Milagros Socorro
Los lunes presentan comedia en vivo o stand-up comedy, como suele aludírsela por su nombre en inglés. Todos los lunes. La sala se atiborra para escuchar un comediante pegado a un micrófono, que habla de la vida cotidiana y las particularidades del devenir venezolano. Suele ser una cátedra abierta del habla popular caraqueña y de los diversos acentos que caracterizan las vetas sociales. Los cuentachistes que encuentran tribuna en Teatro Bar son, por lo general, muy talentosos. No parecen experimentar ninguna presión ante la posibilidad de que su rutina deje indiferente al público, que no lo haga reír y que un murmullo de aburrimiento recorra el salón. Es evidente que estos artistas del espectáculo unipersonal conocen muy bien su audiencia, cuya edad, códigos y resortes psicológicos parecen compartir. La feliz iniciativa corresponde al actor George Harris, quien es un fijo en ese escenario.
Teatro Bar es lo que dice ser, un teatro incrustado en un bar. O, si se prefiere, un bar donde tiene lugar la representación escénica y la música.
Es un local dividido en cuatro ambientes claramente diferenciados. Está la sala grande, de unos100 metros, que en un extremo tiene un escenario y, en el otro, una barra. Un piso más abajo se encuentra el área que sirve de camerinos, salón V.I.P. y sala de prensa. Al frente, pasillo de por medio, una especie de discoteca con barra central, con capacidad para albergar unas 70 personas (a quienes no les moleste estar apretujadas). Y, por último o más bien, para empezar, está la terraza del edificio D&D, en cuya planta baja se encuentra Teatro Bar, que ha sido incorporada a las actividades de éste. La terraza es básicamente, el acceso al lugar, pero también hay unas mesitas para quienes sientan el deseo de estarse un rato al fresco de la noche. Y no molestan a nadie, porque a esa hora las oficinas que ocupan la torre están vacías.
Los martes presentan Black magic sound, música negra, funky rythm and blues y break beat (que, según me explicaron, es algo parecido al break dance).
Los miércoles están dedicados a la música electrónica, tal como la seleccionan los DJ`’s. Y también hacen música en vivo.
Los jueves están reservados a las voces de artistas reconocidos. Han presentado a Giordano de Marzo; Mulato (Pablo González Romero), exponente del feeling del reggae en Venezuela; el grupo Wahala; la banda Aérea; la gran cantante Elisa Rego (intérprete, entre otras, de Libre de ti, Selva, Blanco y negro y Abismo de corazón); el cantante argentino Fidel Nadal, conocido por formar parte de Todos Tus Muertos y por su carrera como solista con más de 15. Y es también el día de La Vida Boheme, cuando sus miembros, todos caraqueños, coinciden en su ciudad (el cantante vive en España).
Los viernes, sábados y domingos hay dos opciones. En el local pequeño, los viernes hay una rumba funky house, mezcla de música electrónica con disco. Música para el bailador, juran ellos. Los sábados hay una fiesta electrónica, que creo que llaman Groove. Y los domingos, cierran por el racionamiento eléctrico. Pero el salón grande sí que abre. Los fines de semana, desde el viernes hasta el domingo, ofrecen teatro. Desde septiembre del año pasado tienen en cartelera la pieza A 2,50 la cuba libre, del dramaturgo venezolano Ibrahim Guerra, quien ha acumulado premios por esta obra.
El montaje de A 2,50 la cuba libre, que se presenta en Teatro Bar es una producción de la actriz de cine, teatro y televisión Mimí Lazo, bajo la dirección de Luis Fernández y con un entrañable elenco de notables actrices que dan vida a La Sabrosa, La Güevona, La Enrollada, Blanca Rosa y La Caimana. Carlota Sosa, quien en los 80 interpretó a La Sabrosa, ahora dará vida a Blanca Rosa. Nohely Arteaga y Mayra Alejandra encarnarán ahora a La Sabrosa; Elaiza Gil y Rosalinda Serfaty compartirán el rol de La Enrollada; Alba Roversi, Sonia Villamizar y Mimí Lazo, serán, alternativamente, La Caimana; Lourdes Valera y Beatriz Valdés, tienen a cargo a La Güevona; y Mirela Mendoza y Sindy Lazo, hacen el papel de una joven ingenua que acaba de terminar con el hombre que la embarazó.
La pieza está pintada para ese espacio, puesto que cuenta la historia de una mujeres que trabajan en un botiquín y convierten al público de cada función en su confidente. Nohely Arteaga lo explica muy bien: “la obra tiene muchos atractivos pero, sin duda, el contacto directo con el público es crucial pues no hay butacas ni escenarios. La puesta en escena es en el propio bar y ahí no hay cuarta pared. Estás de tú a tú con el espectador. Lo provocas. Le haces testigo de tus miserias y todo puede suceder… pues no puedes predecir cómo reaccionará”.
Tal como escribió el equipo de Redacción Rumberos.Net: “El teatro deja su escenario tradicional para instalarse en un bar y acompañar a destacadas actrices venezolanas a contar la historia de cinco mujeres cuyas realidades se mueven entre la miseria y toda clase de sentimientos. De la mano de una pieza provocadora y realista las tablas se alejan de su espacio tradicional para adentrarse en un bar en el que convergen pasiones, despechos, intimidades, boleros y guarachas, drama, comedia y diversos personajes anónimos que se dejan cautivar por el encanto del cuerpo y la compañía. […] Entre paredes tapizadas, luces tenues y varias rondas de licor, se confiesan ante otros sin tapujos y nos hacen testigos de la vida asumida desde distintas ópticas. La mujer guapa y apoyada que esconde el sueño de casarse con un príncipe; aquella que no puede decidir entre el dinero y la morronga; la que sufre el abandono al estar embarazada; la empresaria prepotente y ambiciosa que negocia con placeres; y la que, en medio de su depresión, siente que su vida es un bolero. Distintas caras de mujeres que venden sus favores para subsistir”.
Como puede verse, todas las Caracas posibles desfilan en la semana de Teatro Bar.
El local pequeño de Teatro Bar fue inaugurado en octubre de 2008 ; y en diciembre ya estaban abriendo las puertas del área grande, la que corresponde al teatro propiamente dicho.
El equipo empresarial está compuesto por seis socios, casi todos músicos. Todos melómanos. Orientan su negocio un concepto totalmente adaptado a las características de la vida nocturna caraqueña (cuyo principal rasgo es que no se detiene, aún con la inseguridad ciudadana que tanto nos mortifica y castiga). Ofrecen distintas alternativas de entretenimiento, a partir de las elevadas exigencias de un target que está entre los 19 y los 40 años. Se trata, básicamente, de ofrecer una opción para los noctámbulos que quieren espectáculos de calidad, “para gente inteligente”.
La carta de bar ofrece un centenar de cócteles. “Tragos del color que quieras”. Normalmente, hay pasapalos. “Excepto cuando los cocineros no llegan… no sabes la lidia que pueden dar ciertos trabajadores”. Y hay mucha vigilancia con los consumos fuera de la norma.
Teatro Bar es el lugar de coincidencia para el talento, ya sea de los artistas o de quienes componen la audiencia. Y, según aseguran sus propietarios, está vedado para camorreros, gente enteramente mal presentada y para quienes pretendan consumir todo lo que no esté en la carta del establecimiento.
Publicado en la Revista Clímax, junio de 2010