La propuesta del plebiscito reveló las ambiciones de Pérez Jiménez de convertirse en mandatario perpetuo y avivó las suspicacias que apuntaban a la disposición del dictador de propiciar un fraude electoral que lo amarrara en el poder. Todo eso generó una sensación de repudio que congregó a diversos sectores del país y creó las condiciones para que se incrementara el movimiento de resistencia política. Entonces regresó lo que Héctor Rodríguez Bauza, líder estudiantil de entonces, llama “el ímpetu unitario”, que había marcado los acontecimientos de finales del 51, y cobraron mayor fuerza la Junta Patriótica y el Frente Universitario.
Conformado alrededor de abril de 1957, el Frente Universitario era la unión de las organizaciones políticas estudiantiles, básicamente de la Juventud Comunista y de Acción Democrática, representadas por Germán Lairet y Américo Martín, respectivamente. Al poco tiempo estos dos líderes cayeron presos y fueron sustituidos por Héctor Pérez Marcano, de la Juventud de AD, y Héctor Rodríguez Bauza, el dirigente estudiantil de mayor experiencia del Frente, ya que venía de militar en el Partido Comunista desde septiembre de 1946 y en noviembre de 1948 había sido designado secretario general de la Juventud Comunista en Caracas. En 1950, a sus veinte años, Rodríguez Bauza se inscribe en Economía de la UCV.
A ese núcleo inicial se uniría COPEI, representado por José de La Cruz Fuentes, y ya en noviembre del 57, URD, por José Rodríguez Mudarra. Por curiosa coincidencia, los cuatro eran margariteños. Y no lo supieron sino hasta el día en que José de La Cruz llegó a una reunión con un pedazo de gofio que provocó los comentarios de sus compañeros. “Es que yo soy margariteño”, explicó. “Yo también”, dijeron, uno a uno, los otros tres.
Cohesionado por la procedencia geográfica de sus miembros pero, sobre todo, por el fervor antidictatorial que los animaba, el Frente Universitario comenzó a promover acciones de agitación en las universidades y liceos. “La lucha”, recuerda Héctor Rodríguez Bauza (Margarita, 1930), “cobró impulso con la incorporación de la Iglesia como factor activo de la resistencia contra Pérez Jiménez. Los estudiantes teníamos contacto con varios sacerdotes que, en sus sermones, aludían a la situación del país; y estábamos preparados con volantes que lanzábamos al aire a la salida de las misas. Lo mismo hacíamos a la salida de las fábricas y en las paradas de autobuses, donde repartíamos impresos y hacíamos mitines relámpagos”.
El día que cayó el miedo
El 21 de noviembre de 1957, cuando estaba prevista la realización de un congreso internacional de cardiología en el interior del campus de la UCV, que entonces estaba muy vigilada por la Seguridad Nacional (SN), fue la fecha escogida por el Frente Universitario para hacer una manifestación que terminaría frente al edificio donde iba a desarrollarse el encuentro. “Tal como habíamos acordado”, dice Rodríguez Bauza, “ese día, Jesús Carmona, Chela Vargas, Julio Escalona, Ramón Espinoza, Alfredo Maneiro, Antonio José Urbina, J.R. Núñez Tenorio, el Negro Arratia, Rafael Martínez, Carlos Olivares, Jesús David Garmendia, Francisco Liendo, Rodrigo Mora, Gregorio Lunar Márquez y otros compañeros agitaron a los estudiantes en los salones de clase para que salieran a concentrarse”.
Comenzó la manifestación. Los estudiantes enfilaron su marcha hacia el lugar donde se celebraba el cónclave de los cardiólogos. Y entonces la Seguridad Nacional irrumpió en los espacios de la UCV lanzando bombas lacrimógenas y llevando estudiantes presos. “Un grupo de bachilleres”, recuerda Rodríguez Bauza, “se dirigió al puente que está entre Plaza Venezuela y la Ciudad Universitaria, y se produjo un enfrentamiento que elevó notablemente la tensión política”.
