“Esas maratones en la vida no las entiendo”
Escritora, poeta y pedagoga. Fundadora en la Universidad del Zulia de la Dirección de Cultura, el Cine Club Universitario y el Grupo Teatral Sábado. Es fundadora, en 1953, del Instituto Monte Carmelo, referencia pedagógica venezolana por el desarrollo de novedosos métodos centrados en el respeto de las conductas espontáneas infantiles y por la incorporación de la expresión creadora de los niños a la vida escolar diaria.
Milagros Socorro
Nací en Maracaibo, el 24 de mayo de 1925. Podría decirse que soy producto de la escuela venezolana de principios de siglo pasado. De muchas escuelas de Maracaibo porque mi familia, es decir, mi padre, mi madre y yo, nos mudábamos mucho; por eso viví en muchos barrios de la ciudad, y siempre terminaba en una escuelita vecinal, así que si hay una maracucha con raíces ésa soy yo. En esas escuelitas uno salía muy viejo, no era raro que estuviéramos cuatro o cinco años en primer grado porque eran escuelitas que sólo tenían primero y segundo grado. Yo leía como un caballo al galope y todavía estaba en primero. Por fortuna, en algún momento el Estado creó la Escuela Normal, con profesores españoles de la posguerra. A mí me tocó ingresar en una fundada por los maestros catalanes Barrull Suñer, que era una escuela muy bella, instalada en un cuartel del tiempo de la Colonia con paredes de un metro de grosor. No éramos más de veinticinco estudiantes en aquel lugar tan hermoso y fresco, y además nos daban becas. Yo quería estudiar bachillerato pero no me canso de bendecir el momento en que me dejé tentar por la idea de participar en la fundación de algo nuevo e ingresé en la Normal. Fue un regalo de la vida porque ahí descubrí el don maravilloso que tenía para ser maestra. El don no se racionaliza, se va dando. Son aptitudes que están allí y son dones que se van abriendo y multiplicando. La Escuela Normal me dio esa gran oportunidad.
Como era hija única, era muy solitaria. Solía subirme a los árboles con un libro, Los tres mosqueteros, El conde de Montecristo, todos esos novelones. Así podía leer y aislarme de los pleitos familiares. A la vez era muy sociable y cuando era adolescente siempre tenía niños a mi alrededor: les gustaba que yo les narrara cuentos, les hiciera juegos, y a mí me gustaba estar con ellos. Desde luego, esto fue determinante para la elección que después hice porque yo soy licenciada en educación pre-escolar, una de las primeras del país, graduada en Chile, adonde fui gracias a una beca que me concedió el Concejo Municipal de Maracaibo en el año 1946. Llegué a Caracas y me encontré que aquí no había tampoco ninguna carrera universitaria que licenciara maestros de pre-escolar. Por eso me fui a Chile. Regresé en 1949 y empecé a buscar apoyo para crear instituciones en vista de que no existía nada parecido al kindergarten. Yo había escrito un folleto titulado La educación por el juego en el kindergarten moderno, que publicó la Dirección de Cultura de la Universidad del Zulia en 1950. Este trabajo cayó en manos de don Omar León Salas, dueño de una agencia de automóviles y mecenas de Maracaibo, quien después de hacerme muchas preguntas sobre la educación pre-escolar moderna y sobre mis proyectos, me ofreció poner en práctica esas ideas diciéndome: “ponga usted el trabajo, que yo pongo el dinero”. Fue así como abrimos el kindergarten en una casa de arquitectura petrolera que ocupaba una manzana completa, rodeada de árboles frutales. Como el señor León Salas tenía un agente de negocios en Nueva York, éste fue comisionado para enviarme un catálogo de ventas del material didáctico que tendría el plantel. Cuál sería mi entusiasmo cuando me llegó ese catálogo y comencé a marcar en él todo lo que yo quería que se adquiriera para el kinder. Unas semanas después llegaron once containers con los muebles, los juegos, el material didáctico, todo lujosísimo. Hicimos una casa de muñecas diseñada por un arquitecto. ¡Era un sueño! Y todo se hizo realidad. Era el don, que no me dejaba escapatoria, yo había abierto una puerta y tenía que cruzarla. Así nació el Instituto Moderno Monte Carmelo, en Maracaibo, el 16 de septiembre de 1953, hace cincuenta años.
