Tenía que hacerle una entrevista a Laura Restrepo…
Milagros Socorro
En la mañana, mientras la espero, opto por hacerle una entrevista literaria. Considero que ya están suficientemente divulgados sus antecedentes políticos y sus posturas ideológicas. Se sabe que Laura Restrepo (Bogotá, 1950) es escritora, periodista, que en 1983 fue seleccionada por el presidente Belisario Betancur como miembro de la comisión negociadora de paz entre el gobierno colombiano y la guerrilla M-19, que esas gestiones no llegaron a mucho pero que el frecuente trato con los guerrilleros derivó en su adhesión a la causa insurreccional y por eso ella es ex-guerrillera. Se ha divulgado también que a partir de esa experiencia escribió su reportaje Historia de un entusiasmo, un testimonio por el que recibió las amenazas de muerte que la condujeron al exilio, en México y España. Sus lectores podemos dar fe de que tiene un gran dominio del oficio literario, que sus tramas están construidas sobre sólida arquitectura y aquella noche en el San Ignacio reveló que suele escribir a mano las subtramas que sostendrán sus historias, en fichas de diferentes colores, una para cada personaje y sus circunstancias. El ejercicio, entre el garrapateo en las fichas multicolores y la versión final, suele tomarle años. No por nada hace ya unos seis años que puede vivir de la literatura.
Y es muy conocida su trayectoria en la militancia: “nuestra manera de ser jóvenes era entrar a la izquierda, meternos a los partidos políticos y en sociedades tan segregadas como la nuestra ese era el vehículo para entrar a conocer ese otro lado del país que sabíamos que existía pero que nunca habíamos recorrido. Era soñar con un país construido por nosotros mismos, de acuerdo a parámetros igualitarios y de justicia”.
Como en el último momento me he enterado de que en los escasos tres días que duró su estadía en Caracas se reservó unas horas para atender la invitación del Vicepresidente de la República, José Vicente Rangel, para compartir un almuerzo, me decido a preguntarle al respecto.
Sentada en el marco del ventanal que da a la piscina me explica cómo es que tiene esa cara tan especial (muy hermosa, en verdad), cuyas facciones recuerdan las de Sofía Loren. “Mi madre es descendiente de italianos”, me dice, “mi segundo apellido es Casabianca”. En algún momento se lamenta de haber perdido la melena de su juventud, dice que no se acostumbra a llevar el cabello corto y carecer de la espesura de otros tiempos. “¿Te has fijado que las protagonistas de mis libros siempre tienen una gran cabellera negra, larga y muy abundante?”. No me había fijado, la verdad. “¿Así era mi cabello antes, es la manera que he encontrado de recuperarlo, al menos mientras escribo la novela”. Después me dirá que los guerrilleros que conoció en el proceso de negociación eran gente encantadora. Le creo porque ella, el encanto propiamente dicho, se sumó al grupo, como integrante del brazo político.
Me resulta evidente que está harta de conceder entrevistas. Quiere hablar de lo que se antoje. Y abre fuegos con el tema de los hijos. Ambas tenemos un hijo único, varón, de 23 el de ella. Saca su monedero y me muestra una foto del muchacho, es un hombretón bellísimo, muy alto y de cara angelical. “Su padre es argentino”, me dice. Ha debido conocerlo cuando se matriculó en el Bloque Socialista y estuvo militando en la clandestinidad, en Argentina, durante la dictadura. Colaboró con las madres de la Plaza de Mayo y con los familiares de los desaparecidos. Por algún motivo, me inhibo también de sondearla sobre esto. No quiero interrumpirla, me está hablando de la crianza de los niños en la clandestinidad, de la inverosímil capacidad infantil para memorizar las intrincadas historias de los guerrilleros y no cometer errores que puedan acarrearles detenciones, presidios, la muerte.
Laura Restrepo era y es trotskista. “Es una actitud y una referencia para entender el mundo. Además, sobran motivos para reivindicar el pensamiento de Trotsky: predijo la caída de la burocracia soviética, así como la voracidad de un capitalismo que iba a llevar a la destrucción masiva si no se hacían ajustes; y advirtió que la solución no estaba en un solo país porque esto era una cadena en la que todos estaban implicados. Todo eso sigue siendo absolutamente válido. Yo no puedo dejar el trotskismo porque me tendría que volver otra cosa, quizá nada. En fin, no se puede dejar de ser lo que uno fue en su juventud para transformarse en otra cosa. No era un sombrero que te lo ponías y lo luego lo botabas.”
Desmenuzamos su novela minuciosamente. Me hace preguntas. Le respondo con toda libertad, misma que ejerzo cuando me pide que le señale lo que no me gusta en Delirio. Le digo que no veo la necesidad de que Agustina, su protagonista, tenga ciertos poderes paranormales. Inmediatamente capta que lo que me choca es la revisitación del realismo mágico y me explica que dotó a su personaje de esa cualidad para burlarse del realismo mágico, que en su opinión es un atajo que siempre se le está pidiendo a la literatura colombiana. “Eso es un fastidio”. Le digo entonces que su novela es profundamente colombiana no en la violencia, ni en los mafiosos ni mucho menos en esa alcabala de realismo maravilloso, sino en la vocación endogámica que recorre ese corpus. Es el incesto lo que hace a esa novela hondamente colombiana. Y ella, en plena concordancia, me dice: “Sí, el incesto es el gran secreto que debe ocultarse con montañas de mentiras.”. Y por ahí seguimos conversando como dos horas más. Y cuando me iba le pregunté por el Vicepresidente. “Es un hombre sorprendentemente culto. Un caballero”.
