Según Alejandro Armas, un nuevo firmazo cosecharía seis millones de rúbricas
-Cuando culminó el proceso de habilitación –dice Armas- se dictaron las leyes, muchas de ellas violando groseramente los procedimientos establecidos en la Constitución y, como consecuencia de ello, surgió en la Asamblea la necesidad de responder al reclamo del país creando una Comisión para revisar los contenidos de la Habilitante cuya presidencia se me entregó. Entramos, entonces, en una fase de discusión ya más dura con el Gobierno sobre la necesidad de revisar algunas leyes y, sobre todo, los procedimientos a través de los cuales éste las había aprobado. Debido a la intensa fricción, el Presidente de la República decidió que yo no podía seguir presidiendo esa Comisión, de lo que notificó en una reunión de la dirección nacional del MVR en Miraflores. Yo le hice ver que en esa reunión estaban presentes tanto el presidente de la Asamblea Nacional, Willian Lara, como el jefe de la fracción parlamentaria del MVR, Ernesto Alvarenga, que bastaba que él los instruyera para que tomaran la decisión de relevarme de esa responsabilidad y yo lo aceptaría. El Presidente me contestó que las cosas era mucho más sencillas: que bastaba con que yo renunciara. Yo le contesté que no estaba dispuesto a renunciar porque no veía ninguna razón para ello. Eso bastó para que el Presidente cayera en uno de sus estados habituales de intemperancia y me echó de Miraflores. Cuando me retiraba me dijo, además, que estaba también relevado de la Comisión de Finanzas.
-¿Usted desconocía para ese momento esa tendencia a la “intemperancia” del Presidente, que terminó precipitando la ruptura de ambos?
-Eso se explica porque en el desarrollo de los acontecimientos siempre hubo una presencia atemperadora de ese comportamiento de Chávez, que era Luis Miquilena, quien me lleva al chavismo y me compromete a participar en ese “proyecto”. La verdad es que entre Chávez y yo nunca hubo un sentimiento particular de empatía, porque no soy hombre afecto a esos acercamientos avasallantes (nunca lo he sido con nadie) y al Presidente lo que le gusta es una compañía de aplaudidores, de gente que respalda irreflexivamente sus opiniones, y ése no es mi temperamento. De manera que nunca tuve un interés particular en formar parte de su entorno.
-La cercanía que, pese a todo, tuvo usted con el Presidente, ¿le permite suscribir la opinión de otros que también lo conocen en el sentido de que Chávez jamás permitirá la realización del RR y que su salida no podrá ser pacífica?
-Independientemente de que el evidente talante autoritario del Presidente le impida admitir la realidad que lo que estamos viviendo y de esta ruta democrática (que se le ha convertido en un cerco democrático), aún si él acaricia la posibilidad de frustrar el RR, está ya en una situación en que no puede evitarlo. La única manera de sortearlo es que se coloque en una posición de absoluta ilegalidad. Si Chávez pretendiera negarse a presentar el examen del cual saldrá aplazado, tendría que refugiarse en una situación de fuerza, de autoritarismo, de violencia, de total ruptura con las instituciones. Y ni siquiera en ese escenario podría permanecer en el Gobierno porque las fuerzas que se mueven alrededor del RR son de tal solidez que no pasaría de demorar la salida y hacerla más violenta y dolorosa. La separación de Chávez de la Presidencia es absolutamente inevitable; aún cuando él no esté en disposición de aceptar esto, las circunstancias van a llevarlo al terreno de la realidad.
-¿El Presidente podría conciliar respaldos para descarriarse de la ruta institucional?
-Los factores democráticos superan abrumadoramente los recursos que pudiera tener el Presidente para no aceptar la salida democrática, tanto en lo político como en lo social, militar e internacional. Si el Presidente asume el riesgo de jugárselo todo en un gesto desesperado de quebrar la legalidad, también tiene todas las de perder; no porque estemos en disposición de llegar a una confrontación violenta (que hemos hecho un esfuerzo casi franciscano por evitar) sino porque las circunstancias le impedirán salirse con las suyas también en ese escenario.
