Niños a caballo

Milagros Socorro

Bajo un techo traslúcido, que deja pasar la luminosidad al tiempo que filtra los rayos que pican, hay un óvalo de arena en el que puede verse el surco trazado por el paso suave de los caballos. Nada de mordiscos hincados en la tierra por algún galope temperamental o una parada intempestiva. La blanca arena parece barrida por una gran escoba. Todo está muy cuidado. En la mañana el aire es dorado y transparente, una atmósfera ideal para pasear morosamente en bestias mansas. Y, efectivamente, muy pronto vemos aparecer dos o tres caballos guiados por mozos que los llevan por la brida. En la montura, delante, van niños y, detrás de éstos, como hadas madrinas, unas muchachas que les hablan todo el tiempo con tono suave y, en ocasiones, les mueven los brazos según un compás que involucra el paso del animal.

Todo es lento y en apariencia previsible. No da la impresión de haber emoción ni de estar a punto de acontecer lo inesperado. Desde luego, competencia no hay, ni carreras ni gritos ni jaleos. Pero algo está ocurriendo. Algo secreto está en marcha: la fiesta dulce de la enseñanza y la restauración.

Los caballos con su carga de niño y ¿maestra? dan vueltas por la pista con lentitud. Una vuelta. Otra. Cuando pasan frente a las gradas, los niños miran a sus padres, que responden con un saludo de mano o una gran sonrisa. Todo es alegría allí, (esa alegría seria de la esperanza).

La pista de equitación está incrustada en la parte alta de Expansión, Centro Educativo Recreacional para personas con necesidades especiales, ubicado enLa Lagunita, Alto Hatillo, Caracas. Se trata de una institución muy particular, fundada en 1986 por la familia Nucete Villalobos para ofrecer un ambiente estimulante a personas con necesidades especiales, con la idea de favorecer su integración a la sociedad, “dentro de unos principios de competitividad y productividad, hasta llevarlos a ser mas independientes”, como dice su página web.

-Nuestra principal función, -explican -es la educación especial de personas con retardo mental leve y moderado y síndrome de Down; además de un lugar de adiestramiento laboral y fuente de trabajo en las áreas, como anfitriones, limpieza general, labores de alimentación y mantenimiento de plantas. En la actualidad hemos desarrollado la visión de nuestra institución para darle a la sociedad en general un ambiente especialmente diseñado al aire libre, lo cual representa un lugar tranquilo, alejado del ruido de la ciudad; en donde se percibe la calma, rodeado de colinas y una amplia vegetación donde se disfruta de un ambiente realmente relajante y seguro: tanto para adultos como para niños.

En el centro Recreacional Expansión está Expanzoo, el zoológico de contacto donde los visitantes interactúan con los animales dándoles a comer barras de zanahoria; y también está el Centro de Equinoterapia, que funciona desde 2001.

En el seno de la familia Nucete Villalobos nació una niña con retardo mental “por una traslocación cromosómica”, explica la psicopedagoga Dania González. Y, para ofrecerle a esta muchachita un lugar idóneo para su desarrollo, sus padres concibieron el proyecto de hacer ese centro; y para ello adquirieron unos lotes de terreno en El Hatillo, más específicamente en Caicaguana. Llegaron a tener ocho hectáreas. Y pasaron por varios proyectos. Lo primero que se plantearon fue un sembradío de pinos o de manzanas como actividad propicia para adultos con retardo mental. Y, de hecho, los pinos que hay en los alrededores fueron plantados por jóvenes con necesidades especiales. Posteriormente, empezaron a considerar con toda seriedad los beneficios del contacto con animales para incrementar las facultades de los niños con las dificultades mencionadas; y lo primero que pensaron fue en la delfinoterapia, alternativa que sometieron a investigación. Finalmente, llegaron a la conclusión de que lo mejor sería la equinoterapia.

