Milagros Socorro.- Liliana Lara es escritora venezolana. Narradora, cronista, profesora de español y literatura. “Los jardines de Salomón”, su primer libro, fue merecedor del premio de Narrativa de la XVI Bienal Literaria José Antonio Ramos Sucre, en 2007. Fue finalista del premio Equinoccio de cuento Oswaldo Trejo con su libro “Trampa – jaula”, en 2012, y del XIII Concurso Transgenérico de la Fundación para la Cultura Urbana con su libro “Abecedario del estío”, en 2013. Cuentos y artículos suyos han aparecido en diversas publicaciones periódicas y antologías de Venezuela, México, Polonia y Alemania. Actualmente vive en Israel.
–¿Qué estrella de cine persiste en su admiración desde su infancia?
–Julie Andrews, sin lugar a dudas. De niña la vi en la tele, en dos películas emblemáticas: “La novicia rebelde” y “Mary Poppins”. Enseguida la adoré porque era tan dulce, tan divertida, cantaba tan lindo. Luego ha hecho papeles secundarios de madre o de reina, pero siempre es una dama con mucha clase, siempre tan bella.
–¿Qué clásico del cine tiene ganada una reputación injusta?
–Supongo que muchos, pero en este momento recuerdo particularmente a “2001, odisea del espacio”, porque me hizo dormir profundamente. Y no es que no me haya dormido nunca antes en otras películas, pero recuerdo esa en especial porque entré al cine sola y me dormí en el hombro de un señor muy serio y desconocido que estaba a mi lado. Me desperté con los títulos finales y me di un susto enorme: no sabía qué hacía yo allí, ni quién era ese señor. ¡La mujer que estaba sentada a su lado me veía con muy mala cara!
–¿Cuál es la película que ha visto el mayor número de veces?
–Una de las películas que más he visto es “El quinto elemento”, y no porque la adore, sino porque la ponían a cada rato en el cable a una hora en que yo solía prender la televisión. La primera vez que la vi me encantó porque soy fan de toda ciencia ficción. La segunda, tercera, cuarta vez pude regodearme en cada detalle. Luego vi solo escenas. Me encanta ese momento en el que le preguntan a la protagonista que quién es y ella contesta: «Lilo Dalas Multipass»; y lo repite una y otra vez. Luego esa película se convirtió en un chiste en mi casa, en lugar de decir «prende la tele», decíamos: «Pon El quinto elemento».
–¿Cuál es el mal actor (o mala actriz) cuyas interpretaciones usted, sin embargo, disfruta?
–Me encantan las películas de Jackie Chan. Siempre en su mismo papel, incluso en algunas películas usa su propio nombre. Siempre tan gracioso y sonriente aunque esté rematando a patadas a su contrincante. Me encantan sus acrobacias y el hecho de que no usa dobles. Un genio, definitivamente.
–¿Cuál fue la última película cuya proyección abandonó antes de finalizar?
–Voy muy poco al cine porque vivo en medio del campo y porque ir al cine requiere de un operativo que incluye buscar con quien dejar a mis hijos. Tal vez por eso cuando por fin voy, no suelo abandonar la sala en medio de la proyección. Si la película es mala o aburrida, me duermo sobre el hombro de cualquier persona -conocida o no- que tenga a mi lado.
–¿Qué es lo que en verdad no soporta en una película?
–Una mala historia. Una historia poco original, poco creíble, mal armada.
–¿Ha copiado alguna vez un modelo de vestido, un peinado, un gesto o una actitud de algún actor o actriz?
–Cuando estaba en la secundaria, igual que todas las chicas de mi edad, copié el estilo de Madonna en “Desperately seeking Susan”, una película que en ese entonces no había visto, no sé por qué. Solo había visto videos o fotos, pero con eso me bastó para adorar esos zarcillos enormes, las manos llenas de pulceritas negras, los mitones, etc. Hace poco tuve la oportunidad de por fin ver esa película y, aunque es malísima, aluciné con la ropa, los cortes de pelo y esa chaqueta negra con una pirámide dorada en la espalda. Menos mal que no vi aquella película en su momento, porque me hubiese dado cuenta de todo lo que me faltaba para parecerme a Madonna. Luego quise parecerme a Cindy Lauper, pero esa es otra historia.
–¿Cuál es la película con la que más ha llorado?
–Lloro lágrimas de sangre con casi todas las películas para niños que veo junto a mis hijos. En “Valiente”, por ejemplo, estuve gran parte del tiempo aguantando el llanto, sentía como si tuviese una bola de fuego en la garganta, hasta que no pude más y arranqué a llorar sonoramente. A mi favor diré que todo el público adulto en aquella sala de cine era un mar de lágrimas, sobre todo las madres. Aquello parecía un entierro. Salí de allí destruida.
–¿Cuál es la película que más lo ha hecho reír?
