Milagros Socorro.- Alejandro Varderies escritor y profesor universitario. Nacido en Venezuela, se residenció en Nueva York en 1985. Es catedrático de Estudios Hispánicos en The City University.
Entre sus novelas se cuentan: Para repetir una mujer (1987), Amantes y reverentes (1999, 2009) y Viaje de vuelta (2008) y Bajo fuego (2014). Ha publicado los siguientes libros de ensayos: Estado e industria editorial (1985), Anotaciones sobre el amor y el deseo (1986), Severo Sarduy y Pedro Almodóvar: del barroco al kitsch (1994), Anatomía de una seducción: reescrituras de lo femenino (1994, 2013), A New York State of Mind (2008) y Los vaivenes del lenguaje: literatura en movimiento (2011).
Varderi es, además, un gran aficionado a la música popular y notable cantante aficionado.
–¿Qué estrella de cine persiste en su admiración desde su infancia?
–Judy Garland. Su película Thewizard of Oz, vista por primera vez en el Cine San Pedro de los Chaguaramos, como corolario a la ceremonia de fin de curso en el tercer grado del colegio del mismo nombre, persiste como parte indeleble de un imaginario de pasillos, monjas, medallas de excelente aplicación y conducta, desfiles patrios y poemas al día del árbol. Entre los restos rescatados al naufragio de aquellos años, Dorothy, con sus zapatos imposiblemente rojos, sigue danzando en mi memoria y busca aún ese elusivo y resplandeciente futuro al final del arco iris.
–¿Qué clásico del cine tiene ganada una reputación injusta?
–Vértigo, no tanto por menospreciar las excelentes cualidades del film, sino por ser, a mi entender, una película menor dentro de la filmografía de Alfred Hitchcock. Pese al lugar privilegiado que, junto a CitizenKane de OrsonWelles, se le otorga en las listas de las mejores películas jamás filmadas, no tiene la densidad, las exigencias técnicas, la calidad interpretativa ni el suspense de otras obras suyas como The 39 Steps, Rebecca, Shadow of a Doubt y Dial M forMurder.
–¿Cuál es la película que ha visto el mayor número de veces?
–MyFair Lady, dirigida por George Cukor. Otra joya descubierta en el mismo cine San Pedro, pero esta vez de la mano de mi padre, un domingo caraqueño tras uno de aquellos extendidos almuerzos alargándose hasta la hora del café, cuando llegarían los amigos de la familia a rememorar historias, producto de sus continuos desplazamientos entre un lado y otro del Atlántico.
–¿Cuál es el mal actor (o mala actriz) cuyas interpretaciones usted, sin embargo, disfruta?
–Doris Day. Sus comedias, en especial las tres que protagonizó con Rock Hudson a principios de los años 60 (PillowTalk, Lover Come Back y Send Me No Flowers) no tienen desperdicio. Day, más que ninguna otra actriz, responde al estereotipo de la perfecta esposa, ama de casa y profesional de avanzada en el mundo masculino durante las décadas puntuales de formación, auge y decadencia de la cultura popular norteamericana. Resulta fascinante revisitar la filmografía de Doris Day para entender mejor la doble moral, la manipulación sentimental y el afán imperialista de los Estados Unidos, sin que una sola hebra se mueva de lugar en su resplandeciente cabellera rubia.
–¿Cuál fue la última película cuya proyección abandonó antes de finalizar?
–Nadie hablará de nosotras cuando hayamos muerto, de Agustín Díaz Yanes. Cuando pareciera que el personaje de Gloria, interpretado con gusto por Victoria Abril, no puede resistir una vejación más, una violación más, una tortura más caemos en cuenta de que estamos apenas en los estadios iniciales de su calvario.
–¿Qué es lo que en verdad no soporta en una película?
–Las escenas gratuitas o repetitivas. ¿Cuántas veces hemos asistido a producciones donde se busca, a fuerza de reiterar o forzar los contenidos, transmitir un mensaje que se desintegra por exceso? La excepción: TheTurinHorse, del visionario cineasta húngaro BélaTarr. Aquí levantarse, ensillar un caballo que se niega a moverse, beber un trago de aguardiente, comer una papa hervida con las manos, coser, sacar agua del pozo, cortar leña y dormir a la caída del sol, constituyen las labores cotidianas que, en plano fijo o en travelling sumamente lento, anegan el espacio fílmico hasta el fundido final donde, literalmente, hasta la luz más elemental desaparece. Con ello el director nos devuelve al sentido primigenio de la existencia, haciéndonos cavilar en torno a la profundidad de lo habitual, al tiempo que nos enfrenta con nuestros fantasmas más íntimos y con la futilidad de los afanes personales.
–¿Ha copiado alguna vez un modelo de vestido, un peinado, un gesto o una actitud de algún actor o actriz?
–Richard Gere en American Gigolo, de Paul Schrader, vista a mis veinte años en el cine Concresa un lejano día de 1980. Extasiado yo con la metamorfosis del protagonista, en el fascinante mundo de drogas, sexo y alcohol que marcaría aquella década, y donde el desarreglo paulatino de los trajes Armani documentó, arruga a arruga, su descenso a los infiernos… y el mío.
