En torno a Cadenas
Milagros Socorro
En el día de ayer, sábado 28, el poeta Rafael Cadenas (Barquisimeto, 1930) recibió un homenaje en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, (FIL), aludida comúnmente como la mayor cita editorial del mundo hispano. Cadenas es invitado especial de ese cónclave celebrante del castellano porque su programación incluye la entrega del Premio FIL de Literatura en Lenguas Romances 2009, que le fue asignado en la edición pasada de ese encuentro.
El llamado «poeta del silencio» se encontrará, pues, en medio de un fiestón que el año pasado convocó 600.000 personas en Guadalajara, precisamente “la cuna tequilera de México”. Todos estarán en algún momento aplaudiendo a Rafael Cadenas, porque el gran premio de la edición número XXIII de la feria de Guadalajara es para él.
Resulta una coincidencia extraordinaria que esos honores le lleguen a Cadenas en medio de una fiebre de traducciones de su obra, publicada íntegramente en España por la editorial Pre-Textos. Pero es también el 25 aniversario de la publicación de su ensayo, ya un clásico de la cultura venezolana, “En torno al lenguaje”, aparecido por primera vez en 1984, con el sello de la Universidad Central de Venezuela, y recientemente reeditado por Otero Ediciones, con un prólogo de Francisco Javier Pérez. «En torno al lenguaje” es un firme y, al mismo tiempo amoroso, reclamo por la inanición en la que hemos permitido que se hunda el castellano de Venezuela, mal hablado, mal conocido, mal enseñado y maltratado por todos los estratos de la población, sin excluir el liderazgo en todos los órdenes. “Si la educación está en baja”, -escribió Cadenas hace un cuarto de siglo en asombroso ejercicio de premonición-, “si la corrupción se instala en el Estado sin que éstos reacciones vigorosamente; si dirigentes del país del país se dedican a robarlo; si la justicia es burlada con facilidad por los poderosos; si nuestras pocas tradiciones desaparecen arrasadas por un desarrollo unidimensional, el único que conocemos; si en el ambiente físico campean la fealdad, el descuido, la dejadez, el abandono, la polución, si la tecnología impone su dominio acosando o desplazando la formación humanística; si los medios de comunicación están más al servicio de intereses parciales que de la comunidad, y en general la atmósfera del país es de descomposición, ¿va el lenguaje a permanecer indemne?”.
En ese libro indispensable, Cadenas advierte sobre la peligrosa impregnación de las jergas juveniles y hamponiles que, lejos de enriquecer nuestra capacidad de pensar y expresarnos, la desmedran. También observa la perversa práctica de adular el habla de las clases populares y, peor, imitarla de manera acrítica, incluso cuando registra una abierta e innecesaria vulgaridad. “Tengo la impresión”, anotó Cadenas, “de que entre nosotros se tiende a simpatizar demagógicamente, por ignorancia o bajo el efecto de un chantaje difuso que está en el aire, con esta indigencia de nuestro pueblo por el hecho de venir de él, como si sólo eso bastase para aceptarla. Un pueblo al que, para colmo, no se le ha dado lo que le corresponde legítimamente: el idioma; algo más importante que la casa, pues es nuestra casa interior. Un pueblo en el que todavía existe un subido analfabetismo, sin contar el de los que han aprendido a leer y no leen, y el más grave, por ser menos reconocible y reconocido, de los que han pasado por la escuela, el liceo y la universidad y nunca han aprendido a leer”.
Más recientemente, en una entrevista con EFE, Cadenas se refirió a otra forma de asalto al patrimonio lingüístico, cuando habló de la “retórica de guerra” que emana desde la esfera del poder en Venezuela, con un presidente “más preocupado por el culto a su personalidad ayudado por adulaciones vergonzosas…”.
Y, por cierto, el domingo pasado, el filósofo José Manuel Briceño, nuevo guayabo ilustrado del chavismo y defensor de una tesis contraria a la de Cadenas, declaró a Hugo Prieto, en Últimas Noticias, que: “Todos los presidentes de Venezuela han tratado de hablar un lenguaje académico […] Pero en el lenguaje del Presidente está presente, en términos muy concretos, el habla popular”. Y sustentó su vergonzosa adulación diciendo que Chávez habla de “bañarse con totuma” y que, al principio de su largo gobierno, se refirió a los mandatos anteriores diciendo: “Se les acabó la manguangüita”.Bueno, el premio de Guadalajara es para Cadenas; y es a él a quien el mundo reconoce como voz de Venezuela.
El Nacional, 29 de noviembre de 2009