El Monte Carmelo nació con la idea de ser una alegre transición entre el hogar y la escuela cuyo sustento fuera el juego. Hasta ese momento las escuelas lo que ofrecían era enseñar a los niños a leer y escribir. Todavía hoy viene gente a traerme un niño de preparatoria y me dice que ya sabe multiplicar. Cómo es eso. Cómo es que un niño de cuatro, cinco o seis años va a saber multiplicar… será que ha dejado de hacer algo importante. Si ya sabe algo que no deberá aprender hasta que esté en segundo o tercer grado es porque ha dejado de ver, de jugar, de oler, de tocar, de razonar, de cantar, de acercarse a otro, de disfrutar… ha estado sujeto a la persecución de la madre, el padre, los abuelos, para que el niño haga algo que todavía no le corresponde. Estoy hablando de algo que se sigue haciendo, no me estoy refiriendo al pasado. Eso no tiene sentido. A menos que se trate de un niño excepcional, en cuyo caso debe ir a una escuela donde se estimulen esas capacidades excepcionales… aunque tampoco entiendo para qué llega un niño de doce años a la universidad, desde luego que también deja atrás mucho que le faltó por hacer. Al final, la puerta a la que el estudiante debe llegar siempre esta allí, lo que no ocurre con las que se dejaron atrás, ésas no se pueden volver a atravesar. Deben pensárselo muy bien los padres que someten a los niños a una gran presión para que lleguen a la universidad o a donde sea antes que los otros. Esas maratones en la vida no las entiendo: la vida tiene un curso que no se puede violentar. Los niños tienen que jugar, moverse. Yo he sabido de niñas concertistas que se orinaban en la banqueta, frente al piano, porque no las dejaban levantarse de allí, tenían que trabajar ocho horas diarias, como un trabajador obligado a marcar tarjeta. Puede ser que lleguen a ser concertistas distinguidos pero habrán visto pasar los juegos, los amiguitos, la calle, el folklore… todo, sentados en una banqueta.
En Caracas el Monte Carmelo se funda en 1969. Con el mismo criterio, claro está. El colegio hunde sus raíces en la tradición de la escuelita: la cercanía vecinal –que en Caracas es imposible-, matrícula limitada y un programa de estudio basado en la lectura, la escritura y el cálculo. Todo eso lo tomamos de la tradición. E incorporamos la expresión creadora: oral (no sólo de la literatura sino también de hablar bien y saber escuchar), artes plásticas, música y folklore. También incorporamos la gimnasia pero no esa gimnasia rígida de: uno – levanten los brazos- dos –bajen los brazos – tres – aaaagh, sino una gimnasia del juego. Se trata de disfrutar el movimiento: vamos a abrir los brazos como pájaros o mariposas que pasan, así, con metáforas; o a través de una narración para ejercitar la imaginación: vamos a caminar hasta de La Castellana, cuidado con ese carro… y todo lo que se va diciendo corresponde a un tipo de ejercicio. Lo otro es que nosotros incorporamos el folklore a la educación: las canciones, las danzas, los trabalenguas, adivinanzas, cuentos de nunca acabar. Para nosotros, en el Monte Carmelo, es fundamental reforzar nuestras raíces en la tradición histórica de la escuela venezolana, porque aquí ha habido maestros de talento desde la generación de Andrés Bello y Simón Rodríguez hasta la actualidad. Nos proponemos formar personas que amen su patria y sus compatriotas; que sea honesto, eficiente, que se realice a través del amor, de la fraternidad; un ser vertido hacia el núcleo social cuyos éxitos considere como propios.
-Para mí ser maestra es lo más grande. Uno puede escribir y publicar libros, pero eso no hace que lo llamen escritor; ustedes están aquí entrevistando es a la maestra, hace poco fui a Maracaibo, y ahí todo el mundo me conoce y me llama maestra; para mí eso es un honor, porque como dicen: el título de maestro es él más alto que se le puede dar a un ser humano.
–¿Ha variado la noción del niño con todos estos nuevos adelantos tecnológicos?
–Indudablemente la tecnología ha cambiado a los niños de hoy. En lo personal, desde siempre he librado una batalla contra el principal enemigo de la educación (sobre todo de los niños) que es la televisión, creo firmemente que este medio le resta a ellos su capacidad intelectual y sentido crítico. Para mí no es lo mismo un niño al que su familia abandona frente al televisor por falta de tiempo o cualquier otro factor, que un niño que es educado a través de la vivencia de la naturaleza, de la experiencia con su entorno, del juego como la llave del aprendizaje. Sobre todo en estos tiempos, muchos de los medios están al servicio de las industrias y de la publicidad, dejar a un niño frente a la televisión es dejarlo cautivo. Ahí uno se da cuenta de que el diablo de verdad existe.
–¿Usted cree que el diablo está en la televisión?
–Tal vez, no estoy segura. Pero por primera vez en cincuenta años vi, en una encuesta que hizo un maestro de tercer grado en catorce niños, que el cincuenta por ciento de ellos solo hablan de triunfar, de pasar por encima de los demás a toda costa, de hacer dinero; en ves de hablar de la amistad o del juego. Esos niños se expresaban de los programas de televisión como lo máximo, comentaban inclusive acerca de irse de Venezuela, y yo recuerdo que antes el venezolano era muy arraigado a su patria.
–¿Aparte de ser maestra, tuvo algunas otras inquietudes?
–Siempre me gusto mucho el teatro, leer, escribir y hacer reír a la gente, tal vez era porque leía esos novelones (El Conde de Monte Cristo, Los Tres Mosqueteros). En Chile estudiaba teatro en las noches, y luego aquí en Venezuela quise ser actriz, y estudié en la primera escuela de Lilia Morillo. Producto de esa inquietud fundé el grupo teatral universitario (Grupo Sábado) que todavía existe, y recuerdo que en el año 52 fuimos los primeros en montar la obra El padre de Steinberg.