Complacida además de agradecida; por permitir a una ciudadana común, disfrutar de una entrevista en la que me adentre, desde el comienzo; aprendiendo de esa enigma que mostraba al principio en los lapsos de espera y el tiempo justo o necesario en el que haría su grata labor, entrevistar desde el punto de vista periodístico a una escritora como Laura Restrepo, a mi como lectora me gustan esos intríngulis, esa familiaridad, lo dócil o rendida que se mostró ante su persona, hablar de los hijos y más si ambas coinciden con tener uno solo y de la misma edad, ya abre los caminos para que dos mujeres, abandonen en horas las labores por las cuales se citaron y acordaron.
Sin entrar en su mente ni menos pretender hacerlo, quedas en un vaivén del personaje que estudiaste y al que ibas a consultar, con tus razones, inquietudes, lo que sólo tu deseabas de esa conversación, ella en mi opinión demostró que hay cosas tan irrelevantes en las que los humanos nos enfrascamos y somos necios o inconscientes de ello ¡qué maravilla es la experiencia y si le añades el conocimiento y la inteligencia! Pues no hay duda que ponerse rubia o usar el pelo corto no daña nuestras neuronas, por supuesto que hablo de esto en sentido figurado u humorístico, de tu escrito Milagros; perdona lo fraterno o cercano, no tengo culpa de leerte y seguirte, aunque no me de garantía alguna de esa alianza, tampoco la pretendo, se perfectamente cuál es la función y labor de un comunicador social y se respetar y valorar; las amistades tuyas, propias que no son mías, sólo quiero o pretendo darle un toque de soltura ante el protocolo pertinente.
De toda lectura, escrito, documento, entrevista extraigo siempre un mensaje o una frase, que en mi causa efecto alentador y hasta consolidado y cito a Laura Restrepo “Entonces me dice que las voces declarantes nunca son demasiadas, que el diálogo nunca sobra, que lo que sale sobrando siempre es la violencia que se desata cuando el diálogo cesa y las partes sienten que no tienen nada que decirse, que sólo les queda el plomo, la destrucción, la muerte” … allí pienso en que somos una sociedad valiente, que por ya más de una década hemos resistido estoicamente ésta desgracia de tener como figura presidencial al despreciable del que no quiero decir más nada, demasiado protagonismo le dan todos como personaje mediático. De su parte también cito y que me pareció excelente y como creyente de Dios es cuando pensaste “Rezo por que tenga razón” es la base en mi opinión más sustentable y con sustento de la cual me aferro y sostengo mi ADN democrático.
Atentamente
Isabel Fonte de Bencomo
@isabelbf26
Complacida además de agradecida; por permitir a una ciudadana común, disfrutar de una entrevista en la que me adentre, desde el comienzo; aprendiendo de esa enigma que mostraba al principio en los lapsos de espera y el tiempo justo o necesario en el que haría su grata labor, entrevistar desde el punto de vista periodístico a una escritora como Laura Restrepo, a mi como lectora me gustan esos intríngulis, esa familiaridad, lo dócil o rendida que se mostró ante su persona, hablar de los hijos y más si ambas coinciden con tener uno solo y de la misma edad, ya abre los caminos para que dos mujeres, abandonen en horas las labores por las cuales se citaron y acordaron.
Sin entrar en su mente ni menos pretender hacerlo, quedas en un vaivén del personaje que estudiaste y al que ibas a consultar, con tus razones, inquietudes, lo que sólo tu deseabas de esa conversación, ella en mi opinión demostró que hay cosas tan irrelevantes en las que los humanos nos enfrascamos y somos necios o inconscientes de ello ¡qué maravilla es la experiencia y si le añades el conocimiento y la inteligencia! Pues no hay duda que ponerse rubia o usar el pelo corto no daña nuestras neuronas, por supuesto que hablo de esto en sentido figurado u humorístico, de tu escrito Milagros; perdona lo fraterno o cercano, no tengo culpa de leerte y seguirte, aunque no me de garantía alguna de esa alianza, tampoco la pretendo, se perfectamente cuál es la función y labor de un comunicador social y se respetar y valorar; las amistades tuyas, propias que no son mías, sólo quiero o pretendo darle un toque de soltura ante el protocolo pertinente.
De toda lectura, escrito, documento, entrevista extraigo siempre un mensaje o una frase, que en mi causa efecto alentador y hasta consolidado y cito a Laura Restrepo “Entonces me dice que las voces declarantes nunca son demasiadas, que el diálogo nunca sobra, que lo que sale sobrando siempre es la violencia que se desata cuando el diálogo cesa y las partes sienten que no tienen nada que decirse, que sólo les queda el plomo, la destrucción, la muerte” … allí pienso en que somos una sociedad valiente, que por ya más de una década hemos resistido estoicamente ésta desgracia de tener como figura presidencial al despreciable del que no quiero decir más nada, demasiado protagonismo le dan todos como personaje mediático. De su parte también cito y que me pareció excelente y como creyente de Dios es cuando pensaste “Rezo por que tenga razón” es la base en mi opinión más sustentable y con sustento de la cual me aferro y sostengo mi ADN democrático.
Atentamente
Isabel Fonte de Bencomo
@isabelbf26