Milagros Socorro
La semana pasada, en medio de un eclipse del poder (el Presidente andaba desaparecido y la segunda línea estaba en la trascocina despedazándose a dentelladas), salió el embajador de Cuba en Venezuela a dar una rueda de prensa.
No había motivo para tal irrupción en la palestra. El embajador Rogelio Polanco no dio ninguna noticia. Se limitó a mencionar el hecho de que “más de 100 médicos cubanos han muerto en Venezuela” desde el inicio del programa en 2003. Bueno, sí, el principal requisito para morir es estar vivo y si 31.315 profesionales cubanos viven en este país, según cifra del diplomático antillano, lo más natural es que algunos fallezcan en suelo venezolano. Cuál es la novedad. La habría si el funcionario cubano hubiera precisado las causas de esos decesos y establecido una cifra concreta (“más de cien” puede ser 101 o 1.500). Es evidente, pues, que esa no era su motivación para convocar a la prensa. Simplemente, salió a dar la cara en un momento en que las autoridades nacionales estaban en silencio.
No obstante, hay algo digno de analizar en el discurso del embajador Polanco. El representante del régimen cubano dijo textualmente: “En este período han fallecido en Venezuela más de un centenar de colaboradores de la salud, pero la inmensa mayoría han sido por causas naturales o por accidentes de tránsito”. En esto coinciden diversos medios que cubrieron la conferencia de prensa. Qué curiosa manera de construir la argumentación: cien personas han muerto, pero por causas naturales. ¿Por qué el embajador dice “pero”…? Si las bajas obedecieran efectivamente a causas naturales, esa conjunción sobraría. Pero el caso es que su presencia en la frase evidencia que el vocero de los hermanos Castro quiso contraponer el concepto “causas naturales” al de violencia, que no solo es una de las principales causas de mortalidad en Venezuela, sino que se ha abatido con saña contra los profesionales cubanos, por lo general emplazados en medios conflictivos.
Nadie le estaba preguntando si sus connacionales habían caído víctimas de la violencia que durante los 14 años de Chávez se han multiplicado. El embajador Polanco se adelantó ante una realidad innegable: cuando los cubanos pisan Venezuela tienen comida y electrodomésticos para enviar a la isla, pero comparten los padecimientos del pueblo venezolano, que tiene en el crimen su principal flagelo, además, por cierto, de los siniestros en las carreteras, casi todos los cuales ocurren por fallas atribuibles a las autoridades, como son el mal estado de las vías, la falta de señalización e iluminación , así como de supervisión de los vehículos y los conductores.
Todo esto lo sabe Rogelio Polanco, quien es, según ha dicho la escritora francesa, Liliane Hasson, primo hermano del escritor Reinaldo Arenas (1943-1991), y “una personalidad influyente dentro del régimen castrista. Cuadro del Partido Comunista de Cuba, director del periódico Juventud Rebelde, presentador de la mesa redonda televisiva, programa de “debates” entre personas de las misma opinión sobre temas sociales o políticos.
-Rogelio Polanco –sigue la biógrafa Hasson- tenía catorce años cuando Reinaldo Arenas se marchó al exilio. Polanco pudo obtener para su familia dos apartamentos en este edificio de alto nivel. En la planta 14, en un penthouse, vive él con su mujer y sus hijos. El edificio está vigilado día y noche por un custodio en uniforme, armado, que tiene acceso al interfono, una rareza en Cuba. Entramos en un magnífico apartamento luminoso, moderno, de esos que nunca vimos en Cuba, dotado de una cocina americana muy bien equipada [aquí se refiere al apartamento de Oneida, tía de Polanco, residenciada en el mismo edificio].
Ninguno de esos privilegios los tienen los cubanos que vienen a Venezuela no como “demostración del altruismo de todo colaborador dispuesto a dar su vida en una misión internacionalista” sino por la asfixia económica y política que empujó a varios familiares de Polanco (médicos incluidos) al exilio en Miami. El punto es que, efectivamente, muchos médicos cubanos han muerto y, de seguro, la mayoría sucumbió a la violencia, que en Venezuela es fuente del 22,47% de la mortalidad (mientras que las coronarias se llevan al 20,6%), según el Anuario del Ministerio de Salud de 2008. Pero sí, ahora eso es natural.
Publicado en El Nacional, el 18 de noviembre de 2012