-¿Qué le quedaría a esa mayoría que ve en el RR el aliviadero de las actuales tensiones si el Gobierno se empeña en posponer al infinito su celebración?
-Es que no puede hacerlo. Podrá correr la arruga precariamente, puede llegar al principio del año próximo, puede que el RR no lo hagamos en noviembre ni en diciembre, que logre agónicamente llevarlo a principios del año que viene… pero no hay ninguna manera de que esa medición pueda trasladarse hasta agosto del año que viene, que es lo que desesperadamente buscaría Chávez para desalentar a los factores que promueven el RR, sobre la base de si éste se realiza después de agosto del 2004 no tendría ningún significado. La conjunción de fuerzas que rodean al RR es tan fuerte que llegará el momento en que Chávez tendrá que irse. Y lo mejor es que lo haga lo más decentemente posible, porque de su comportamiento frente a esa contundente expresión de voluntad revocatoria de su mandato va a depender su supervivencia política: si se empeña en cerrar la salida y crear una situación de conflictividad, ese error conllevará la eliminación de su figura en la historia política de Venezuela.
-El aplomo con que habla del respaldo de la comunidad internacional al RR, ¿lo deriva de sus contactos con el Grupo de Países Amigos de Venezuela y de sus recientes encuentros con la señora Jennifer McCoy, directora para América Latina del Centro Carter?
-Lo derivo de la elocuente realidad y también de los pronunciamientos del PNUD, la OEA, el Centro Carter y los Países Amigos. Ahí está el discurso de Lula, que no sólo preside el país coordinador del Grupo de Amigos sino que ha sido señalado por Chávez como uno de sus grandes panas, para usar la jerga con que él suele irrespetuosamente calificar a los mandatarios de las naciones amigas (porque él no trata a nadie de presidente ni de usted, en un patético intento de aparentar una fraternidad que no sólo está reñida con el protocolo sino que no existe).
-Volviendo a las tácticas dilatorias que podrían ser empleadas por el Gobierno, se dice que las firmas recogidas para activar el RR podrían ser rechazadas por el CNE.
-Lo mejor que le puede ocurrir a Chávez es que las firmas consignadas el 20 de agosto en el CNE sean aceptadas porque si éste organismo llegara a rechazarlas se crearía una situación tal que esas 3.200.000 firmas se convertirían en cinco o seis millones; de tal manera que el evento por el cual tengamos que recolectarlas de nuevo va a ser un elemento de tanta presencia de la Venezuela democrática en la calle, en todos los escenarios, que va a constituir un referéndum anticipado. Que se cuide mucho Chávez de que el CNE nos mande a recoger de nuevo las firmas, porque ese evento va a ser verdaderamente abrumador para lo poco que le queda a Chávez de respetabilidad.
-Usted le atribuye a un eventual nuevo firmazo un impacto plebiscitario.
-Por supuesto. Habida cuenta, además, de que cuando recogimos esos más de tres millones de firmas en febrero, estábamos en muchas dificultades (pleno paro, problemas de transporte, de logística para movilizarse…) y que la comunidad internacional no estaba tan sensibilizada como lo está ahora, imaginemos un evento al cual concurramos seis millones de venezolanos para un nuevo firmazo por el RR, cuál será la impresión ante la opinión pública internacional.
-¡Seis millones!
-Es lo que calculo que podríamos movilizar, con un efecto verdaderamente devastador para el poco prestigio que le queda a Chávez.
———————MATERIAL DE RECUADRO————–
Revocación, transición… ¿persecución?
Ha quedado claro que Armas está plenamente persuadido de que habrá referéndum y que el presidente Chávez será extirpado del cargo. La pregunta luce obligada: ¿cómo cree que será la transición? A lo que él responde: “La voluntad unitaria es una condición suficientemente expresada por todos los venezolanos que apuestan a la salida pacífica y democrática; le corresponde al liderazgo interpretar ese mandato y darle cauce en dos sentidos: primero, presentándole al país una visión compartida de las responsabilidades y acciones que deben abordarse apenas relevemos al Presidente…
-¿Cuál es el aspecto medular de ese proyecto de país?
