No pelees con Pasquali
Milagros Socorro
Fue él quien me llamó. Hacía pocos días, él había publicado en este diario uno de esos ensayos de estruendo metalúrgico –tal es el castigo al que somete su prosa hasta decantar la aleación perfecta que en la lectura truena con autoridad y pureza de estilo-. Lo había titulado “No acostumbrarse al horror”, y hacía un inventario de las aberraciones que han devenido cotidianas en la vida venezolana, pero abría fuegos preguntándose si la Mesa de la Unidad Democrática no sería “la más ilustre víctima de esa paralizante y secreta fascinación por el déspota”.
Me pareció un juicio demasiado severo, rayano en lo injusto, mucho más viniendo de él, en la actualidad el más importante intelectual vivo del país, figura de trayectoria intachable, un maître à penser de primera categoría. Le dije que el grueso de las críticas a la Mesa esconde mal el deseo de tener otro Chávez; que pareciera que a la Mesa se le piden los mismos desplantes, el mismo talante gritón. (Se puso furioso cuando le dije esto. Me acusó de haberlo ofendido. No me detuve). Lo conminé a recordar que la Mesa no es expresión de una sola voz sino la voluntad de una amplia diversidad de partidos que han hecho una coalición en su seno.
Y concluí diciéndole que la Mesa es escenario de coincidencia de las fuerzas partidistas, lo que no releva a éstas de cumplir sus tradicionales deberes de liderazgo, orientación de las masas e interlocución firme con el poder. A estas alturas, Antonio Pasquali ya estaba afrentado. Me echó en cara que cualquier cosa que él diga de la unidad democrática proviene de un despecho amoroso y no de un impulso canallesco (porque yo lo había señalado de sumar, sin querer, su espléndida voz al griterío de cierta morralla tolerante con el autócrata y muy acre con la unión opositora).
Al día siguiente lo visité humildita. Trascribo aquí lo que me dijo. Antonio Pasquali reconoce el papel fundamental de la MUD en el triunfo popular de las elecciones parlamentarias del 26 de septiembre pasado. Pero le reprocha no haber asumido su rol de representante auténtico de la oposición, de ese 52% del país que no acepta el avance del comunismo en Venezuela. “El país espera indicaciones muy precisas sobre los grandes acontecimientos que afectan la vida nacional. Ellos deben darnos el norte en todo. Y la Mesa no cumple con ese mandato, que no puede eludir so pena de ser reemplazada por otros actores que sí ejerzan ese rol”.
Desde su punto de vista, la Mesa debe darse otra visibilidad y más credibilidad ante el país, porque éste identifica en ella el concepto global de oposición. Le pido que ilustre de manera concreta. “Nuestra sociedad”, dice, “parece haberse acostumbrado a la violación de su espacio privado por un autócrata que habla, en promedio, 56 minutos diarios en cadena nacional. Eso no se ha visto en toda la historia de la humanidad: un tipo adueñado de los medios para contar anécdotas insulsas, que en verdad no le interesan a nadie. Y lo mismo hizo en la Asamblea Nacional, cuando habló tonterías por espacio de 7 horas. El país no puede aceptar eso. La Mesa ha debido instruir a sus diputados para que se negaran a aceptar semejante atropello. Uno de ellos ha debido interrumpir al capataz mediático y decirle que ése es un espacio serio y que a nadie le interesan sus estúpidos cuentos”.
En vez de eso, enrostra Pasquali, “lo aguantaron 7 horas, como cualquier chavista. La gente que los ve piensa: si se lo calan ellos, que son mis representantes, qué nos queda a nosotros… Los diputados perdieron la gran oportunidad de ponerlo en su lugar”.
Otro ejemplo: según Pasquali, la MUD ha debido pronunciarse frente a los hechos de Egipto, Túnez y Yemen, para señalar lo que está ocurriendo en el sector dictaduras del mundo; alentar a la sociedad a inspirarse en ese ejemplo civilista de gente desarmada que logra salir del dictador, y alertarla a buscar salidas si el régimen, en imitación de Mubarak, congelara Internet, twitter y hasta la telefonía celular.
También le reprocha no haber dado la pelea para evitar que Chávez cambiara tramposamente la circunscripciones electorales. Y, por último, exige que la Mesa consulte con muchas más personas sobre los grandes asuntos como educación, inseguridad ciudadana, comunicaciones, fuerzas armadas e infraestructura.
No volveré a llevarle la contraria a Antonio Pasquali.
El Nacional, 13 – 02 – 2011
TIENE TODA LA RAZÓN, ANTONIO PASQUALI…
Tiene toda la razón AP, pero en descargo de la MUD y específicamente en el caso de la posición ante la modificación de las circunscripciones electorales, vale más el argumento político que la muy necesaria pasión intelectual: La oposición manejo después del referéndum del 15 de agosto 2004 y con toda razón el argumento del manejo tramposo por parte del gobierno de los resultados, después de eso en las siguientes elecciones se evidencio un evidente “desanimo” de muchos venezolanos ¿de votar para qué? Si la trampa está montada, ante esta observación se manejo la tesis que descalificar la modificación de las circunscripciones electorales surtiría el mismo efecto de desanimo, ¿votar para que si igual vamos a sacar menos diputados? Cierto y muy seguro el interés de los políticos de ser elegidos, pero también es cierto que dependiendo las circunstancias es contraproducente quemar todas las naves en una sola batalla.