Tras el allanamiento a la UCV y la dura persecución desatada contra los estudiantes, las actividades de ese centro quedaron suspendidas lo que, naturalmente, incidió en una interrupción de la acción política en ese contexto. Entonces, mientras los calabozos del régimen se llenaban de nuevos huéspedes y crecían las cifras de muertos, heridos y torturados, el Frente Universitario dirigió sus operaciones a los barrios de Caracas.
Al cumplirse medio siglo de aquellos acontecimientos, Héctor Rodríguez Bauza concede que la manifestación estudiantil del 21 de noviembre del 57
Iba a ser el preludio de la huelga general nacional del 21 de enero del 58, catalizadora de la caída de Pérez Jiménez, pero aclara que esto no iba a verse sino con posterioridad ya que en el momento de los hechos hubiera sido muy difícil, casi imposible, predecir la importancia de aquella movilización de bachilleres, puesto que su repercusión entonces no pareció ser muy grave. “Los hechos de noviembre del 57”, dice Rodríguez Bauza, “tuvieron cierto impacto en la sociedad y en el régimen pero hubiera sido ilusorio atribuirle mayor efecto porque, al no haber libertad de prensa, aquello no se supo lo suficiente. Y las organizaciones tampoco teníamos mucho poder. La más fuerte era la Juventud Comunista y teníamos 200 miembros. El caso es que, en el primer momento, la comunidad no se unió a la lucha. La gente se limitaba a observar que ‘los muchachos están peleando’ pero la actitud generalizada era que los muchachos estaban allá y la gente estaba acá. Sin embargo, inmediatamente se produjo un gran respeto y cariño por los estudiantes. Eso se vio claramente después del 23 de enero”.
-Lo verdaderamente importante de ese día –sigue Rodríguez Bauza- es que los estudiantes le perdieron el miedo al aparato represivo. La situación anterior al 21 de noviembre era de tal pavor que uno veía las camionetas amarillas de la S.N. y se cambiaba de acera. Había un espía dedicado a los estudiantes, a quien le faltaba un brazo. Le teníamos pavor. Apenas lo veíamos venir y tratábamos de meternos donde fuera. Algo incomprensible porque era un mocho al que hubiéramos podido darle un empujón. Pero por la cabeza de uno no pasaba hacer resistencia. Eso cambió el 21 de noviembre. Y fue definitivo para la lucha”.
—Material de recuadro—
La huelga más larga de Venezuela
La jornada estudiantil de noviembre de 1957 tuvo un antecedente en 1951, cuando se constituyó una base política unitaria para enfrentar el atropello de Pérez Jiménez a la autonomía universitaria.
En septiembre de 1951, el gobierno destituyó al rector de la UCV, doctor Julio De Armas. Frente a estos hechos, ese mismo mes se forma un comité de defensa de la autonomía universitaria, compuesto por Luis Herrera Campins, de COPEI, José Vicente Rangel, de URD, Manuel Alfredo Rodríguez, de AD, y Héctor Rodríguez Bauza, por el Partido Comunista. Este comité decreta una huelga universitaria que comenzaría en septiembre del 51 y no iba a concluir hasta marzo del 52.
En el curso de ese paro se llevaron a cabo varias acciones, como la toma de la Universidad, en San Francisco, donde fueron hechos presos trece estudiantes, entre ellos Rafael Cadenas y Manuel Caballero. La huelga terminó tras la expulsión de más de un centenar de estudiantes. “Ha sido el paro más largo que se ha hecho en Venezuela”, asegura Héctor Rodríguez Bauza. “Y fue un error: no hemos debido mantener esa huelga tanto tiempo. Luis Herrera Campins estuvo siempre enfrentado a esa decisión. Decía que si los comunistas llevábamos la huelga a los barrios, a las fábricas, a los centros de trabajo, no podíamos hacer nada porque teníamos a la gente dispersa. Y tenía razón. Desde entonces veo con mucha cautela esas huelgas generales indefinidas. Luis Herrera se oponía pero siempre terminaban apoyándonos. Por eso, en una oportunidad me dijo: ‘carajo, Héctor, menos mal que no nací mujer porque hubiera sido putísima. Yo no sirvo para decir que no’. Esa huelga del 51 fracasó y el intento unitario no tuvo continuidad… hasta el año 57 cuando lo retomamos con los resultados conocidos”.