La idea de progreso en Venezuela

Milagros Socorro

Hay que desconfiar de aquellos temas que al momento de ser planteados por los editores te parecen facilísimos. A ti te dicen: escríbete unas tres o cuatro cuartillas sobre el progreso. Y tú dices: cómo no, para cuándo. Cuentas con que será cosa de sentarse y dejar fluir unas nociones bien decantadas en el fondo de la mente. Finalmente, ¿no era Venezuela la sede del progreso en el contexto continental? ¿No y que contábamos con una enorme disposición a lo nuevo, gran movilidad social, anhelo de modernidad, inclinación al confort y a las cosas bellas –o buenas, dicen algunos-, tradición de mestizaje que nos blindaba contra el racismo y, sobre todo, una vocación democrática que nos ponía a salvo del mayor factor de atraso que conoce la humanidad, cual es el autoritarismo? Pero no enredemos, Venezuela era sinónimo de progreso. Escribir un ensayo periodístico sobre la idea de progreso debería ser un asunto de coser y cantar. Ah, pero ponte a escribir sobre el progreso para que veas lo complicado que es. Tremendo. Ha llegado –y pasado- la fecha de entrega y lo que tengo es esta arqueología de mis intuiciones.

Intento 1

La idea de progreso es un acto de fe en el futuro. Se asienta en la convicción de que aún viniendo de una etapa inicial de caos, primitivismo, pobreza, guerras y paludismo, hemos hecho conquistas importantes, que se reflejan en infraestructura, leyes, cierta paz y un acceso creciente a la educación. Pero, sobre todo, que seguiremos avanzando hasta llegar al verdadero progreso, que siempre está más allá. Esto se aplica a la sociedad y a las personas. Todo el mundo tiene la esperanza, incluso la convicción, de que algo bueno va a pasar, tiene que pasar, y redundará en su beneficio; ya sea porque el bienestar al que aspira va a llegarle por un logro producto del propio esfuerzo o porque alguien se lo procure, ya sean los hijos, en cuya formación se ha invertido; un gobernante con un verdadero proyecto de redención social; o algún golpe de suerte, como le pasó a fulano que consiguió un buen trabajo; a zutano, que se puso en la buena; o a perencejo, que hizo un buen matrimonio.

Hasta hace unas décadas casi todas las estadísticas eran halagüeñas para Venezuela: había más libertades, mayor adelanto tecnológico en casi todos los sectores, más puentes y carreteras, más escuelas, liceos y universidades, más doctores, más mujeres educadas y en cargos de responsabilidad, más museos y menos alpargatas y mortalidad infantil. La inmigración, además, había traído artesanos hábiles y su impronta era evidente en la construcción y el urbanismo. Y, como dijo una señora de conservadora prosapia andina, “desde que llegaron los italianos a Venezuela, ya nadie se queda soltera”.

Más que una fantasía, el progreso era un dogma. ¿Se ha manifestado alguien, alguna vez, en contra del progreso en Venezuela? Bueno, algún estrafalario habrá que se manifieste contrario al ingreso de las mujeres a la universidad o al cuerpo de bomberos; y no ha faltado quien considere la correcta expresión verbal un signo de adscripción a la oligarquía. Pero no pasan de ser los necios necesarios.

Intento 2

Si tuviéramos que encontrar un momento venezolano que condense la noción de progreso, ¿cuál sería? El evento tendría que mostrar el erial del que venimos y la cornucopia que se avizora: pasado y futuro conectados en una especie de instantánea sacada del álbum de la historia. Ese instante prodigioso es el reventón del Barroso 2, en la aldea deLa Rosa, cerca de Cabimas, a un kilómetro y medio del lago de Maracaibo. A las 7 de la mañana del 14 de diciembre de 1922, la pequeña comunidad deLa Rosafue sacada de las hamacas por un estallido que no parecía de este mundo. Desde una profundidad de457 metrosacababan de brotar en forma abrupta casi cien mil barriles diarios en un chorro de60 metrosde alto y30 centímetrosde diámetro, “que se abrió en el aire como el paraguas de un titán”, como dijo un testigo.

La paradoja está en que el baño de petróleo vino a cernirse sobre un caserío de humildes viviendas y calles de tierra con zanjas laterales que se llenaron del fluido negro. Tal era la precariedad de aquella gente, que dieron credibilidad a un rumor según el cual el sacerdote local había declarado que la barrena había tocado las profundidades del infierno. Y una semana después, mientras los trabajadores batallaban para aliviar en algo el estropicio, hombres con tambores marcharon hacia el pozo y, lo más cerca posible, pusieron una imagen de San Benito. Mientras el pozo rugía y los bañaba, ellos golpeaban los tambores e imploraban al santo para detuviera el líquido. Pasaron toda la noche de rodillas, rezando y cantando en la oscuridad. Al otro día el chorro cesó. En nueve días se habían esparcido150.000 metros cúbicosde petróleo en la atmósfera del Zulia.

-El país no había dejado de ser colonial y ya empezaba a ser moderno –diría Héctor Malavé Mata.

Intento 3

Vecino de mesa en días pasados, le pregunto al escritor y periodista Fausto Masó cómo enfocaría la cuestión del progreso entre nosotros. Sin pensárselo, y sin asomo de duda, espeta: “aquí el progreso está ligado a dos factores, la lotería y la amistad con algún candidato a lo que sea. Todo eso desemboca en Chávez, que es la refutación, no de la idea sino de la posibilidad de progreso en Venezuela”.

Nada, que algunos lo tienen más claro.

 

Publicado en la Revista Clímax, enero de 2008

Un comentario en “La idea de progreso en Venezuela

  1. Hemos estado con la voluntad siempre en «on» , para empujar o logar mantener en alto lo que esa tolda de «no se que y de bichos hechos al revés » se empeñaron en colocarlo todo en «off» bichos si ,palaba esta ( propia e idiosincracia creo nuestra) casi todos hipnotizados llevados y arreados algarete por esa cosa indomita , rojiza al que le falta el trincho y demas; pero si con microfono en mano y el doble discurso ,que logra engañar al que se deja por canjeo barato y otros no tan barato ,segun el escalafon de la escala en la avaricia , chulismo ,etc

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