Perfume de bosta
Milagros Socorro
Con independencia de lo que pueda ocurrir este día, lunes 20 de diciembre, la noticia proveniente de la zona sur del lago de Maracaibo es la formación, con sede en ese hermoso recodo de la geografía nacional de un movimiento civil que podría alcanzar formidables dimensiones; y constituir un liderazgo de apoyo fundamental para la mesa de Unidad Democrática, brazo político de la reinstitucionalización de Venezuela.
Código Venezuela ha retrasado la publicación de su editorial hasta esta hora para confirmar los hechos que se exponen a continuación.
El país ha estado muy atento a las incidencias alrededor de la finca El Peonío, propiedad de Jesús Meleán, quien en febrero del año próximo cumplirá 94 años, y desde los 8 trabaja en el campo, donde ha logrado levantar un considerable imperio económico. Es sabido que de los 47 fundos sometidos a despojo por el gobierno central, sólo dos siguen bajo el control de su propietario. Son los que pertenecen a Meleán: la Santa Rita, que está anegada por las recientes lluvias, y El Peonío, donde los 150 trabajadores repelieron el intento de ingreso de los funcionarios del INTI y del Ejército. Esta mañana, Meleán quien lleva cuatro días, con el de hoy, sentado en la sala de su modesta casa, atento a las novedades, recibió una comisión de militares que se presentaron en su hacienda a hacer “una inspección” para “verificar si se trata de tierras productivas”. Bueno, esa es una farsa comparable a un allanamiento en la casa de Alberto Arteaga en búsqueda de un libro, porque es sospechoso de ejercicio ilegal del Derecho; o una redada para atrapar a María Teresa Chacín, peligrosona por desafinada.
Las fincas de Chucho Meleán arriman 14 mil litros de leche diarios a las procesadoras. Ese es un dato de dominio nacional, pero mucho más para los lambucios del INTI que no sólo expidieron el registro agrario No. 052305040038, “certificación de finca productiva agropecuaria El Peonío C.A.”, que Meleán reprodujo en forma de valla para poner en el portón de acceso a su finca, sino que ha habido comisiones del INTI que se han caído por ahí “a supervisar” y, según nos declaró la sobrina de Meleán, Nancy Hernández, se han quedado 3 meses refocilándose con la generosa hospitalidad de Chucho Meleán, quien no agasaja a sus huéspedes con tequeños de supermercado sino con quesos cuajados en la madrugada y cuartos de reses recién degolladas (esta cronista, enviada especial de Código Venezuela, vio ingresar ayer, a la trascocina, las grandes piezas de carne, todavía tibias por la reciente matanza, acarreadas por dos obreros).
Con todo, esas inspecciones tan minuciosas que toman meses de abundante constatación, salen sobrando. Desde el camellón que conduce a El Peonío, en las horas del mediodía, cuando el sol calienta el paisaje, se percibe el perfume de bosta de vaca, dulce comprobación de que allí hay faena y producción.
Chucho Meleán es inteligente, astuto y frío. Y no hay en muchos kilómetros a la redonda una solo uniforme o camisa de caqui que no le deba un favor. Esta mañana recibió la comisión de militares con su zamarrería habitual, los hizo pasar, les dijo que cómo no, que inspeccionen todo lo que quieran, les mostró esa llama gélida que se agita en sus ojos nublados por la senectud. Y les hizo saber que de allí sólo lo sacarán cuando le hayan pagado “lo que hay sobre la tierra”, como dice con campechanía sobreactuada (en realidad, es un estratega de cuidado, sabio por viejo y por diablo).
Los del INTI le dijeron que si ellos comprobaban que esas tierras estaban productivas, se quedarían como están, esto es, en las manos de Meleán, llenas de pecas por tantos años al solazo. Y que, de lo contrario, debería entregarlas al Estado de manera pacífica… Cuando los periodistas le pedimos un comentario al respecto, Meleán nos miró con el guarapo espeso de sus ojos y observó que los del gobierno sólo buscan lo que produce, “lo que no produce no lo buscan”. Meleán podría ser el mayor experto nacional en materia de extorsionadores, muchos de los cuales han corrido, por cierto, con muy mala suerte.
En fin, lo dicho, una farsa. Una charada.
La verdadera noticia de hoy no se está fraguando en las fincas, en el meridiano telúrico, sino en el pueblo de Santa Bárbara del Zulia, donde está sesionando la Asamblea Legislativa del Zulia, donde se han concentrado los diputados electos a la Asamblea Nacional; donde se han congregado las diversas cámaras municipales y gremios de la región; y a donde han llegado comitivas de productores de otras zonas del Zulia, Mérida y Táchira, como Perijá, Coloncito, El Vigía, Caja Seca. El propósito de esta concentración es trazar estrategias concertadas, pacíficas, apegadas a la ley para enfrentar una acción que ha puesto al Estado venezolano en el lugar del forajido, puesto que se mueve en franjas completamente fugitivas de la Constitución y las leyes. No olvidar que los afectados, esos que hoy están conformando una junta que recuerda las que celebramos en los bicentenarios, son nietos de los pioneros e hijos de nuestras universidades. Combinan lo dulce con lo salado. Y no están dispuestos a entregar el legado de sus mayores a extorsionadores, pistoleros ni gentes de mal vivir, cualquiera que sea su chapa.
En siguientes entregas publicaremos crónicas y entrevistas recogidas en la zona.
Código Venezuela, 20 – 12- 2010