Milagros Socorro.- Matías Correa es escritor chileno. Novelista, filósofo, crítico de cine y profesor universitario. Es autor de las novelas Autoayuda (Chancacazo, 2014) y Geografía de lo inútil (Chancacazo, 2011).
–¿Qué estrella de cine persiste en su admiración desde su infancia?
–Desde “Cadyshack”, “Los Cazafantasmas” y “El día de la marmota” hasta “Lost in Translation”, “El Gran Hotel Budapest” y “Broken Flowers”, Bill Murray ha contado con mi admiración. Cuando sea grande quiero parecerme a él: eso pensaba a los doce años; veinte años después soy de la misma opinión.
–¿Qué clásico del cine tiene ganada una reputación injusta?
–Han pasado más de veinticinco desde su estreno y ya es hora de que “Stand by me”, de Rob Reiner, tenga más y mejor fama: no solo debido a que ese guion esté basado en una nouvelle de Stephen King que funciona como relojito suizo, sino sobre todo porque le da a River Phoenix la oportunidad de robarse la película actuando como un hombre cuando todavía era un niño.
–¿Cuál es la película que ha visto el mayor número de veces?
–“Indiana Jones y la última cruzada”, “Taxi Driver”, “Volver al futuro II” y “Almost Famous”: el empate es técnico, y si no me aburro de ellas es por sus protagonistas. Son todos personajes perdidos, tipos que no saben muy bien qué hacer consigo mismos ni con sus circunstancias. Mira al Dr. Jones: se demora casi toda la primera mitad del siglo XX en dejar de ser el-hijo-de y reconciliarse con su viejo. Por otro lado, más que en Vietnam, es en New York donde Travis Bickle debe aprender a adaptarse a la hostilidad del mundo. ¿Marty McFly y William Miller? El primero se ve obligado a viajar en el tiempo para definir su futuro; el otro es un niño que, reporteando la gira de una banda de rock, termina por vivir la crónica del fin de su infancia y adolescencia a la vez. Todos estos personajes se toman la construcción de su identidad como un work-in-progress en clave de aventura. Todas estas películas convierten la épica en una cuestión personal. Y ahí es donde me hipnotizan siempre, una y otra vez: las veo para cultivar cierto optimismo infantil, púber. Por eso es que no puedo dejar de verlas.
–¿Cuál es el mal actor (o mala actriz) cuyas interpretaciones usted, sin embargo, disfruta?
–Al Pacino. Después de “El Padrino I”, fue incapaz de interpretar algún otro personaje distinto a sí mismo –de la versión de sí mismo que sistemáticamente ha ofrecido en el cine, digo–. Es triste verlo gritar en pantalla, deshaciéndose en esfuerzos por ser alguien diferente a la persona que es.
–¿Cuál fue la última película cuya proyección abandonó antes de finalizar?
–Jamás he abandonado una sala de cine antes de que terminen los créditos finales. Mi novia, eso sí, me dejó botado durante la proyección de “Las Analfabetas” (de Moisés Sepúlveda, un director chileno). Según ella, la película parecía obra teatro. La entiendo: yo también he abandonado salas de teatro antes de que caiga el telón.
–¿Qué es lo que en verdad no soporta en una película?
–Cuando el product placement carece de pudor. Por otro lado, los publicistas que juegan a hacer cine me hastían. En cambio, los directores con vocación pedagógica que, en vez de contar una historia, buscan armar un discurso (político, estético, ético, etc.) solo me aburren.
–¿Ha copiado alguna vez un modelo de vestido, un peinado, un gesto o una actitud de algún actor o actriz?
En tiendas de ropa usada –en Chile también se llaman “tiendas de ropa americana”– busqué durante años un sobretodo/abrigo/impermeable como el que ocupa John Cusack en “Say Anything”. Jamás lo encontré.
–¿Cuál es la película con la que más ha llorado?
–En distintos momentos, por razones que no guardan parentesco entre sí, siempre he terminado mal con las tres “Before…” (Sunrise, Sunset & Midnight), que Richard Linklater filmó junto a Julie Delpy y Ethan Hawke.
–¿Cuál es la película que más lo ha hecho reír?