Para ese momento ya había incorporado a su equipo a la licenciada en Psicopedagogía, Dania González, una joven caraqueña de semblante severo y mirada inteligente, cuya trayectoria incluía el hecho de haberse iniciado en el trato con caballos a los tres años de edad, cuando empezó a montar en la pequeña finca de su abuelo, en las cercanías de Boconó.

Pero montar a caballo no es lo mismo que emplear estos animales para contribuir a la superación de dolencias en seres humanos. La equinoterapia es un tratamiento, terapéutico, educativo y recreativo; y los caballos usados para tal fin están entrenados y son supervisados por un personal altamente calificado. No es cosa de montarlo y que alguien camine al lado; es una terapia alternativa, no tradicional, que se debe aplicar con mucha conciencia.

-En la equinoterapia –explica Dania González-, que es una combinación de equitación con rehabilitación,  se usa al caballo como herramienta terapéutica, debido a que, al andar, el paso produce en quien lo monta un movimiento tridimensional similar al del humano cuando camina: empuja la pelvis adelante, atrás, a los lados, arriba y abajo. Es decir, el caballo le transmite al jinete el patrón de marcha. Además, la temperatura del caballo (37.5 grados centígrados) ayudar a mejorar el tono muscular, tanto el hipotónico como el hipertónico, lo que, combinado con el ejercicio físico del paciente sobre el caballo, incrementa la fuerza, el equilibrio y la coordinación de aquel.

Cuando tenía 18 años, la familia de Dania se hizo miembro del club El Placer, en Tejerías. Allí tendría su primer caballo, Cimarrón, la opción menos heroica de la dupla que su padre le puso delante para que escogiera y en la que destacaba un caballo brioso, de noble estampa y paso prometedor, que sin embargo, no gozó de la preferencia de la muchacha, cautivada a primera vista por el buenote de Cimarrón.

-Entre el caballo y el jinete se crea un binomio cabal: es la comunicación perfecta –dice Dania.

Habla por sí misma. En la actualidad, Cimarrón es un caballo viejo, que todavía trabaja como terapeuta y, más aún, como maestro de los caballos jóvenes que por sus características son seleccionados para la equinoterapia y luego necesitan un entrenamiento. Cimarrón es ayudante de los entrenadores al dar la pauta a los caballos que se inician en esta actividad.

Dania González estudió en el Colegio Universitario de Psicopedagogía, ubicado enla Alta Florida; y luego haría la licenciatura en el Pedagógico de Caracas, de donde egresó en 1999. Inmediatamente después se fue a Argentina para formarse en equinoterapia. Y se graduó de instructora.

-El jinete produce endorfinas –dice Dania- las llamadas hormonas de la felicidad, las mismas que segregamos cuando vamos al gimnasio.

La equinoterapia contribuye a mejorar el desarrollo psico-físico social de las personas con discapacidad y con necesidades educativas especiales, para una mejor calidad de vida. Puesto que, con el caballo, se registran avances significativos en las áreas psicomotora, psicológica, de la comunicación y el lenguaje, así como en el campo de la socialización. Está recomendada para personas con discapacidad, del aparato locomotor, mental, parálisis cerebral, sensoriales y otras patologías.

-En los niños autistas, en tres sesiones se les ve el avance –dice Dania-. Están menos irritables, comienzan a atender el llamado y se ponen el casco sin rechazarlo.

La base terapéutica y educacional de esta terapia reside en la práctica de la neuroplasticidad, y neurorrestauración, que utiliza el caballo como agente curativo o de estimulación. Y, aunque parece novedosa; de hecho, lo es, en Argentina tiene un par de décadas de frecuentación, pero en Venezuela, según Dania González, no pasa de una docena de años. Sin embargo, ya Hipócrates (460-377 AC),  considerado el padre dela Medicina, en su libro “Las Dietas”, aconsejaba la equitación para “regenerar la salud y preservar el cuerpo humano de muchas dolencias y sobre todo en el tratamiento del insomnio”.

