Milagros Socorro
Hace unos días el canciller Nicolás Maduro quiso provocar a Henrique Capriles Radonski refiriéndose a él con el epíteto de mariconsón. Como es su costumbre, el candidato de la Unidad Democrática ni se sintió aludido ni se distrajo de su campaña, con lo que el antiguo conductor de autobuses quedó solo, lanzando puñetazos a su sombra. Pero el asunto no paró allí. Una parte del país tomó nota del hecho de que el léxico de Maduro ha sido penetrado por el ocupante cubano, que es quien usa la palabra mariconsón, ausente en el dialecto de Venezuela donde el machismo tiene su propia jerga.
Al echar mano de un término ajeno al habla local, Nicolás Maduro ofreció una demostración patética de la dependencia del régimen chavista frente a Cuba y del grado de sumisión de los funcionarios venezolanos a las instrucciones de La Habana. Una entrega tan absoluta y acrítica que es comparable a la rendición erótica. Pero este no es el punto. Podríamos dedicar decenas de párrafos a la pasión de Chávez hacia Castro; podríamos detenernos en aquella velada de agosto de 2006, cuando el tirano cumplió 80 años y su adorador corrió a verlo con regalos y requiebros en el hospital donde a la sazón se reponía de un patatús. “Fidel esperó a Chávez en el lecho“, cotilleó el Granma, órgano de prensa oficial. Y se incluía una foto donde aparecían los dos comandantes uniendo sus manos en el mango de la daga de Bolívar, de tal guisa que parecían una pareja del mismo género en trance de contemplar un falo. «Esta es la mejor de todas las visitas que he hecho en mi vida», diría Chávez. “¿Qué ser humano es este? ¿De qué material está hecho?». Pero dejemos esto para la llamada prensa del corazón. Nuestra perspectiva es otra.
En la citada intervención, Nicolás Maduro se refirió a la entrada de Capriles Radonski en la embajada de Cuba en Caracas, en abril de 2002. Y estableció que una acción de esa naturaleza «ni siquiera se atrevió a hacerlo la derecha en Chile» (tras el golpe de Estado de Pinochet , en 1973). Naturalmente, Maduro no tiene idea de lo que ocurrió en Chile ni entonces ni nunca. Es evidente que está repitiendo un comentario de Fidel Castro, con lo que se hace visible que no solo se deja penetrar en el lenguaje sino también en la apreciación de los hechos.
Si Maduro tuviera la más mínima noción de lo que está diciendo, sabría que cuando Fidel Castro quiere expresar su desprecio por los izquierdistas que llegan al poder por vía distinta a la lucha armada, los tacha de homosexuales. Su blasón es haber tomado el poder en Cuba por las armas y no por ningún otro procedimiento institucional. Todo aquel que conciba una vía distinta a la del castrismo es acusado de cobarde, de “falta de cojones“, como mil veces echaron en cara a los comunistas chilenos porque la Unidad Popular accedió a la Presidencia de Chile con votos y porque luego no fueron capaces de impedir el golpe de Estado ni de derrocar a Pinochet, aún con la cuantiosa ayuda, en financiamiento, armas y efectivos, que recibieron de la isla para ese fin.
Castro se cansó de humillar a Allende, a quien despreciaba por considerarlo un político burgués, un civil de centroizquierda. Y tuvo una intervención tan flagrante en su gobierno que, invitado por Allende para una estancia de una semana, se quedó un mes en el que intrigó a sus anchas y enredó más un estado de cosas ya de por sí complejas. ¿Por qué pensar que la idea que Castro tiene de Chávez, fracasado en la opción armada, sería distinta a la que tenía de Allende?
Ignora también Maduro que a la hora del golpe de Pinochet no solo la derecha se abstuvo de irrumpir en la sede diplomática de Cuba, sino que la dirigencia de la UP, que había vociferado que si los sacaban del gobierno incendiarían el país, huyó sin resistir. Por eso, tal como recuerda Roberto Ampuero, en su novela autobiográfica <em>Nuestros años verde oliva</em>, hay una frase denigrante que los chilenos tuvieron que calarse con mucha frecuencia en esa época: “Les faltó un Fidel y les faltaron cojones“. Ya se sabe quién era el autor del sonsonete.
Para el machismo-leninismo, las elecciones, la prensa libre, la separación de poderes, en suma, la democracia, son veleidades de efebos. Para esta mentalidad, es de varones, por ejemplo, rodearse de generales conocidos en el mundo como los zares de la droga.
Publicado en El Nacional el domingo 22 de abril de 2012
No lo había leido hasta hoy. Esto no tiene desperdicio y que bien escrito esta. Saludos
Caramba, empezamos mal de nuevo. Antes de terminar el primer párrafo, esta escritora de muy dudoso talento y preparación mete la pata hasta el fondo cuando su subconsciente le juega sucio. Cito: » el antiguo conductor de autobuses quedó solo «… ¿qué está dando a entender cuando menciona su profesión antigua? Yo supongo que no hay que ser un genio de la lengua para descubrir como piensa esta escritora. Un conductor de autobus que tenga la mala suerte de toparse con este escueto intento de opinión con disfraz de escrito o ensayo qué se debe preguntar? En venezuela el problema no son los gobiernos antiguos o presentes, es la mentalidad mediocre de algunos. Si nos dedicásemos a ser más constructivos, y sobre todo a dar el ejemplo cuando se escribe públicamente tal vez avanzaríamos y iríamos más allá de apuntar culpables con el dedo. Qué mala impresión me da este escrito.
Por cierto, mientras Maduro toma prestado un cubanismo, la «autora» espeta un Españolismo. Jamás en mi vida he escuchado a un venezolano en su tierra usando el término: «cotilleo»… Qué esnobismo tan esmerado. Qué poca cosa nos sentimos a veces… La tennología es maravillosa, lástima que no filtre escritores aficionados.
Emiliano: cotilleo es un sinónimo elegante de habladurías, contrario al epíteto lanzado por Maduro en plan de insulto. Por fortuna, no depende de la «tecnología» determinar la calidad de un escrito y de la AUTORA (en mayúsculas, por la admiración y respeto que le profeso por sus clarísimas reflexiones y excelente pluma)
Creo que Fidel castro necesita leerse el diario de Alejandro Magno, a ver si los homosexuales son cobardes.
El problema no es si era albañil, mesero, colecto, etc. a mí criterio el problema es, la responsabilidad que se le pone en las manos, dígame ud. que sabe una persona que tenga esa profesión sobre diplomacia? sobre relaciones internacionales? Creo que dejar de ser mediocre parte de involucrar a personas capacitadas y con esto no quiero decir que el canciller no lo esté, sólo que me causa nerviosismo (es la palabra) saber que sea nada más y nada menos que Canciller de la República
Señor Barragán, no se cuestiona al señor Maduro por haber sido conductor de autobus o de vagón de metro, sino por ocupar el importantísimo cargo de canciller sin tener los méritos necesarios para ocupar este cargo. Que sepamos el señor Maduro no ha cursado Estudios Internacionales ni ninguna otra que le otorgue las calificaciones requeridas.
sin duda la señora esta bien ubicada, solo debemos obviar el que el tipo ejerció ese oficio, porque en realidad para los de poca monta e identificados con esta regaladera de publicidad compra conciencia, les satisface y fortalece saber que un zapatero, un hornero, un ayudante de albañil etc.. quienes no son los precisados para dirigir las riendas del país, por su complejidad. Nunca si no les abrimos los ojos de otro modo se percataran de ello.