civil, no porque sea útil, no porque sea necesario, sino como cobertura pura y simplemente, a cambio de que estos ilusos en la última etapa de su vida tengan un poquito la sensación de poder, pero sin ninguna capacidad real. Y cuando incómodos porque surgen dos o tres críticos, que ya han surgido, los apartan. Te estoy hablando de la gente del MAS y el último gesto del presidente Chávez, apartándolos sencillamente porque hay algunos que piensan, que de pronto empezaron a pensar, porque se dieron cuenta de que si ellos quieren sobrevivir políticamente no pueden hundirse con el barco.
-Dijiste al principio que la gente tiene un interés por el mañana. ¿Eso significa que tiene un desinterés por el pasado?
-No, en absoluto. Quizás mi visión de la historia es un poco particular. Yo acostumbro a decir que soy historiador, me interesa el pasado, me interesa mucho el presente, pero me interesa sobre todo el futuro, porque para mí el tiempo no se divide en presente, pasado y futuro, el tiempo histórico es un continuo, donde hay un constante entrelazamiento de estas tres áreas de lo temporal. De tal manera que en cualquier momento que tú hagas un corte horizontal, adviertes presente, pasado y futuro, es decir, algo que fenece, algo que está en pujanza y algo que comienza a nacer. La única forma de responder a la necesidad espiritual, síquica o intelectual del hombre y por proyección ética y moral, para regular su vida y sociedad , es que él pudiera tener una respuesta tres necesidades fundamentales del hombre, que son procedencia, pertenencia y permanencia. Tú vienes de algo, eres parte de algo y no se acaba contigo tu existencia. Si no hay una respuesta a estas tres necesidades del hombre, cae en un estado de absoluto desconcierto, y en definitiva ¿por qué engañan a los pueblos cuando le hacen propaganda política? Porque en definitiva ¿qué es lo que le están asomando? La posibilidad de permanencia en un futuro mejor, que corresponda sus necesidades. Si los historiadores fuéramos menos tradicionalistas entenderíamos que el afán de alguna gente de negarnos la preocupación del futuro y obligarnos a quedarnos concentrados en el pasado, es ni más ni menos que una manipulación de la conciencia histórica.
-¿Chávez inventó el bolivarianismo para servirse de él?
-No, en absoluto. El bolivarianismo es la más clara, firme y constante y persistente producción intelectual entre los venezolanos. Tiene su arranque, su punto de partida en 1842, con la repatriación de los restos de Bolívar, pero en realidad como Bolivarianismo comienza a experimentar su gran auge con Guzmán Blanco cuando se vale de la conmemoración del centenario de Bolívar para llevarlo al Panteón, formar toda aquella especie de simbología propia y lo que es más, proclamar a Bolívar, lo que es curioso, como el gran patrón del Federalismo, que Bolívar siempre combatió y comienza a manipular el sentimiento religioso del pueblo al declarar que Bolívar es Jesucristo, él no dice “es” sino que dice “como Jesucristo”, lo que significa, mediando el místeselo de la santísima trinidad, que Bolívar es Dios, y ahí comienza a manipularse la conciencia religiosa del pueblo venezolano. Quien lo llevó a su nivel más alto fue López Contreras, mucho más alto, más sistemático y más auténtico que ahora y más convincente, porque López respetaba a Bolívar, no lo insultaba como éste. López Contreras era bolivarianista auténtico, con una gran confianza en el pensamiento de Bolívar, no era un uso caprichoso, instrumental, era para oponerse a las corrientes exóticas, la vida exótica, vale decir comunismo, en eso López veía mucho más claro que otros.
Lo que estamos viviendo ahora es otra cosa, es el bolivarianismo como ideología de reemplazo, en un momento de desconcierto ideológico en que no hay referentes, ya como saben la ausencia del pueblo socialista en la gama política lo que ha significado que ya tú no puedes ni siquiera diferenciar derecha de izquierda.
-¿Hay militarismo en Venezuela en este momento?
