Milagros Socorro
Tomás Eloy Martínez es novelista y periodista argentino.
-¿Qué estrella de cine persiste en su admiración desde su infancia?
Gene Tierney. Y me gustaría saber por qué. Es un misterio que no he descifrado. Tal vez porque su belleza de fantasma me impresionó cuando la vi de niño, en Laura; tal porque me parecía la más inaccesible de todas. El otro día volví a verla por televisión en El cielo puede esperar, una película de Lubitsch, con Don Ameche, y aunque la habían afeado y envejecido, seguía irresistible.
-¿Cuál es la película con la que más ha llorado? ¿Y cuál, la que más lo ha hecho reír?
-Lloro con casi todas las comedias románticas, porque no me defiendo de los golpes bajos. La que más me hizo reír fue Los diez mandamientos de Cecil B. De Mille. Para hacerle justicia escribí sobre ella una crítica en broma que publicó La Nación de Buenos Aires, diciendo que Dios hablaba en letras góticas y cosas por el estilo. Me costó el puesto.
-¿Qué es lo que en verdad no soporta en una película?
-Que sea presuntuosa. Me he levantado en la mitad de algunas películas de David Cronenberg, como El almuerzo desnudo. Pero hay directores como Orson Welles que, cuanto más presuntuoso, más me gusta. Al talento se le tolera todo.
-Si pudiera elegir personalmente, ¿qué actores le gustaría tener en una adaptación ideal de Santa Evita?
-Para Perón dudaría entre Alberto Sordi y Robert de Niro. Si pudiera desplazarme a otro tiempo, elegiría para el papel del coronel Moori Koenig a Erich von Stroheim, que murió en 1957. Evita puede ser cualquiera, menos Madonna. Tal vez Madonna sea una diosa, pero es de otro cielo.
-¿Quiénes son los actores que más admira en la actualidad?
-Me gusta tanto el cine que admiro a los últimos que veo, tal vez porque no es mi oficio y me basta con que me hagan creer su personaje. En este momento pienso en Tommy Lee Jones y en Uma Thurman, o el protagonista masculino de Shall We Dance? y la femenina de Amores perros. ¿Por qué razón? Porque los tengo en la memoria.
-¿Qué final de película le gustaría reescribir?
-Hace poco volví a ver Vértigo, de Hitchcock, que me parece una película casi perfecta. La reescribiría para quitarle los sueños, que introducen un indigno toque de Walt Disney en un engranaje tan delicado, y para mantener viva de alguna manera a Kim Novak. No digo que el final sea malo. Pero es una lástima que Kim Novak no resucite y se quede para siempre tal como estaba en las últimas imágenes de ese film.
-¿Ha aparecido en alguna película?
-En 1962, Augusto Roa Bastos y yo escribimos el guión de una película de Daniel Cherniavsky que se llamaba El último piso. Faltaban extras para una escena en un ómnibus, y tanto Roa como yo aparecemos sentados en el mismo asiento, fingiendo que conversamos.
-¿Qué secuencia, de qué película, es su favorita?
-Tendría que mencionar por lo menos cinco: la transformación de Kim Novak en Vértigo; el paso del transatlántico en Amarcord; las escenas de batalla en El emperador y el asesino, película china de Chen Kaige; todo el final de El ciudadano; y la secuencia inicial de Hiroshima mon amour.
-¿A qué estrella de cine suelen decirle que se parece?
-A Raúl Amundaray, pero nunca me lo creí.
-¿Qué parlamento de película suele citar en sus conversaciones?
«Nadie es perfecto», la frase final de Una Eva y dos Adanes.
-¿Cuál es la única razón por la que no es estrella de cine?
-Soy, pero nadie se ha dado cuenta.
-¿Cuál es la peor película que ha visto en su vida?
Los diez mandamientos, de Cecil B. De Mille
-¿Qué elementos no deben faltar en un guión de cine?
-Que todas las partes encajen. El ciudadano, Pulp Fiction, Memento y Amores perros son ejemplos de lo que digo. Los tiempos van y vienen de un lado a otro y el espectador jamás se pierde.
-Mencione los instantes estelares del cine latinoamericano.
-Voy a mencionar seis: El cine argentino entre 1938 y 1942. El cine mexicano entre 1942 y 1945. Buñuel en México. El cine brasileño de los años 50. El cine venezolano de la estética balurda. Amores perros.