Huevos de oro / El Nacional 29. 05. 2011

Huevos de oro

Milagros Socorro

La gallina que Francisco Arias Cárdenas usó en la campaña electoral de 2000 como símbolo de la cobardía que él le atribuía a su entonces contrincante, Hugo Chávez, está empollando oro en el Zulia.
El 11 de enero de este año, Chávez se ratificó como presidente del PSUV (“No tengo escapatoria”, dijo); y nombró a Arias Cárdenas vicepresidente del partido en la Región Occidental: Táchira, Zulia y Mérida. Entre las Líneas Estratégicas de Acción Política del PSUV, que recibieron los encargados de las diferentes regiones del país, está, según declaró el propio Chávez, el cometido de “convertir al partido en un verdadero medio de propaganda y fortalecer el poder popular”.
Ya en diciembre del año pasado, Arias había sido nombrado, en comandita con Gian Carlo Di Martino, comisionado presidencial “para la recuperación del Sur del Lago de Maracaibo” tras las lluvias del último trimestre de 2011. Con tales credenciales y un dineral cimarrón de contabilidad, el excandidato del ave de corral se instaló en el Zulia. Llevaba dos mandatos y un proyecto propio. Las órdenes apuntan a acabar con las rencillas del PSUV en ese estado occidental y conseguirle votos a Chávez para el 2012. Y la agenda guardada en el doble fondo es la misma de siempre: ver como rasguña poder para él, aún a costa de arrastrarse de vientre por los barriales de Encontrados, El Guayabo, Santa Bárbara y sus anegadas inmediaciones.
Arias Cárdenas es uno de los virreyes que el Ejecutivo ha impuesto a los mandatarios locales para darles un rodeo y hacer como que no existen; y para sabotearlos con el dinero del gobierno central, que se les niega en los presupuestos ordinarios. En su caso, el cuadro se complica por su falta de talento, su ausencia total de escrúpulos y sus ansias de poder, todo disuelto en el desprecio que dispensa a quienes lo rodean por considerarlos inferiores. Esto constituye una mezcla que lo ha llevado a grandes ridículos, como la aludida campaña electoral de 2000, cuando aparecía en un set de televisión compartiendo con una gallina. Su tesis de entonces apuntaba a que Chávez, además de correlón (cosa que nadie le ha rebatido) estaba loco. Pero ya antes lo habíamos visto coquetear con la candidatura de Irene Sáez, a quien escoltó hasta que las encuestas le fueron esquivas. En 2002 se desgañitó diciendo que Chávez es un asesino, que había dado órdenes de disparó sobre la marcha que terminó sacándolo de Miraflores.
Ahora es diputado por el Zulia. Uno de los tres oficialistas que salieron electos en septiembre pasado, de los 16 que correspondía elegir en la entidad. En esa posición contranatura, la de representante popular y, a la vez, valido del Ejecutivo central, es adalid de las políticas centralistas que como gobernador (1995-2000) atacó. Es bueno recordar que, cuando Arias asumió la Gobernación del Zulia, en su primera entrevista con el entonces presidente Caldera, le solicitó la descentralización de Corpozulia y otros organismos centrales de competencia regional. La corporación sigue en manos del poder central y el propio Arias acaba de hacer una movida politiquera al remover al antiguo presidente para poner en su lugar una ficha suya.
También utilizó la bandera de la descentralización durante el proceso constituyente, cuando se presentó como “defensor de la descentralización, especialmente de la Ley de Asignaciones Especiales, LAEE”. Como gobernador declaró su compromiso con el sector privado, con la privatización del aeropuerto, puerto y autopista Lara–Zulia. Más aún, hablaba del Federalismo como vía a la autonomía de los estados y municipios. Ahora los zulianos se preguntan dónde estaba el de la gallina cuando al Zulia le fue arrebatada la administración del Puente, Aeropuerto y Puerto, así como la vialidad con sus peajes. Por qué no se enfrentó, el 18 de marzo de 2009, a ese brutal asalto a las instituciones más vitales del Zulia, que tan hondamente afectó la economía y la calidad de vida de la región.
Esa trayectoria de dobleces, traiciones y adulación le ha rendido buenos frutos al taimado, quien se jacta en el Zulia del poder que le confieren los talegos de plata que Chávez le dio a repartir. Lleva instrucciones de actuar como un gobernador a la sombra y producir el mayor posible al mandatario legítimo. Hay quien dice que no es más que un Jacquelín Farías con corte de pelo al ras.

El Nacional, 29. 05. 2011

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