Milagros Socorro
Para entender el fenómeno Manuel Rosales, esa economía de recursos, contados pero rotundos, esa reticencia a la zalamería, ese arrojo físico y esa escasa disposición a victimizarse por las agresiones, en suma, ese carácter centrado, pragmático, calculador, zamarro y negado a chistecitos y exhibicionismos, es preciso hacerse una idea de lo que es Santa Bárbara del Zulia, su pueblo, y el lugar mental que siempre habita; lo que se colige por su talante cerrero y las botas de labriego que usa, en vez de zapatos de goma o mocasines, inclusive en las caminatas y en los actos públicos que él llama avalanchas.
Su estilo frontal, hurtado a las ambigüedades, y el hecho de que no puede concebirse que ante la adversidad vaya a montar un show o a desvanecerse en medio de sofocones, todo eso fue cincelado por su formación en Santa Bárbara del Zulia, un pueblo de pocas gracias urbanísticas pero situado en un emplazamiento geográfico muy bello no sólo por el paisaje natural sino por los extensos pastizales de las fincas y la vital presencia de un rebaño lujoso, robusto y rozagante (en contraste con el del llano, que tiende a cachilapo). Mientras Manuel Rosales crecía, Santa Bárbara olía siempre a bosta de vaca y estaba lejos de todo; en realidad, era un pueblo aislado (a más de cuatro horas por carretera de Maracaibo), donde la gente era recia y tenía que fajarse muy duro en el monte para andarse con maneras de patiquines. Pero cuando ya él era un joven dirigente de Acción Democrática, su pueblo se puso a veinte minutos por avión de la capital zuliana, porque desde hace mucho Santa Bárbara tiene aeropuerto y hubo una época en que en la mañana aterrizaba el DC-9 de Aeropostal y, en la tarde, el 727 de Avensa.
En Santa Bárbara se percibe una tensión subterránea. Los parroquianos son duros, que suelen contar con dos opciones para arreglar conflictos: están los tribunales… y están los otros caminos. Confían en la tenacidad de su linaje porque esas enormes haciendas están incrustadas en lo que antes eran ciénagas (descritas por Rómulo Gallegos en “Sobre la misma tierra”), ubérrimas extensiones ganadas al lago por la terquedad de unos hombres determinados a hacerse con las tierras más fértiles del país en combate con el cuerpo de agua que todo lo anegaba. Ahora tienen un monumental colchón de humus donde crecen plátanos como canoas, se yergue la palma aceitera y corren ríos de leche de la que obtienen quesos perfumados.
La trayectoria de Manuel Rosales, nacido el 12 de diciembre de 1952, en Mérida, pero sólo por la circunstancia de un traslado de emergencia de su madre, es netamente política. Su desempeño académico es breve y está impregnado de política, puesto que fue dirigente estudiantil en el liceo y enla Universidadde los Andes, donde cursó simultáneamente tres años de Derecho y de Administración. Entre las figuras que lo marcaron resalta la de Luis Vera Gómez, un prominente adeco oriental que marchó al Zulia donde le esperaban nueve años de presidio en la cárcel de Maracaibo, durante la dictadura de Pérez Jiménez. Rosales, quien se ubica en la centroizquierda, se separaría de AD en 2000, cuando creó el partido Un Nuevo Tiempo.
Concejal y alcalde de Maracaibo, hasta que ganóla Gobernaciónpara el período 2000-2004, año en que sería reelecto, Rosales ha ganado seis de las siete contiendas electorales a las que se ha presentado en 27 años. Hasta ahora sólo ha perdido en 1998, cuando compitió porla Gobernacióndel Zulia con Francisco Arias Cárdenas, quien todavía tenía el halo heroico del golpe de Estado del 92. En el 2004 se pretendió desconocer su triunfo frente al general Gutiérrez, candidato chavista, quien cantó un falso empate que Rosales rebatió con éxito.
-Quien lo haya tratado –dice Teodoro Petkoff- sabe que en materia política es extremadamente intuitivo y perceptivo. Es un político de raza. Y sus rasgos distintivos son la sencillez, la modestia y la serenidad. No es echón ni está infatuado con la popularidad. Es astuto. Y un gran fajador. No es impulsivo, mide mucho antes de tomar decisiones. Escucha, presta atención a los consejos. No sólo no teme rodearse de gente brillante sino que la procura y sabe rodearse. Por eso ha hecho un buen gobierno en el Zulia, donde ha convocado un equipo políticamente amplio, donde hay adecos, ex adecos, masistas, copeyanos.
Este aspecto es apoyado por Hiram Gaviria, quien observa que en el comando de campaña de Rosales “hay maracuchos que no siempre han estado con él, Más aún, gente que en el pasado lo enfrentó y apoyó a sus contendores. Eso muestra que no es hombre de rencores ni de pasar facturas”.
Eso no se parece a nada
En dos meses y medio de campaña, Rosales, que al momento de lanzarse era un desconocido fuera del Zulia, ha caminado más de 420 kilómetros y recorrido casi el 80% de los municipios del país. Esa demostración de vigor y su indoblegable decisión de llegar al elector de manera directa han sorprendido al país y movilizado una fuerza opositora que hace un semestre consideraba impensable una candidatura de semejante impulso-
-Ese esfuerzo –afirma Ramón J. Velásquez- prueba su capacidad como hombre de grandes jornadas. Manuel Rosales no recuerda a nadie… salvo a Manuel Rosales.
Publicado en El Nacional, noviembre de 2006
En esta tierra noble y generos que recibe y nacionaliza como Maracucho a todos aquellos que emigramos del tachira a esta tierra bella incomparable con otra encontre un caballero luchador por poner linda a maracaibo y apodado Manuel brocales por el cambio que la dio al Zulia y te digo como luchador aqui en maracaibo por la democracia en la parriquia manuel dagnino que no hay mal que dure 100 años ni cuerpo que lo resista y siempre lo digo Venezuela sera libre cuando gobierne un Maracucho ya mi paisanos lo realizaron y los llaneron la cagaron