–Me reí mucho con “Loco por Mary”, todo un clásico de la comedia tonta-escatológica norteamericana. Me río menos, pero igual me encantan esas películas en las que aparecen una serie de actores feos/gordos/cuarentones que hacen siempre más o menos el mismo papel de fracasados, insatisfechos e infantiles: Will Ferrell, Jack Black, etc. En ese grupo se puede meter a Seth Rogen, otro gordo/feo, pero treintón, cuyos personajes siempre está fumando marihuana, metiéndose alucinógenos, filmando películas porno de pacotilla, etc. Me causa mucha gracia también Kevin Smith en su papel de «Bob, el silencioso». ¡Y quien puede olvidar a Peter Sellers en aquella fiesta!
–¿Cuál es la peor película que ha visto en su vida?
–»Jamón, jamón», de Bigas Luna, pero no recuerdo por qué.
–¿Se ha enamorado alguna vez de un actor o actriz?
–Cuando por fin vi “Desperately seeking Susan”, hace unos meses, me enamoré de Aidan Quinn. Era algo así como una deuda de adolescencia.
–¿Qué parlamento de película suele citar en sus conversaciones?
–Tengo poca memoria, por eso los parlamentos que cito son más bien de series televisivas y, por lo general, se trata de diálogos que han repetido infinidad de veces a lo largo de varios capítulos o que se ponen de moda en las redes sociales. Por ejemplo, últimamente todas mis citas vienen de “Game of Thrones”. Cuando creo que se acerca una complicación o un problema, digo: «Winter is comming», y para darme ánimos: «What is dead may never die».
–¿Quiénes son la actriz y el actor que más admira en la actualidad?
–Me gusta mucho Kate Winslet, en “Eternal Sunshine of the Spotless Mind”, en “El Lector”. Incluso en “Titanic”.
Edward Northon a partir de “El club de la pelea” es un icono para mí. Veo cualquier película suya. Su interpretación de “El increíble Hulk” me parece fantástica.
Me encanta Ricardo Darín en todos sus matices, desde el tracalero de “Nueve reinas”, hasta el amargado de “Un cuento chino”.
–¿A cuál actor o actriz no le encuentra ningún atractivo… a pesar de que su pareja y/o amigos insisten en que es lo máximo?
–A Mila Kunis, pero seguramente es por envidiosa que lo digo.
–¿Le han propuesto alguna vez que aparezca en una película?
–Cuando era niña apareció en casa una conocida de mi mamá. Su esposo era cineasta y aquella noche no paró de hablar de la película que estaba filmando. Yo soñaba con que me propusiera actuar allí de cualquier cosa y comencé a hacer todo tipo de piruetas, pero nada, no me dijo nada. Ni siquiera me vio. Nunca más lo volví a ver y no me acuerdo ni de su nombre ni del de la película que estaba filmando, porque esos datos no eran importantes para mí en aquel entonces. Creo que eso fue lo más cerca que he estado de participar en una película en toda mi vida.
–¿A qué estrella de cine suelen decirle que se parece?
–Mi papá dice que me parezco a Julia Roberts, pero por supuesto que no es cierto, es solo el reflejo de su cariño.
–Cuando se lleve al cine su vida…
–Me encantaría que fuese una película de Miyazaki. Quisiera ser un personaje dibujado, de ojos enormes, tratando de entender un mundo ajeno, lleno de monstruos y prodigios. Pero supongo que lo máximo que puedo aspirar es a una coproducción israelí-venezolana. Espero que al menos el guión sea de Edgar Keret.
–¿Qué película está ligada a su vida?
–Hay una película que marcó un antes y un después en mi vida. En la adolescencia yo solía ir al cine a hablar con mis amigas, a ver a los chicos, a hacer guerra de cotufas, a esquivar los chicles que lanzaban desde las filas de atrás. La costumbre en el pueblo donde crecí era ir al cine cada domingo, sin importar la película que pasaran. Así fue como un día me encontré viendo “Ángel diabólico”, de Alan Parker. Entonces todas las tonterías se detuvieron y en cambio hubo un gran asombro, un miedo muy hondo y la alegría de descubrir que el cine era otra cosa.
–¿Cuál es la historia que el cine nacional debe filmar cuanto antes?
–Creo que el cine nacional tiene que dejar de lado a ciertos libretistas inexpertos que no tienen idea de lo que es un personaje, poco saben de historias y mucho menos de literatura, y dedicarse a filmar narrativa venezolana contemporánea. Hay cuentos de la nueva camada de escritores venezolanos que son muy cinematográficos y serían películas estupendas. También las novelas de Rubi Guerra o Juan Carlos Méndez Guédez darían para guiones memorables.
–¿Cuál es la única razón por la que usted no es una estrella de cine?
–Primero que nada, porque tengo mala memoria. No podría recordar todos los parlamentos sin apuntador. Además, soy muy despistada: podría llegar a confundir mi vida real con la vida del personaje que llegase a interpretar o viceversa, lo cual sería una verdadera catástrofe. Si no fuera por eso, ya estaría firmando autógrafos en Cannes y viviendo en Beverly Hills.
@MilagrosSocorro