El lugar del expropiado
Milagros Socorro
En la Exposición de Motivos de la Constitución Nacional, proclamada en 1999, hay un primer título, el de los Principios Fundamentales, donde se “consagra la condición libre e independiente de la República Bolivariana Venezuela; condición permanente e irrenunciable que [se] fundamenta en el ideario de Simón Bolívar, el Libertador, su patrimonio moral y los valores de libertad, igualdad, justicia y paz internacional”. Esto queda expresamente afincado en el primer párrafo de ese libro fundamental.
Y en el segundo se insiste en la impronta tutelar de Bolívar sobre el texto constitucional, puesto que se hace descansar ese supremo estatuto en los hombros de “la figura paradigmática de esa revolución inicial, el Libertador Simón Bolívar […] en virtud de lo cual se establece que la nación venezolana, organizada en Estado, se denomina República Bolivariana de Venezuela.
La Constitución está, pues, apegada al pensamiento y proceder de Bolívar. Si esto es cierto, si esa Exposición de Motivos tiene alguna seriedad y no es retórica vaporosa, entonces la sensibilidad del Libertador, sus prioridades, su idea del mundo, sus exigencias, son embrión de leyes inapelables.
Veamos, pues, qué pensaba el caraqueño inmortal acerca de la inseguridad jurídica, terreno propicio para las expropiaciones. Dejemos que sea el Libertador quien asuma la voz de quienes hoy están mudos frente al Estado abusador, cuando no ladrón, que arrebata propiedades haciendo valer un poder avasallante y cruel.
A Anacleto Clemente le escribe, desde Bogotá, en 1821: “La mitad de la hacienda de Chirgua es mía, y debes llamar al arrendatario, por medio del general Soublette, para que le pague la mitad de dicho arrendamiento. Haz de modo que todo se haga judicialmente, que todo se haga por el gobierno.
Dile al general Soublette que tenga la bondad de ver esta carta, para que te proteja en la defensa de mis bienes; pues no es razón de que me quieran quitar lo poco que me ha dejado la revolución. Mañana. que se hará la paz, dejaré la presidencia, y no tendré nada de que vivir”.
Indignado frente a una invasión, alerta al mismo Clemente, en 1823: “Escríbele á Peñalver que tenga la bondad de encargar á un sujeto de bien que vaya á Chirgua, á fin de ver qué partido se puede sacar de aquella hacienda; y que haga lo mismo con respecto al Valle de Aroa, pues yo no sé quien lo posee ni lo disfruta ni cómo haremos para sacar las inmensas ventajas que ofrece en minas, arriendos y aserraderos”.
En carta a su hermana, fechada en Potosí, el 27 de octubre de 1825: “el señor Lazo, y Esteves me ponen pleito por las minas: ¡qué escándalo! ¿Si eso hacen conmigo, qué harán con los otros? Razón tienes de quejarte de nuestras leyes y de nuestros jueces. A los amigos que escriban sobre esta materia, que es una de las más importantes”.
Cuando Bolívar sugiere a María Antonia conminar a “los amigos que escriban sobre esta materia”, prefigura los intentos que hacen las víctimas actuales para que los medios de comunicación se hagan eco de las injusticias en su contra.
Desde Popayán, en diciembre de 1829, despacha una correspondencia a su fiel amigo Rafael Urdaneta para que actúe con energía. Lo han expuesto a un írrito tribunal que pone en duda sus derechos sobre unos bienes que han estado en su linaje por varias generaciones. “Estoy bastante molesto”, le confía, “con otra ocurrencia doméstica de Venezuela. Me dicen que mis propiedades no son legítimas y que no hay ley para un hombre como yo. Esto quiere decir que soy un canalla. Se me despoja de la herencia de mis abuelos y se me deshonra. Ya esto es demasiado”.
Además, prefería tener sus cobritos en moneda fuerte, no sujeta a los dislates de los giordanis que no han faltado. En 1825 cursó instrucciones para que su dinero, producto de un contrato celebrado en Caracas con la Bolívar Mining Association, se le depositara en el extranjero. Mandó que: «el pagamento del arrendamiento se haga sin descuento, en el Banco de Londres, bajo mi nombre, según vayan cumpliéndose los plazos que expresa el contrato. Un recibo del Banco a mi favor, por cada cantidad que Uds. hayan depositado, me satisfará como si lo hubiese recibido en Caracas al fin de cada semestre. Espero que me harán este favor, puesto que les será más fácil hacerme el pagamento en Londres y que en ello ahorraré remesas.»
El Nacional, 24 – 10 -2010
Formidable artículo. La historia no puede ser negada asi por asi y tu articulo recoge evidencias irrebatibles del claro interes en defender Bolivar, lo que le es suyo de pleno derecho…..sus propiedades. En él y en su actitud deberia inspirarse esta "Revolución".
………..Será pues, de la misma Camada ! Psssssst .a señor , éstede la Revolucion del siglo 21
Esta «revolución» se prolamó enemiga de la propiedad privada desde el «Libro Azul» manual escrito por Chávez y otros antes del golpé fallido del 4-F. Por eso no tiene nada de Bolivariana tampoco. Les recomiendo lean el libro de Antonio Herrera-Vaillant, «Bolivar Empresario».
Muy oportuno traer al debate la postura de Bolívar sobre la defensa de la propiedad privada y de reconocer que era importante mantener su renta , proveniente de los alquileres , en una moneda fuerte . Todo lo contrario que formula y aplica este régimen que lleva 17 años atacando la moneda y la propiedad privada