-Ese proyecto debe ofrecer garantías de que la salida de Chávez no implica un salto al vacío sino que, por el contrario, persigue la rectificación de los errores cometidos y la definición de un rumbo político y social que va a despejar, en relativo poco tiempo, el camino hacia la reconciliación y la recuperación del país. Y, en segundo lugar (para terminar la idea), tiene el liderazgo la responsabilidad, tal como lo dice el Acuerdo por la Unidad y la Democracia, que hicimos público hace una semana, entregarle al país una definición de cómo vamos a abordar el delicadísimo tema de la sucesión presidencial: habrá que definir el carácter de esa transición, cómo van a comportarse los actores, quién va a ser el abanderado de esa extraordinaria jornada, dificilísima pero muy promisoria, que vamos a vivir desde el momento en que se vaya Chávez hasta el día en que termine su periodo original; estamos hablando de principios del 2004 hasta principios del 2007, tres años que van a ser muy difíciles y que van a requerir de una enorme unidad nacional alrededor de lo que haga ese gobierno, que deberá estar rodeado por el acopio de las mayores voluntades y capacidades, de la mejor disposición unitaria, para que pueda salir adelante. Ese gobierno deberá estar en capacidad de tomar decisiones difíciles y graves, que supondrán un costo político gigantesco para quien las tome, por lo que no pueden estar vinculadas, de ninguna manera, a una aspiración electoral a mediano plazo. Quien tenga en sus manos esa responsabilidad, si tiene la vista puesta en la reelección en el 2007 muy difícilmente va a tener la determinación para tomar esas medidas y el apoyo nacional necesario para que esas medidas puedan materializarse.
-Hay una cosa preocupante en esa transición: en abril de 2002 se demostró lo despiadados que podemos ser los venezolanos con los caídos. ¿Cómo se va a garantizar que, si el Presidente es revocado, los miembros de su entorno no van a ser atropellados?
-Abril fue un aprendizaje muy duro en muchos sentidos. En primer lugar, aquella gigantesca manifestación de repudio al Presidente tuvo un desenlace que constituyó una burla a la voluntad popular a cuyas espaldas se tomaron acciones nefastas. Asimismo, las experiencias de diciembre, enero y febrero, se han convertido en lecciones que nos han hecho reflexionar sobre la necesidad de rectificar errores cometidos. Cuando el país levanta la consigna de la reconciliación no lo hace retóricamente, la levanta porque el país está buscando la paz. Y no hay paz sin reconciliación. Cuando los venezolanos nos sentemos a pensar en lo que va a ser la noche del revocatorio, nos comprometeremos controlar nuestras pasiones, evitar los excesos y reprimir el anhelo de revancha. Allí tendrá que privar la responsabilidad y la madurez del liderazgo, que no podrá estar ocupado de otra cosa que no sea orientar a los venezolanos hacia la reconciliación, lo que implicará el respeto al adversario momentáneamente derrotado. Estoy hablando de los que hayan permanecido en el país, claro está.
Una vez conversando con mi papá me dijo que a los «muchachos de primero justicia» les faltaba aprender a manejar su izquierda. A mi ese comentario no me dejó satisfecha, más bien me parecía que él con toda su inteligencia y experiencia no había alcanzado a ver aún la magnitud del problema y mucho menos lo que el mundo había cambiado a su alrededor, cosa que aun le pasa a muchos «dirigentes» de Venezuela. Murió convencido de que el revocatorio sería la salida, no alcanzó a percatarse de todo lo torcida, ilegal, incoherente, insólita y manipulada que sería la realidad que nos quedaba por delante.
Sería interesante escucharlo ahora… Todo pasa en su momento, afortunadamente.