El cine según… Edmundo Bracho @BrachoBox

MILAGROS SOCORRO.– Edmundo Bracho es escritor venezolano. Periodista, escritor, académico. Ha publicado los libros de ensayo y entrevistas: El Oponente y María Lionza, entre otros, así como cuatro colecciones de poesía. Actualmente se desempeña como catedrático en la Universidad de Westminster, Londres.

–¿Qué estrella de cine persiste en su admiración desde su infancia?

–Yvonne de Carlo, Barbara Stanwyck, Humphrey Bogart, Robert Mitchum. Los vi primero a color, y luego en blanco y negro. Salvo a De Carlo, quien siempre será blanco y negro para mí. La gran Lily Munster. Ninguno de los cuatro era gran intérprete, a excepción de Stanwyck, pero tenían estilo para regalar. Después de verlos de niño en televisión, seguí sus pistas en el cine. También está Doris Welles: en casa veían sus culebrones, era un referente domiciliario, y apenas pude vi “Oriana”, de Gina Torres, para verla a ella.

–¿Qué clásico del cine tiene ganada una reputación injusta?

–Muchos. Pero me arriesgo a decir que nunca he entendido por qué “Ciudadano Kane” y “Vértigo” son consideradas continuamente las dos mejores películas de todos los tiempos. Las he visto repetidas veces. Clásicos, sin duda, pero no los dos mejores. En ese podio debería de estar una de Ozu Yasujiro o de Fellini o de Renoir o de Vertov.

–¿Cuál es la película que ha visto el mayor número de veces?

–Es probable que sean “Blade Runner” o “The Good, the Bad and the Ugly”. Tengo la primera en una edición especial de DVD, y cada tanto vuelvo a ella, a sus secuencias sublimes, a las cursis. Sé de memoria varios de sus parlamentos. Me atrapa su reflexión sobre qué cosa nos hace humanos, y su historia de amor. Quizá tenga que ver con que la vi por primera vez cuando me despedía de mi niñez. Luego está “The Good, the Bad and the Ugly”: siempre que la pasan en televisión, dejo lo que esté haciendo y me quedo viendo esos close-ups tan de Sergio Leone con ese gran fondo musical de Morricone, y el mejor momento en la carrera de Clint Eastwood.

–¿Cuál fue la última película cuya proyección abandonó antes de finalizar?

–Frente a la pantalla chica, en DVD, he abandonado varias. El último caso fue la japonesa “Lali Puna” (me entretuve más viendo una laringoscopia que me hicieron no hace mucho). Ahora bien, en una sala de cine soy más estoico. Aguanto. Más por respeto a la pantalla grande que a las cintas malazas.

–¿Qué es lo que en verdad no soporta en una película?

–El sentimentalismo manipulador de un Spielberg, por ejemplo. Y la pretensión vacua de un Von Trier, por ejemplo. Les tengo un poco de alergia a ambos directores. Ah, y esas entradas en horda de violines lacrimosos las soporto poco.

–¿Ha copiado alguna vez un modelo de vestido, un peinado, un gesto o una actitud de algún actor o actriz?

–Sí, la forma en que Humphrey Bogart hacía sofisticadísimas piruetas con el cigarrillo encendido entre sus dedos. Lo intenté una vez, de adolescente, pero casi quemo la alfombra de mi abuela Emma. Nadie nunca ha dominado tan bien ese arte de saber fumar frente a las cámaras como Bogie.

–¿Cuál es la película con la que más ha llorado?

­–Lamentablemente, tengo el metabolismo emocional de un bovino. El estímulo debe pasar por cuatro estómagos. Entonces, no suelo llorar viendo una película. Al día siguiente, quizá ande algo melancólico o incluso triste debido a la película, o que suelte una lágrima. Como una vaquita aporreada.

–¿Cuál es la película que más lo ha hecho reír?

–Hay varias, desde clásicos como “El Padrecito”, de Cantinflas y “La Fiesta”, con Peter Sellers, hasta mamarrachadas como “The Inbetweeners”. La más reciente en hacerme reír mucho fue “In the loop”. Inteligente sátira política. Con derroche del humor que me gusta: humor negro.

–¿Se ha enamorado alguna vez de un actor o actriz?

No he llegado a enamorarme así, justamente porque hay una pantalla de por medio. Pero, ¿qué decir de mi atracción hacia Anouk Aimée en “Un hombre y una mujer”, o Monica Vitti en la obra de Antonioni, o Victoria Abril en “Demasiado corazón”; o en fechas más recientes, Maggie Siff?

–¿Qué parlamento de película suele citar en sus conversaciones?

–Mi hijo, que viene de cumplir dieciséis años, es un estudioso del buen cine. Con él usamos muchos parlamentos de películas. Gracias a él he visto recientemente joyitas como “Berberian Sound Studio”, “A Scanner Darkly”, y varias cintas de Kitano. Utilizamos a menudo parlamentos de Mr Pink, en “Reservoir Dogs”. Otros del coronel Kilgore y del cocinero de “Apocalypse Now”. De Terry Malloy, en “On the Waterfront”. Otros de “Star Wars”, “Blade Runner”, “El Señor de los Anillos”. Todo en clave de parodia. Y por supuesto, de Tony Montana: “Say hello to my little friend!”.

–¿Quiénes son la actriz y el actor que más admira en la actualidad?

–Me gusta mucho cómo trabajan Marisa Paredes y Cate Blanchett, por ejemplo. Talentosísimas, tienen cierto aire señorial, pero a la vez logran perfilar sus personas con inmensa humanidad. Son como divas descalzas. El actor activo que más admiro es Gary Oldman. Camaleónico, entra sin aspavientos en personajes de todo corte. Para muestra está su reciente papel en “Tinker Taylor Soldier Spy”. A diferencia de un Anthony Hopkins o una Meryl Streep, a estos actores no les interesa llenar la pantalla con su persona. Son máscaras de menor ego.

–¿Le han propuesto alguna vez que aparezca en una película?

–Jamás. Lo más cercano que he estado a la industria del cine fue mientras trabajaba en Nueva York, de veintipiquito años. Me invitaron a un evento benéfico. No sabía que el evento era tan prestigioso, ni que la persona que saqué a bailar durante casi toda la noche era una importante actriz emergente en Hollywood. Me sugirió luego acompañarla a su apartamento. Linda función.

–¿A qué estrella de cine suelen decirle que se parece?

–Sé bien que me parezco al caralarga Fred Gwynne, de los Munsters, pero nadie me lo dice. Es por cortesía. Un par de personas, caritativas ellas, o bizcas, han sugerido que me parezco a Clive Owen.

–Cuando se lleve al cine su vida…

 –Le daría la bienvenida a una versión a medio camino ente cine noir y la  parodia. Con Peter Capaldi, desgarbado, crispado, haciéndose llamar Sr Bracho. Guión de Armando Iannucci. Dirección de Billy Wilder.

–¿Cuál es la historia que el cine nacional debe filmar cuanto antes?

–La de Teresa de la Parra mientras saltaba de un sanatorio europeo a otro, y entre sus jadeos tuberculosos, recordando la tierra caliente, su infancia en la hacienda Tazón. A un país de tanta reverencia militaroide, le vendría muy bien una narración sobre una mujer así de compleja y civilista.

–¿Cuál es la única razón por la que usted no es una estrella de cine?

–Hay al menos cien razones. No nos llevamos bien las cámaras y yo. Tampoco hay Photoshop que me aguante.

@MilagrosSocorro

 

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