El cero como meta
Milagros Socorro
Ya descubrí por qué Alí Rodríguez Araque conserva cierta reputación de seriedad. No más que un jirón, pero demasiado, para lo que ha sido su reciente desempeño como funcionario y economista.
Tuve la revelación esta semana, cuando bajé el volumen del televisor para no escuchar las irresponsables babiecadas del ministro de Economía y Finanzas; y de pronto, en un segundo, pasé de verlo como un idiota que repite las cantinfladas de Chávez a percibirlo como un hombre sensato, sobrio y moderado. ¿Qué es esto?, me alerté, con ese pasmo sobresaltado que experimentamos cuando topamos de frente con una falsa certeza que hemos venido albergando y que nos ha conducido a emitir juicios errados. Subí el volumen y, qué alivio, ahí estaba otra vez el Mujiquita del mandón, el recitador de boberías, el cínico que apoyó el despido de 20 mil trabajadores de la industria petrolera, sin honrar sus derechos laborales ni detenerse a considerar el daño que se le hacía a tan fundamental rubro productivo.
Hagan la prueba. Ustedes dejan el audio y escuchan al comandante Fausto plantado frente al país diciendo que “el Gobierno nacional continúa trabajando para cerrar el año con un crecimiento cero”. Esto es, -por favor, corríjanme los especialistas-, como si un paciente reportara a su médico que está empeñando toda su voluntad para mantener sus 200 kilos, no fumar más de tres cajetillas y ejercitarse al menos tres minutos al día. Se jacta el enfermo de su afán por no alterar un cuadro agónico.<
Y ahora quiten completamente el sonido. Verán que el bufón aparece como un sujeto solemne, de aire litúrgico; y entonces da la impresión de que estuviera anunciando un balance de cero en inflación, cero en racionamiento eléctrico, cero en inconstancia en el racionamiento de agua… tal es el magisterio que emana de sus gestos.
Hundo el botón que devuelve la sonoridad al televisor y ahí está el mismo fracasado, atribuyendo el despiporre de la economía, y todo el desastre que abruma a los venezolanos, a la baja de los precios petroleros cuya alza, “es dictaminada por los mercados especulativos y no por la relación entre oferta y demanda”. Y una se pregunta, indignada, pero ¿este no es el recadero de Chávez, quien aseguró en una alocución pública que si le ponían el barril de petróleo a cero, él, con toda frescura, se limitaba a tomarse un vaso de agua? Cómo es, entonces, que la inflación de dos dígitos, el desempleo, la baja en la demanda de bienes y consumos, en suma, la estanflación que azota a Venezuela es culpa de los especuladores del mercado de hidrocarburos.
Venga otra vez la voz de Alí Rodríguez y, sin alterar ese aire lóbrego que en Maracaibo llaman “forro de urna”, lo oímos reconocer lo inocultable, el hecho de que el Producto Interno Bruto (PIB) retrocedió un 4,5% en el tercer trimestre de 2009, después de haber caído un 2,4% en el segundo. Pero su balance de fin de año es que tendremos un crecimiento “modesto”. La verdad es que no se aparta ni un milímetro del modelo de Chávez: dice lo mismo, engaña con idéntica frialdad, no difiere un ápice de los deleznables galimatías con que el autócrata intenta disfrazar una realidad que muerde con saña la nuca de la ciudadanía.
Hazlo enmudecer en la pantalla para que veas sus intentos de aparecer protocolario, hierático, no desmelenado como ciertos payasos. Si no lo oyes podrías moverte a engaño y concluir que un señor de modales tan augustos no puede meterse en el mismo saco de aquellos hombrecitos sin dignidad, que no titubean en contradecirse ni en enviar un pueblo entero a la desgracia. Parece que todos sus pensamientos y energías están concentrados en lucir “lo más aparte”. Cuidado. No me confundan con cualquier folklórico. Yo soy un académico, un tipo ceremonioso. Pero prestas oído a sus declaraciones y está diciendo que Venezuela debe prepararse para “un posible conflicto armado”.
Conclusión: a Alí Rodríguez lo prefiero calladito. Así proyecta la ilusión de que se está presentando un informe que da cuenta de cero homicidios, cero secuestro express, cero parturientas ruleteadas, cero fuga de cerebros, cero medios de comunicación cerrados, cero corrupción administrativa, cero abusos de los jerarcas bolivarianos, cero deterioro de la infraestructura. Y, lo mejor, cero presos políticos.
El Nacional, 22 de noviembre de 2009<