Paletas de helado
Milagros Socorro
El papel aguarda junto al lavaplatos. Entro a la cocina a recogerlo. La mano morena emerge de la batea donde ruge un mar de loza, coge el papel y me lo extiende. La espuma de detergente que orla la muñeca de la empleada doméstica semeja un puño de encaje. Me siento a la mesa con una taza y el papel. Y desde el primer vistazo soy presa de la perplejidad: ¡la lista de útiles escolares de la Unidad Educativa Lorenzo Herrera Mendoza, en Caracas, exige 60 cosas a un niño de tercer grado!
Además, tal como reza al final de la insólita enumeración, “todos los útiles deben venir debidamente forrados e identificados. Los cuadernos deben venir con sus márgenes en rojo, para las niñas; y en azul, para los varones” [los acentos y las puntuación son de una servidora, puesto que la acotación está exclusivamente en mayúsculas y sin treguas respiratorias]. De manera que no solo es preciso levantar fondos para costear semejante exigencia sino que también habrá que pasarse una o dos noches en vela forrando cuadernos ¡y trazando márgenes!
La lista establece la obligatoriedad de adquirir cajas de creyones “de madera”, témpera y lápices de una determinada marca comercial; un juego didáctico; papeles de todas clases (bond, celofán, crepé, seda, lustrillo, contact, cartulina corrugada y doble faz … y las infaltables paletas de helado. Hice mis estudios primarios al pie de la Sierra de Perijá, en los años 60, antes de los computadores personales, del video beam, de Internet, y ya entonces las paletas de helado no transmitían ninguna enseñanza, no eran vector de contenido alguno. En fin, no servían para un carajo. Los años han pasado, hace décadas que me despojé de las medias tobilleras, ya el médico me encargó un análisis de hormonas en sangre (valores a la baja), Venezuela ha sido castigada con una década de “revolución”, ¿y todavía siguen pidiendo paletas de helado? Mientras los niños japoneses presentan propuestas postnucleares para aprobar el segundo grado de primaria, aquí seguimos con los paleticas…
El costo de la lista supera el millón de bolívares. Mi empleada no lo tiene. A mí no me sobra, una vez cumplidos mis propios compromisos. ¿Cómo va a llevar el muchachito los rollos de papel higiénico, el paquete de vasos desechables? Por suerte, no le pidieron potes de pintura de caucho y de acrílico o rollos de papel absorbente, como han impuesto en otras instituciones públicas.
Esto ocurre al tiempo que los estudiantes gobiernistas de la UCV protestan por la subida –al ritmo de la unidad tributaria- de los aranceles para cursar una segunda o tercera carrera. Pero ni una palabra sobre las aberrantes listas de útiles (en su mayoría inútiles), violatorias de lo establecido en Art. 102 de la Constitución: “La educación es un derecho humano y un deber social fundamental, es democrática, gratuita y obligatoria”. Ante el abuso con las impagables listas no hay sensibilidad ni de estos bachilleres “socialistas” ni del propio gobierno que, alegre e irresponsablemente, organiza ferias de útiles “a precios socialistas”, donde los comerciantes “socialistas” reciben amplia promoción en los publirreportajes de ABN. Estas mujeres pobres y sus pobres hijos no tienen quien proteste por sus derechos, ni quien recalque a gritos la gratuidad de la educación. Lo que sí tienen es un gobierno autoritario que destituyó varios directivos de escuelas por haber aceptado la donación de útiles hecha por el alcalde metropolitano, Antonio Ledezma, en 23 institutos de la zona.
Tulio Ramírez, coordinador del Doctorado en Educación de la UCV, glosa el fenómeno: “En la más rancia tradición del capitalismo salvaje, el Gobierno nacional ha convertido a los pobres en socios capitalistas del Ministerio de Educación. Los de menos recursos deben contribuir al mantenimiento de las escuelas públicas a través de insumos de oficina o limpieza, disfrazados de útiles escolares y listas de enseres que se repiten año a año y que nunca son devueltos a los alumnos”.
Total, Chávez, que llegó con la promesa de entregar una computadora a cada niño, demolió la democracia, arruinó al país; y no ha sido capaz de dotar a los escolares venezolanos ni de libros de texto, que los desheredados de esta tierra deben comprar con sus salarios devaluados. Viéndolo bien, más útiles eran los palitos de polo con que hacíamos vainas inservibles en Machiques.
El Nacional, 11 de octubre de 2009
maldito gobierno ladròn
Cómo aprendíamos en la escuela de mi infancia de bulto y guardapolvo. Lo más que yo llevaba era una arepa rellena de queso y mantequilla en una lonchera hecha con una bolsa de Harina Pan.