Milagros Socorro.- El venezolano Ariel Jiménez es historiador y curador de arte moderno y contemporáneo. Ha sidocurador en jefe de la Colección Patricia Phelps de Cisneros (1997-2011) y sirector del Museo de Arte Moderno Jesús Soto de Ciudad Bolívar (2004-2006). Actualmente trabaja como curador independiente y asesor de la Colección Ignacio y Valentina Oberto en Caracas.
Ha publicado, entre otros títulos: La primacía del color (1992); He vivido por los ojos. Correspondencia Alejandro Otero/Alfredo Boulton. 1946-1974 (2001); Conversaciones con Jesús Soto (2001); Soto, un estudio monográfico (2007); Alfredo Boulton y sus contemporáneos. Diálogos críticos en el arte venezolano. 1912-1974 (2010) Carlos Cruz-Diez en Conversación con Ariel Jiménez (2010); Roberto Obregón en tres tiempos (2013) y Dolor cifrado, estudio monográfico sobre Roberto Obregón (2014).
–¿Qué estrella de cine persiste en su admiración desde su infancia?
–La verdad es que de niño tuve una relación muy curiosa con el cine. La ignorancia, quizás, y la ausencia de parámetros culturales, hicieron que no pudiera separar los actores de los personajes. Me interesaban los personajes del cine, lloré y reí con ellos, pero nunca pensé en los actores. Para mí se trataba de historias que tenían lugar en la pantalla, y era como si los personajes vivieran allí. Nunca pensé ni me imaginé a los actores personalizando un rol, ni en el director de una película. Esas historias, para mí, no tenían autor, nadie las hacía. Existían, simplemente, en la televisión y en las pantallas del cine. El Zorro y la persona que lo encarnaba eran una misma cosa. Quizás por eso, todavía hoy, me cuesta ponerle un nombre a más de diez rostros de actores.
–¿Cuál es la película que ha visto el mayor número de veces?
–Hay dos películas que me vienen a la memoria leyendo esta pregunta, Il postino y Billy Elliot. En Il postino me conmovió la ingenuidad inteligente del cartero, y esa idea de que el arte tiene una función, y es de aquellos que lo necesitan. Esa apropiación del poema por necesidad me pareció conmovedora. Pero la que más he visto -quizás tres veces-, es Billy Elliot, porque toda película o historia narrada que oponga la voluntad un individuo al peso a veces injusto de las circunstancias (del destino podríamos decir), me conmueve hasta el llanto. Ese personaje que responde a fuerzas que no controla, que no sabe ni podría describir, pero que lo obligan a tomar decisiones que cambian radicalmente su vida, me dejan sin aliento. Sí, la lucha –ciega es la palabra que me viene- de una inteligencia que se ignora, contra circunstancias adversas, o la lucha de un individuo contra fuerzas que lo sobrepasan, me conmueven de veras.
–¿Qué es lo que en verdad no soporta en una película?
–La pretensión de intelectualidad, de profundidad y complejidad, como algunas películas de La nouvelle tendance.
–¿Cuál es la película con la que más ha llorado?
–Tiburón, de Steven Spielberg, porque me dejó un temor del mar (en especial cuando no puedo ver el fondo), que no puedo olvidar, ni superar.
–¿Cuál es la película que más lo ha hecho reír?
–No tengo una idea muy precisa, pero me viene a la mente la primera vez que vi Todo lo que usted quería saber sobre el sexo, de Woody Allen. Aunque la segunda vez que la vi, años después, me decepcionó.
–¿Se ha enamorado alguna vez de un actor o actriz?
–Bueno, enamorarse es quizás una palabra muy fuerte, pero debo decir que Emmanuelle Béart, en Manon des sources (antes de que se convirtiera en un monstruo del botox), me dejó boquiabierto. No he olvidado esas imágenes en la que ella baila desnuda en medio del paisaje.
–¿Qué parlamento de película suele citar en sus conversaciones?
–No, recuerdo imágenes, secuencias, la idea en general de un parlamento, pero no podría citar ninguno… soy definitivamente un hombre de la imagen fija.
–¿Quiénes son la actriz y el actor que más admira en la actualidad?
–Creo que sigo teniendo una actitud cercana a la de mi infancia. Definitivamente, mi atención no se centra en los actores, sino en la película, en ese orden que crea un director, y en lo que ella pueda producir en mí. Por lo demás, veo rostros, y quisiera responder a la pregunta, pero no consigo acordarle un nombre a esos rostros. Es horrible, pero es así.
–¿A cuál actor o actriz no le encuentra ningún atractivo… a pesar de que su pareja y/o amigos insisten en que es lo máximo?
–Penélope Cruz. Es un rostro hermoso, pero no hace circular la sangre más rápido por las venas (recuerdo una frase de Borges)… eso, claro, como mujer. Como actriz tengo un gran respeto por ella y he disfrutado, e incluso admirado, algunas de sus actuaciones en las películas de Almodóvar.
–¿A qué estrella de cine suelen decirle que se parece?
–Cuando era muchacho decían que me parecía David McCallum, el compañero de Mister Solo, el agente secreto (busqué su nombre por internet). Ya mayor (y hace algún tiempo) que me parecía a Gérard Depardieu… espero que no sea al gordo de ahora.
–Cuando se lleve al cine su vida…
–Curiosa pregunta. No he imaginado que mi vida pudiera ser llevada al cine. En todo caso, si alguien un día tiene esa curiosa idea, puede sentirse tranquilo conmigo, que no tengo preferencias por un actor específico. Si acaso pensaría en los Hermanos Taviani para dirigirla, y eso porque acabo de ver una película deslumbrante de ellos (César debe morir).
–¿Qué película está ligada a su vida?
–Billy Elliot,por la historia que cuenta.
–¿Cuál es la historia que el cine nacional debe filmar cuanto antes?
–Haría falta varios largometrajes, y una multitud impensable de cortometrajes educativos. Pero bueno, si debiera comenzar ya, pensaría en una película que pusiera en escena la psicología más íntima del venezolano, lo que por supuesto exigiría al menos tres películas distintas, o a tres personajes de clases diferentes en la misma película. Pero claro, el problema es que necesitaríamos a un escritor ENORME, capaz de penetrar hasta el fondo en la psicología de esos personajes. No tendría que ser una película pretenciosa e intelectual, pero sí profunda y fina.
Materializar en tres personajes los complejos (que yo creo de origen colonial) que nos hacen sentirnos inferiores a un catire europeo, los que a otros los llevan a sentirse superiores a determinadas tipologías o clases sociales (y esto aunque sean lo más ignorante y estúpido que puedas imaginar). Lo que nos impide crear instituciones, sumar en el tiempo, echar raíces, creer en nosotros.
Pero te digo, nos haría falta un ESCRITOR, o ESCRITORA realmente ENORME…. ¿O alguien que se atreva, que lo ose?
No lo sé.
–¿Cuál es la única razón por la que usted no es una estrella de cine?
–Porque soy un cinéfilo mediocre, y un hombre de la imagen fija. La imagen en movimiento siempre ha sido para mi conflictiva. He admirado hasta el llanto muchas películas, pero no siento la necesidad de acercarme a ellas, de estudiarlas, de analizarlas, como me sucede con la pintura… hay algo allí que se me escapa, como el agua entre las manos, que no puedo asir. La única película que (recientemente), me provocó volver a ver para estudiarla en su estructura, es precisamente esa de los hermanos Taviani… pero el simple hecho de tener que retroceder o avanzar el CD para volver a ver una secuencia me detiene. No puedo explicarlo, pero la imagen en movimiento se me escapa…