-Sin la menor duda. El militarismo nunca ha desaparecido en Venezuela. No significa militares en funciones públicas, esa es la parte exterior. El militarismo acá es conciencia, es lo que se enseña en las academias militares, la idea de que el militar no sólo es diferente sino superior al civil, porque es ordenado, obediente, eficiente, es limpio, en cambio el civil es toda la negación de eso. El militarismo nace de la idea de que el ejército venezolano es el heredero del ejército del Libertador y en consecuencia ellos son los encargados de velar, de administrar la obra de Simón Bolívar, en consecuencia, los únicos que pueden interpretar esa obra y llevarla a la práctica eficientemente son ellos y por eso no tienen ningún inconveniente en poner a Bolívar a desfilar en un caballo blanco el 5 de julio, en una de las cosas más ridículas que se ha hecho en este país. Los gringos se visten de George Washington, pero no lo hacen en serio, lo hacen como una evocación escolar del padre de la patria, pero ¿ponerlo en un desfile militar, con un caballo blanco?
Este sentido militarista ha estado presente, una de las expresiones más elementales de él es la diferencia que se ha establecido siempre en el ejército entre los que ellos llaman imitares y académicos. Por ejemplo, aquel que no tenga mando de tropa o que no ha estado en situaciones de conducción o de manejo de grandes unidades en áreas fuera de Caracas, etc., y se ha desarrollado en el ámbito académico, ha sido director de la academia militar, ése no es un militar verdadero. Eso lo aprendí yo en el Consejo Nacional de Seguridad y Defensa, y cuando hablaba uno de estos hombres, venía la sonrisita, como diciendo “ése no es un verdadero militar”. El militar para esta gente es el troquero, aquel que conoce muy claramente la línea de obediencia, pero va unido esto a un desprecio absoluto por el civil.
-¿Sin embargo, hay militarismo entre los civiles, en la conciencia de los civiles?
-Hay serviles del militarismo y puede haber alguno que piense que los únicos capaces de poner orden en este país son los militares. Pueden ser aquellos que añoran un padre riguroso o sencillamente que viven una situación de subordinación a una suegra, o a una esposa mandona, y consideran que sólo por la vía de la obediencia, como dijo un militar aquí, “el proceso vive momentos en que se requiere obediencia ciega”. ¿Tú te imaginas reclamar obediencia ciega en los albores del siglo XXI? Esos son talibanes del pensamiento.
-En la Simón Bolívar te preguntaron por el miedo.
-Yo dije que lo único que una dictadura militar realiza a la perfección, por supuesto mucho mejor que la democracia, es sembrar miedo, el miedo que entra hasta el hueso y que toma mucho tiempo erradicar, a los venezolanos nos tomó casi dos generaciones sacarnos el miedo a Gómez, se llegó al punto de no mencionarlo siquiera, usaban nombres alusivos, “el señor aquel”, “el bagre”… con Pérez Jiménez, igual. Y el miedo perdura. “no hables en voz alta, cuidado con lo que dices al compañero”… El mismo esquema de las dictaduras imitares socialistas.
-¿Tiene eso algo que ver con o que estamos viviendo en a actualidad?
-Eso es lo que se ha querido inculcar porque cuando, desde el poder, cualquier motivo de disidencia activa o que le sospeche como tal provoca una andanada de insultos y atropellos, eso es intimidación y ¿cuál es el objeto de la intimidación? Sembrar miedo. Yo sí creo realmente que la fuerza mayor de un gobierno no democrático es el nivel de miedo que logra inspirar. La sociedad se vuelve una cárcel. Porque no sólo viven el temor quienes están dentro de la cárcel sino también quienes están fuera de ella para no entrar a la cárcel física. En esas condiciones se puede obtener la obediencia ciega de la que hablaba ese señor. Pienso que en lo único que la democracia y la dictadura no podrán jamás competir en lo positivo es en la libertad. La dictadura no podrá ofrecerte jamás libertad.
-¿Hay asedio últimamente a la libertad en Venezuela?
-Yo creo que sí, porque nosotros partimos del concepto de libertad de opinión o de expresión. Que la gente ingenua crea que libertad de expresión significa decir lo que yo quiera, eso no es libertad de expresión. Es que mi voz, aunque sea minoritaria, tiene un sentido, es escuchada, es considerada y respetada y puede de alguna manera influir en la conducción general de la sociedad o de los asuntos. Pero si tú tienes instancias de gobierno para quienes digas tú lo que digas, no importa, ¿dónde está la libertad de expresión? Por eso yo tengo la opinión de que la libertad de expresión no se realiza en el individuo que la usa, se realiza en la sociedad como conjunto, si no, no tiene sentido, por eso creer que aquí hay libertad de expresión porque cada quien puede decir lo que quiera, es como creer que aquí hay democracia porque nadie está preso.
Verbigracia, El Universal, noviembre de 2001
Bravo Milagros! Donde estas ahora?