Si se puede medir, es confiable
Ramón de Colubi es un venezolano lleno de méritos y de historias. Pionero de la metrología en Venezuela, a él le debemos, entre otras muchas cosas, la hora oficial que rige nuestro tiempo.
Milagros Socorro
Nací en Barcelona, España, el 11 de abril de 1910. Mi familia pertenecía a la clase media alta. Mi padre era abogado, fue juez en su juventud y después se dedicó a la publicidad; y mi madre, de origen francés, era médico, que para aquella época no era precisamente común. Fui educado en la tradición católica y como grandes principios recibí estas dos orientaciones: mi padre me dijo que el dinero era necesario para vivir, mas no tenía que ser un objeto de la vida y mi madre me explicó que en la vida hay que defenderse y no depender del prójimo. Esos dos principios me han guiado en mi vida: no he hecho dinero ni he enfocado mi vida para eso y siempre, aún en los momentos más difíciles, siempre he resuelto mis problemas por mí mismo.
A los cuatro años nos mudamos a Badalona, una población cercana a Barcelona. Allí mis padres encontraron un maestro para mí, un señor que estaba inválido y en silla de ruedas. Durante varios años, este maestro me enseñó muchísimo y me inclinó a las matemáticas, de manera que a los siete años yo sabía extraer raíces cuadradas y jugar al ajedrez. A los diez años podía jugar a ciegas (de espaldas al tablero). A los 15 años ingresé en la Academia de Artillería de Segovia y me gradué el 27 de marzo de 1931, pocos días antes de caer Alfonso XIII e instaurarse en España la República.
Estuve en el ejército español hasta que se organizó, en el año 33, la Guerra Civil, librada por dos bandos, uno comunistoide y anarquista, con el que yo no comulgaba; y un bando más derechista, con el que estuve. En Barcelona caí prisionero y fui condenado por un tribunal popular a la pena de muerte pero finalmente la cambiaron por cadena perpetua. Estuve prisionero durante 550 días hasta que hubo un intercambio de prisioneros con el otro bando, organizado por la Cruz Roja Internacional. Este canje iba a realizarse en cinco etapas, y yo tuve la suerte en la primera (las otras no se produjeron por que los prisioneros republicanos, en vez de regresar a su zona se fueron a Francia). Estuve durante el año y pico que todavía duró la guerra en el frente en diversas acciones. Fui herido y posteriormente tomé parte en la toma de Barcelona y de Cataluña hasta que se terminó la guerra.
Terminada la guerra, (estaba yo casado), tuve diversos cargos. En el año 47 ascendí a comandante y, por reglamento, podía aspirar a un destino en Barcelona pero me enviaron a Cartagena. Fui a reclamar al Ministerio de la Defensa y me dijeron que tenía toda la razón… pero que tenía que ir a Cartagena. Para ese momento ya había pasado demasiadas cosas, tenía una familia, así que decidí pasar a lo que se llamaba la sala complementaria y buscar otro camino. Ya tenía entonces dos hijos y dos hijas. Por intermedio de unos amigos colombianos cuyo padre había sido cónsul general de Colombia en Barcelona, y vivíamos en el mismo edificio, conseguí que me enviasen un contrato para ir a Popayán. En el año 50 tomé un barco para ir a Colombia. Hice una parada en La Guaira y me gustó mucho Venezuela, así que decidí quedarme aquí.
En mis primeros tiempos en Venezuela desempeñé diversos oficios, entre los que se cuentan el de empleado del canódromo de Altamira hasta su cierre y el de taxista por dos o tres días. En el año 52 tomé relación con el Ministerio de Fomento y fui contratado como ingeniero (los artilleros en España salíamos con el título de ingeniero industrial del ejército). Allí permanecí hasta el año 79: he estado 27 años en Fomento. Hice muchas cosas allí pero básicamente organicé el asunto de las pesas y medidas con el concepto moderno de metrología. Anteriormente, la Constitución le daba el control de las pesas y medidas a los concejos municipales pero en el año 50 Pérez Jiménez sacó un decreto pasando la organización de esos asuntos al poder central y por un tiempo persistió una discrepancia entre los criterios de ambas instancias. Fue por eso que yo hice todo lo posible por traer a monsieur Jacob, que era el director del Servicio de Metrología de Bélgica y promotor de la organización internacional de metrología legal. Este señor vino en dos ocasiones al país y con él planificamos lo que sería el futuro la metrología en Venezuela. Asimismo, tomé contacto con la organización central de pesas y medidas, el Buró Internacional de Sévres, y con la Organización Internacional de Metrología legal, con sede en París; por eso Venezuela integra el conjunto de países pioneros en la metrología. Caída la dictadura, en el año 58, se organizó el primer departamento de metrología en Venezuela, dentro del Ministerio de Fomento. Esta dependencia nos permitió trabajar en las modificaciones que había que introducirle a la Constitución para que se introdujese lo relacionado con la metrología, cosa que se hizo en el año 61. Posteriormente, en el año 64, conseguiríamos la nueva ley de metrología, que se llamó Ley de Medidas y su Aplicación.
