Muchos culpables
Milagros Socorro
El descomunal desfalco contra la Nación, perpetrado con las miles de toneladas de alimentos descompuestos, no es un episodio de corrupción que el régimen “resuelve” con tres detenidos. Desde luego que hay corrupción, generalizada, rampante e indetenida, pero no es aislada. La colosal corrupción que corroe al país está montada sobre un entramado de malas políticas, mentiras y autoritarismo, que ha causado inmensos daños. Esto va parejo con la exclusión deliberada de profesionales capacitados y de proveedores capaces de suministrar bienes y servicios de manera más rápida y confiable. Las decisiones no se toman a partir de la sensatez, de una planificación o de consultas con entendidos. Ni siquiera con atención a la conveniencia del país. Los asuntos más cruciales se definen según los caprichos de un individuo de muy precaria formación, nula valoración de los recursos, irresponsable hasta extremos criminales. Y, lo más terrible, sin ningún límite.
Puede afirmarse que no hay instancia del régimen que no tenga su cuota de culpa en este desesperante espectáculo de indolencia que nos han obligado a presenciar. Lo primero, por marcar un punto de inicio, fue el control de cambio, que estimuló la importación. Esto puede constatarse claramente cuando se revisan las cifras de importaciones antes y después del control cambiario. Frente a esa multiplicación desbocada de importaciones, los puertos del país se hicieron pequeños para manejar los volúmenes de carga llegados de otros países.
A finales de 2007, hubo tal embotellamiento que las cargas tardaban hasta 40 días para su nacionalización. Hace apenas un año, cuando se produjo la transferencia de las competencias de los puertos al Ejecutivo (despojando de su administración a las gobernaciones) el promedio de descarga era de 25 contenedores por hora. En la actualidad, se saca un promedio de 7 contenedores por hora. Mientras en el puerto de Cartagena, por poner un caso, el promedio de contenedores sacados de los barcos es de 40 por hora.
La justificación del régimen para crear Bolipuertos fue: 1) que la importación de alimentos y medicinas era un asunto de seguridad de Estado; 2) que los puertos estaban muy mal manejados; 3) que las tarifas eran muy altas; y 4) que las gobernaciones y las empresas privadas, a las que éstas habían contratado las labores que requieren de conocimiento y experiencia, no habían hecho las inversiones necesarias para modernizar la faena. Bolipuertos tiene un año operando y los puertos están peor manejados que nunca. Las tarifas permanecen exactamente igual y no se ha invertido en centavo en la incorporación de equipos de alta tecnología. La diferencia es que los tiempos en aduana han aumentado, el manejo en tierra de las cargas es cada vez más torpe, un alto porcentaje de las almacenadoras está paralizado; y la ineficiencia generalizada, así como la burocracia, producen retardos y enredos enloquecedores para quienes tienen que lidiar con tanto bacalao.
Por otra parte, la ruptura de relaciones con Colombia tiene mucho que ver en el congestionamiento de los puertos y el desabastecimiento endémico. Colombia era un suplidor constante y expedito de carne, pollo, huevos y leche, que entraban por la aduana terrestre de Paraguachón, Zulia, y por San Antonio del Táchira. Con ese proveedor pegado al costado occidental de la república, no era necesario acumular mercancía en los almacenes locales. Los centros de acopio estaban en Colombia; y de allí salían hacia nuestro territorio con ritmo impecable. Pero Chávez rompió relaciones con Colombia. Y fue preciso salir a comprar las mercancías a países muchos más lejanos. Fue entonces cuando el ministro Eduardo Samán le mintió descaradamente al país diciendo que era más barato importar de Argentina que de Colombia. Ahí están los miles de contenedores abombados bajo el sol para demostrar qué ha sido más nefasto para la economía venezolana y más oneroso para el consumidor.
A esta hora, cuando el país tiene meses de diaria constatación de la indolencia de las autoridades, que han malgastado los recursos de Venezuela en el extranjero para luego dejar perder los alimentos, el régimen se sigue negando a hacer una investigación técnica que revele la cuantía de los destrozos; y establezca unas responsabilidades que están compartidas entre las diferentes instancias del Estado importador, Barivén, PDVAL, Seniat, Bolipuertos, Vicepresidencia de la República, la Fiscalía, la Contraloría y el mandón a quien todos acatan.
El Nacional, 4 de julio de 2010
Hola Milagros, y como si fuésemos idiotas, le van a cambiar el nombre a Pudreval, así creen que se nos olvida este crimen, pues con todo lo perdido más de la mitad de Venezuela hubiese comido
Un saludo
Mayte Navarro