El koala de Rengifo / El Nacional, 14 – 03 – 2010

El koala de Rengifo

Milagros Socorro

Llamé a la tía. Teresa, se llama. Me dijeron que se había ido a oriente. A donde unas hijas que acaban de construirse una casita; y, claro, todavía no tiene teléfono. No, Teresa no tiene celular o no se lo llevó. No tiene ganas de hablar con nadie.
Teresa viajaba junto a su sobrino, Luis Alfredo Rengifo Sánchez, de 43 años, el domingo de la semana pasada. Acababan de iniciar el trayecto de Caracas a Higuerote en un autobús de la Cooperativa de Transporte Encarnación Barlovento. Era de mañana y el calor resultaba abrumador. Los pasajeros hacían esfuerzos por no dejar expuesto el más mínimo fragmento de piel al contacto con los asientos porque la sensación pegajosa era insoportable. Algunos se abanicaban con periódicos doblados. En ese momento, el viaje que apenas se iniciaba parecía eterno. Así iba a ser para Rengifo.
Cerca de las 9 de la mañana, cuando el autobús transitaba cerca de la estación de servicio de La Urbina, tres tipos que iban confundidos con los pasajeros se levantaron, sacaron sus armas y, como si hiciera falta, informaron de que aquello era un atraco. El fin de semana estaba arruinado. Los viajeros, muchos de ellos en el enésimo trance de entregar sus posesiones a miserables hampones, hicieron lo que se les ordenaba, concentrados en la oscuridad que encierra el ánima de los cañones. Rengifo no fue la excepción. Inclinando lentamente el torso, soltó la correa de su koala y lo entregó al malandro presuroso. Su tía hizo lo mismo con el monedero. Concluida la rápida recaudación, los asaltantes descendieron del vehículo y emprendieron despreocupada caminata por la calle.

De pronto, sin pronunciar palabra y antes de que los pasajeros comenzaran a rumiar su mala suerte y áspera resignación, antes incluso de ponerse una mano en el pecho y felicitarse de seguir vivo, Rengifo dio tres zancadas y el vaho caliente de La Urbina le llenó los pulmones. Iba a recuperar su vaina. Corrió tras los malandros y uno de ellos le dio dos tiros. Cayó sobre el pavimento, que entonces comenzaba su lenta progresión al hervor del mediodía.
Si ya todo había pasado, si nadie había salido lastimado, si el mal estaba a punto de perderse por una de esas avenidas de Caracas, por qué Rengifo no se quedó quieto, profirió dos insolencias y esperó al lunes para buscar un buhonero que tuviera un buen koala por un precio aceptable. Qué lo impulsó a saltar de un lugar que entonces ya era seguro, puesto que el riesgo se había hecho realidad y lo que vivimos temiendo ya había ocurrido. Qué había en ese koala que pudiera ser tan valioso como para enfrentarse a tres psicópatas armados.
La tía Teresa comentó antes de marcharse que Luis Alfredo había respondido a un impulso. Había sido una reacción impensada. Ella no supo por qué lo hizo. Y tampoco tuvo cabeza para hacer el inventario de lo que había en aquel koala. Pero era viernes, es posible que Rengifo tuviera su quincena y que, además, un colega le hubiera pagado una deuda y entonces tuviera una cantidad muy apreciable para él. Es posible que llevara la cédula recién sacada, tras un trámite eterno y la consabida porción de molestias. No es de descartar que tuviera un pasaporte, podría tener parientes en Colombia y por ahí viene Semana Santa. ¿Habría, ay Dios, una carta que anhelaba leer otras cien veces? Una de esas cartas que dan la vida. ¿Habría cometido el error de dejar en su koala el trocito de papel donde había borroneado un número de teléfono y el nombre de quien le había ofrecido un trabajo, una habitación de alquiler, una segunda opinión, una cita, un respiro…?
La noticia apareció el martes y desde entonces no he dejado de pensar en Rengifo, de preguntarme qué había en ese koala, qué puede ser tan importante para sacar a un hombre del refugio que constituye un autobús donde ya ha pasado la maldad como un celaje voraz. Qué impulsó a este hombre, que ha podido pasar el trago amargo mirando el Caribe en Higuerote.
Según fuentes policiales, en el koala estaban su teléfono y su billetera, en la que había muy poco dinero. Entonces fue la rabia. Y la determinación a no tolerar más humillaciones, ésa que arrastró a dos mulatos cubanos a una huelga de hambre que ya mató a uno y que tiene al otro conectado a los tubos de la terapia intensiva. Es esa rebelión que siempre está ahí, palpitante.

El Nacional / 14 de marzo de 2010

2 comentarios en “El koala de Rengifo / El Nacional, 14 – 03 – 2010

  1. Excelente, Milagros. Como todo lo que escribes… reflejas lo que estáocurriendo en el país. Cuando menos lo pensemos habrá una reacción que desencadenará situaciones de mucha violencia. Ojalá podamos organizarnos y unirnos para responder y rechacar los atropellos a los que somos sometidos por este régimen.

  2. Le debe resultar muy duro escribir este tipo de crónica, le quedo muy bien. Triste, pero bien, esos sinsabores que deja el no estar ciego, sordo y mudo, que nos lleva por la calle de la amargura desde hace mucho tiempo.

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