La metrología es muy importante porque es la medida de todas las cosas. Un científico inglés ha dicho que si quieres conocer algo, debes medirlo. Si se pudiese medir el amor entre un hombre y una mujer, se supieses la verdad pero como esto no es posible nunca sabemos la verdad. Cuando una persona está enferma, le mandan a hacer unos análisis que arrojan unos valores determinados a partir de los cuales el médico hace un diagnóstico y le manda un tratamiento. La metrología se ocupa de que esos valores sean confiables y se ajusten a un parámetro universalmente acordado; de que las balanzas del abasto marquen lo que efectivamente están pesando; de los productos envasados (que cumplan con los pesos y medidas que prometen en el empaque y que contengan lo que dicen contener en las medidas fijadas); de que el reloj del estacionamiento marque el tiempo correcto de permanencia de su carro; y cuando había taxímetro, éstos también estaban controlados. Los productos farmacéuticos están controlados por la metrología de la misma manera en que lo deben estar los instrumentos que usan los médicos. En la época en que yo estuve encargado descubrimos que ingresaban al país termómetros clínicos alemanes que habían sido desechados en Alemania y enviados a los países del tercer mundo. El departamento de metrología hizo su supervisión y rechazamos varios millones de esos termómetros (¿una recomendación? Si usted va a comprar un termómetro, mire en qué grado está: debe estar en el grado 41, que es la última prueba a que está sometido un termómetro ya en fábrica o si el Estado lo controla). Asimismo, para que el consumidor pueda estar seguro de que le están dispensando el número de litros de gasolina que está pagando, las gasolineras deben estar controladas por el servicio de metrología, lo mismo que los manómetros para poner aire a los cauchos, las balanzas de los supermercados, los aparatos de los médicos y la duración de los bombillos. Por ley, este control en Venezuela es obligatorio. Y, para responder su pregunta, efectivamente, un metrólogo podría participar de manera confiable en los resultados suministrados por el CNE en cualquier evento electoral. Pero hasta ahora no lo hemos hecho.
En los años 70, fui enviado por la OEA como asesor a Paraguay; y hoy día, la ley de metrología de ese país es la que yo les dejé hecha. En el año 72, organizamos, con una asociación de ingenieros de toda América, el estudio de los servicios de metrología de todo el continente. Fue así como, en una conferencia que tuvo lugar en Quito, presenté el Sistema Internacional de Unidades de Medidas, de acuerdo con el Buró de Sevres, para el conocimiento de toda América. Poco después, en un evento que tuvo lugar en Argentina, se organizó el Sistema Interamericano de Metrología (SIM). Cuando yo me jubilé, en el 79, el SIM me invitó a una reunión en Buenos Aires donde me declararon el pionero en metrología de América; con base en esto, las Naciones Unidas, a finales de ese año, me convocó a Viena para dirimir si me podían enviar de asesor a Perú (por la edad que yo tenía entonces, 69 años, ya la ONU no me podía contratar). Fui contratado finalmente y fui a Perú donde estuve seis meses organizándoles el servicio de metrología. Después, bueno, como suele ocurrir con la politiquería de América Latina mucho de ese trabajo fue desbaratado por gobernantes ignorantes. Cuando me fui del Ministerio de Fomento dejé un personal de 500 trabajadores, de los cuales 400, es decir 80%, eran técnicos (la burocracia la tenía reducida al mínimo). Estas 500 personas estaban distribuidas así: como los instrumentos de medidas que se vendían en aquella época en Venezuela prácticamente eran todos importados, por lo tanto había que supervisarlos en todos los puertos de entrada del país. Para poder cubrir bien todos los puntos de ingresos de instrumentos emplacé técnicos que ejercieran ese control y compramos casi 30 vehículos para garantizar su movilidad. Había entonces, en todo el territorio, 1500 estaciones de servicios con 6000 surtidores, que se controlaban tres veces al año. En una ocasión recibimos una solicitud de la fábrica de armas y municiones que está en Maracay para que les ayudásemos con sus aparatos de medidas. Una vez hecha la supervisión, les recomendamos que botaran todos esos aparatos y luego les organizamos su sistema.
Antiguamente cada país fijaba su hora, generalmente a partir de su capital. Esto se fue modificando y se determinó, por un pacto internacional, que el globo terráqueo estaría dividido en 24 zonas, cada una correspondiente a 15 grados de latitud. Y cada zona tendría una hora exacta. Venezuela tenía la hora del meridiano que pasaba por Villa de Cura y éste tenía una diferencia de media hora con respecto a la zona donde está Venezuela. Aprovechando la ley de metrología, hicimos el cambio de hora, adelantando media hora. Esto se hizo en diciembre del 63. El primero de enero del año 64 llegó a Venezuela media hora antes.
“Cuando una persona está enferma, le mandan a hacer unos análisis que arrojan unos valores determinados a partir de los cuales el médico hace un diagnóstico y le manda un tratamiento. La metrología se ocupa de que esos valores sean confiables y se ajusten a un parámetro universalmente acordado.”
Entrevista hecha en julio de 2006. Nunca fue publicada
Buen reportaje, es importante dar a conocer esta entrevista y dar a conocer la obra de Colubi, y el gran aporte que dio a la metrologia.
Excelente información, el aporte del Sr Colubi fue realmente cuantioso! lastima que el Venezolano poco documenta y valora los logros obtenidos por este tipo de personajes ilustres… muy buen aporte….
Excelente entrevista, tuve el honor de conocer Ramón De Colubi, gran maestro, gran mentor para muchos metrólogos venezolanos, hoy yo al igual que el en vida me siento apasionado por esta ciencia, es por eso que le dedico mucho a ella, necesitamos que vuelva la época de Ramón De Colubi…
El autor o autora de la entrevista por favor comuníquese conmigo, tengo un programa de radio dedicado a la metrología y por supuesto, Ramón de Colubi es un tema de muchos programas…
Keismer Silva
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¿Quién teme a Ferrer i Guàrdia?http://ccaa.elpais.com/ccaa/2015/10/20/catalunya/1445366069_895189.html