–¿Cuál es la película con la que más ha llorado?
–It’s a WonderfulLife, de Frank Capra. La conjunción del sentimentalismo del film y la época del año siempre me enrojecen los ojos, dos horas antes de ponerme el abrigo y salir a celebrar la Nochebuena.
–¿Cuál es la película que más lo ha hecho reír?
–SomeLikeit Hot, de Billy Wilder. La combinación entre lo ingenuo de Marilyn Monroe, lo hilarante de Jack Lemmon y lo puntilloso de Tony Curtis, retozando entre dormilonas, medias satinadas, pelucas y sostenes generó una química difícil de superar en las producciones del género.
–¿Cuál es la peor película que ha visto en su vida?
–Ninguna. Por muy malo que parezca un film, siempre hay algo rescatable. Y en última instancia, mantener una distancia irónica me permite ver más allá de lo que, con mayor o menor grado de seriedad, el argumento pretende, o no, contarme.
–¿Se ha enamorado alguna vez de un actor o actriz?
–Muchas. De Greta Garbo en Camille; de Clark Gable, en ItHappenedOneNight; de Elizabeth Taylor, en A Place in theSun; de Paul Newman, en The Long, Hot Summer; de Catherine Deneuve,en Les Demoiselles de Rochefort; de Christopher Reeve, en Superman; de MerylStreep en Sophie’sChoice; de Antonio Banderas, en La ley del deseo…
–¿Qué parlamento de película suele citar en sus conversaciones?
– “Fastenyourseatbelts, it’sgoingto be a bumpynight!”. Son las lapidarias palabras de Bette Davis en AllaboutEve, de Joseph L. Mankiewicz, dichas junto al pasamano de la escalera que, si bien es de subida, marca su descenso entre las luminarias de Broadway; pues la juventud que a Margo se le escapa, era considerada entonces el mejor pasaporte hacia el éxito. Su acerbidad cobra también mayor sentido, en tanto voy perdiendo la mía.
–¿Quiénes son la actriz y el actor que más admira en la actualidad?
–Cate Blanchett y Javier Bardem. De ambos admiro la versatilidad, el talento para escoger los papeles que interpretan, su capacidad para asumir riesgos, la actitud crítica hacia la maquinaria de Hollywood, el espectro amplio de intereses relacionados con la política y la sociedad contemporánea del cual hacen gala, y su apoyo a las causas en pro de los derechos de las minorías.
–¿A cuál actor o actriz no le encuentra ningún atractivo… a pesar de que su pareja y/o amigos insisten en que es lo máximo?
–Brad Pitt y Angelina Jolie. Siempre he visto con sospecha la manipulación mediática que despliegan para mantenerse en primer plano de actualidad. Aunque quizás sea este el mejor papel que hayan protagonizado hasta ahora.
–¿Le han propuesto alguna vez que aparezca en una película? Si la respuesta es afirmativa, por favor, relate el asunto.
–, pero la escena donde estaba mi imagen fue suprimida durante el montaje. Entre los metros de película descartados quedaron mis sueños de gloria.
–¿A qué estrella de cine suelen decirle que se parece?
–A Sandro de América en Quiero llenarme de ti, pero sin las patillas.
–Cuando se lleve al cine su vida, ¿qué genero preferiría?, ¿quién le gustaría que la dirigiera?, ¿qué actor le gustaría que hiciera su papel?, ¿qué actores y actrices quisiera que estuvieran en los otros roles?, ¿cómo empezaría la película y cuál sería la escena cumbre?
–La comedia urbana, dirigida por Woody Allen, por mi existencia trasatlántica pero, fundamentalmente neoyorkina, y por ese ácido sentido del humor característico de su estilo. George Clooney en el papel principal. Y con Rossy de Palma, Cate Blanchett, Carmen Maura y Tania Sarabia como las intérpretes femeninas. La película se abre con una panorámica de las ciudades que han perfilado la vida del personaje, e incluye tres planos encadenados con la fuente de la Plaza Cataluña, a mediados de los 60, la de la plaza Altamira a mediados de los 80, y la de Columbus Circle hoy. En la escena cumbre, Clooney llega solo a su casa neoyorkina, la noche en que cumplió cincuenta años, y al abrir la puerta lo conmueven con una fiesta sorpresa, todos los amigos que ya no están pero siguen estando en su devenir y en el de los protagonistas de los libros que escribe.
–¿Qué película está ligada a su vida?
–Todas las que he citado hasta ahora encuentran su lugar en el entramado biográfico donde han ido amontonándose mis días.
–¿Cuál es la historia que el cine nacional debe filmar cuanto antes?
–La de la Caracas anterior al chavismo, para que las nuevas generaciones aprendan que hubo una ciudad y una manera de vivir distintas antes del miedo.
–¿Cuál es la única razón por la que usted no es una estrella de cine?
–No he recibido todavía ofertas de ningún director para saltar a la pantalla grande, pero no he perdido las esperanzas. Me consuela recordar que Christopher Plummer ganó su primer Oscar a los 82 años, por el rol de un padre de familia quien al morir su esposa sale del closet, en la película Beginners, escrita y dirigida por Mike Mills.
@MilagrosSocorro