–“Death at a Funeral” (la versión inglesa), “The Party “y “The Big Lebowski”. La primera, ignoro por qué (la vi con margaritas y marihuana). La segunda, por Peter Sellers. La tercera, gracias al Dude.
–¿Cuál es la peor película que ha visto en su vida?
–“Harley Davidson and the Marlboro Man”, con Don Johnson y Mickey Rourke en los 80 actuando, respectivamente, de Don Johnson y Mickey Rourke en los 80. Es tan mala que da risa.
–¿Se ha enamorado alguna vez de un actor o actriz?
–Todos estamos enamorados de Scarlett Johansson, ¿o no?
–¿Qué parlamento de película suele citar en sus conversaciones?
–He hecho cosas incluso peores que robar líneas de películas.
–¿Quiénes son la actriz y el actor que más admira en la actualidad?
–Actualmente, sigo admirando a Peter Sellers. El verdadero talento de un artista –mejor, el genio de un intérprete– se revela en su sentido del humor. Por eso, Peter Sellers es el número uno, sin embargo, ya que está muerto, Bill Murray y Louis C. K. se disputan la corona hoy. ¿La actriz que más admiro? Julianne Moore.
–¿A cuál actor o actriz no le encuentra ningún atractivo… a pesar de que su pareja y/o amigos insisten en que es lo máximo?
–Todavía no entiendo a Penélope Cruz y Johnny Depp. De veras que no. Gente linda, sí, lo son. Pero como pueden serlo una vecina o un compañero de oficina. No sé, en todo caso, eso es justo lo que me gusta de toparme con Johnny Depp en el cine: tiene cara de ser un tipo cualquiera. A la Cruz, no; a ella no la trago.
–¿Le han propuesto alguna vez que aparezca en una película?
–Afortunadamente, no. La idea me aterra.
–¿A qué estrella de cine suelen decirle que se parece?
–Al De Niro de fines de los 70, cuando tenía menos kilos encima y el nombre le pesaba menos. También al Sr. Cara de papa, aunque me falta el bigote.
–Cuando se lleve al cine su vida…
–Entre película de época y comedia de equivocaciones. Si no, un melodrama que solo se entienda con subtítulos. Ojalá en italiano, pero jamás en inglés o francés. Me gustaría resucitar a Peter Sellers para tenerlo de secundario; no quisiera que mi personaje tuviera un rol protagónico. Scarlett Johansson, John Turturro y Mickey Rourke deberían estar dentro del elenco. Que Woody Allen la dirigiera y que Santiago de Chile se robara la película, eso sería un sueño. La secuencia inicial retrataría la ciudad desde el cerro San Cristóbal y el clímax involucra a la Johansen y Peter Sellers. También habría una pileta y un parque, en una de esas el Forestal. Imposible saber de qué va el argumento.
–¿Qué película está ligada a su vida?
–“Say anything”, de Cameron Crowe. Todo gracias al monólogo que suelta Loyd Dobler, en esa adolescente y pelotudamente optimista versión que John Cusack hace sí mismo, cuando dice qué es lo que le interesa hacer con su vida después de la escuela: “No quiero hacer carrera vendiendo nada, comprando nada ni procesando nada. No quiero vender nada comprado o procesado, o comprar nada vendido o procesado, o procesar nada vendido, comprado o procesado, o reparar nada vendido, comprado o procesado. Ya sabes, así como para hacer carrera, no quiero hacer eso.” Todavía simpatizo con esa declaración de intenciones.
–¿Cuál es la historia que el cine nacional debe filmar cuanto antes?
–Ya es suficientemente difícil tratar de filmar una historia personal. Me cuesta imaginar una historia que en el cine interpele a toda una nación sin fracasar en el intento. No sé cuál podría ser el argumento. Tampoco como deshilvanarlo.
–¿Cuál es la única razón por la que usted no es una estrella de cine?
–Demoré treinta años en perder el miedo a hablar en público. Apenas sé interpretarme a mí mismo, no se me ocurre cómo podría hacer bien el rol de otro personaje. Forzosamente terminaría siendo algo parecido a un mal Al Pacino.
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