Me gustaría poder decir que en cincuenta años el corazón del niño venezolano no ha cambiado y que, pese al cambio de los tiempos y al gran avance de la tecnología, los niños de hoy son iguales a sus padres o a sus abuelos. Pero no es así. Por primera vez en cincuenta años vi, en una encuesta que hizo un maestro de tercer grado, que el 50% se quiere ir del país; el 50% quiere ser un triunfador por encima de los demás; el 50% quiere ganar dinero… nadie habla de tener amigos. Eso, en cincuenta años, nos pasa por primera vez, Venezuela era un país de gente arraigada. Estamos, pues, ante una influencia muy poderosa que penetra la mente de los niños, sus hábitos intelectuales, sus emociones, sus sentimientos, su concepción de la vida. Indudablemente, la televisión ha cambiado a los niños. No podemos ser ingenuos: los mensajes están concebidos para hacer del niño un objeto del consumo. En cambio, si yo tengo a un niño que está puro frente al hecho poético, puedo inducirlo a percibir y disfrutar la belleza de lo que lo rodea, el color que adorna el mundo. Entonces buscamos el árbol, vemos el cielo a través de sus ramas, cómo se cuela la luz. Conversamos acerca de otros árboles que hayamos visto, qué matas recuerda el niño, qué matas hay en su vecindario… así voy induciendo una conversación rica, orientada a propiciar que el niño evoque sus vivencias. Los niños deben acostarse bajo los árboles, subir a uno, tener un contacto individual con la naturaleza. A partir de esa experiencia, estará en capacidad de describir la naturaleza y su contacto con ella. Es preciso usar la llave del juego, el niño trae esta capacidad naturalmente, pero si se le sienta delante de un aparato de televisión queda cautivo y ya no hay juego posible.
Publicado en El Nacional
Josefina Urdaneta Escritora, poeta y pedagoga venezolana. Fundadora y animadora de diversas agrupaciones de índole artística, cultural y educativa, entre ellas: Dirección de Cultura, Cine Club Universitario, Cine Club Infantil, Grupo Teatral Sábado (Universidad del Zulia); Cuarenta Grados A.L.S. movimiento intelectual (1960) Maracaibo; presidenta de la Asociación Nacional de Mujeres, sección Zulia. Miembro de la directiva de la Federación Venezolana de Asociaciones de Escritores. Autora de libros literarios de narrativa, poesía, teatro; de educación y antológicos de la poesía universal y del folklore infantil. Columnista sobre temas de arte y educación. Pionera de la investigación, experimentación y divulgación de las formas de expresión creadora de los niños. Fundadora-Directora del Kindergarten Moderno Monte Carmelo (Maracaibo, 1953) que inicia la moderna educación preescolar Venezuela. Fundadora-Directora del Instituto Monte Carmelo (Maracaibo, 1955; Caracas, 1969), una de las instituciones más acreditadas en el campo de la educación en Venezuela, por desarrollo de novedosos métodos centrados en el respeto de las conductas espontáneas infantiles; por la incorporación de las actividades de expresión plásticas, literaria, y, en general de expresión creadora de los niños, a la vida escolar diaria. La singularidad de la programación experimental y de investigación de educación sexual en la escuela, de párvulos a adolescentes, realizada en Monte Carmelo, ha sido divulgada en libros y otras publicaciones y eventos. Ha influido en la concepción de una nueva educación en nuestro país, tanto en el campo de la escuela, como en el de las instituciones centradas en el niño.
Josefina, trabaje un año con Ud y sembró en mi, después de adulta, otra forma de ver la escuela. No soy docente, soy MAESTRA orgullosamente y mucho se lo debo a lo aprendido en «El Monte Carmelo».
La escuela debe ser lo que Josefina Urdaneta representa y defiende.
Milagros, que bueno su artículo, como todo lo que escribe.
Yelagnia Ochoa de Castillo
¡Lo máximo! ¡Qué buena entrevista! ¡Absolutamente vigente y profética! Cuando una verdad se dice no tiene tiempo, siempre es presente.
¡Una MAESTRA de la vida!¡Largos sean sus días!¡Aleluya!
Gracias por ese regalo.
Un orgullo haber sido alumno en Montecarmelo, gracias por haberme inculcado el amor por la lectura y por las artes. Sin duda merecido homenaje a una mujer trabajadora, incansable y generosa que tanto ha trabajado por los niños y por hacer de Montecarmelo una familia y una forma de crecer diferente a la de cualquier colegio.
Que bueno es saber que Josefina siempre ha trabajado por hacer una escuela diferente, donde lo humano sea lo protagónico, la creatividad lo escencial, el amor lo fundamental de la mano del respecto. Donde las manifestaciones culturales y artísticas se incorporan al juego lúdico como forma de aprendizaje. Donde es alegre y divertido ir al cole y no represor y castrante. El Monte Carmelo es una propuesta pedagógica que ha dado importantes frutos, artistas, abogados, médicos, profesionales con sensibilidad creadora, social y cultural. Gracias Maestra. Dios te bendiga. Gloria a Dios.
A Josefina y al Monte Carmelo les debo grandes lecciones de vida. Gracias siempre.