-La equitación practicada al aire libre hacen que los músculos mejoren su tono –estableció el propio Hipócrates, quien, junto con Galeno (130 AC- 199 DC), gran consolidador y divulgador de los conocimientos de la medicina occidental, constituyó la pareja de precursores en la utilización de la técnica de la mecanoterapia, tratamiento que utiliza movimientos mecánicos con fines correctores, y que utilizaba el caballo con fines terapéuticos, especialmente en enfermedades incurables. Ya en 1954 se conformó en Noruega el primer equipo interdisciplinario formado por una fisioterapeuta, un psicólogo e instructor de equitación. Y dos años después, en Inglaterra, se creó la primera estructura asociativa para coordinar y normar la actividad. En Francia, la reeducación ecuestre nació en 1965 y ese mismo año ingresó como materia didáctica universitaria, en Salpentier, París. En la actualidad, en toda Europa y en los Estados Unidos, así como en México, Argentina y Brasil se investiga este protocolo terapéutico y se ordena para discapacidades como parálisis cerebral, esclerosis múltiple, autismo, síndrome de down, distrofia muscular, traumas cerebrales, anorexia, bulimia, hipertensión arterial, enfermedades cardíacas, sordos mudos, ciegos, depresión, angustias, ansiedad y síndrome de soledad.

 

 

 

En la pista los niños siguen dando vueltas sobre sus concienzudos corceles. Algunos van apoyados en el pecho de sus terapeutas. Esto se llama monta asistida, la que se organiza para pacientes que no puede tenerse del todo sobre la montura. Las terapeutas llevan arnés y guantes. A su lado, al pie del cabalo, va el guía de pista; es él quien orienta la marcha 20 minutos en una dirección y 20, en la otra.

-En muy bien medida, el éxito de la equinoterapia radica en que la psiquis del paciente manda la orden para acomodarse sobre el caballo y mantenerse derecho allí. Es una disposición interna, que parte de uno mismo, aún cuando no sea del todo consciente de ello. Y eso es más eficiente que una instrucción girada desde el exterior, por mucha autoridad que tenga quien la curse.

La difusión de la equinoterapia es lenta porque requiere personal especializado (incluyendo el docente a cargo del entrenamiento del animal y su permanente supervisión), así como recursos económicos para la adquisición de caballos adiestrados para el trabajo con alumnos discapacitados. No todo el mundo puede pagar las sesiones; aunque Dania González asegura que en Venezuela las compañías de seguros están obligadas por ley a pagar esta terapia, que además de las ventajas fisiológicas ya expuestas, que se derivan del hecho de que la transferencia del movimiento tambaleante del caballo al paciente-alumno empuja al cerebro de éste a enviar estímulos-señales, a través de la médula, para que se inicie el proceso de estimulación neuro-muscular; además, mejora las condiciones emocionales de los pacientes, porque el hecho físico de montar el caballo rompe con el aislamiento del enfermo y lo pone en igual de condiciones que un jinete no discapacitado.

 

 

Cimarrón, cuya madre pertenecía a una niña ciega, tiene ahora 19 años. “Es mi mejor amigo”, asegura Dania con gesto adusto. “Él conoce todos mis secretos y sabe todo de mí”. Naturalmente, fue el encargado de iniciar a las gemelas de Dania (de seis años en la actualidad) en la equitación, ¡cuando eran unas bebés de seis meses! Todo salió muy bien. Cimarrón es el decano en un elenco de once cuadrúpedos, compuesto por cinco caballos y una yegua: Papelón, Meru, Amada y Cachito; y los ponis (argentinos) Simón, Mireyito, Bayito, Porto y Pompón. Los caballos son todos capados. Esta plantilla atiende unos 50 pacientes, desde los seis meses de nacidos hasta adultos que sobrepasan los 80 años. “La estimulación nunca hace mal”, refrenda Dania con su aire de Doña Bárbara. “Y no exige mayor esfuerzo, ya que mientras el paciente está sobre el caballo, disfrutando del medio natural, su sistema nervioso central está trabajando”.

Maribel Romero, la madre de Reymar, una paciente de 9 años con retraso psicomotor y autismo, confirmar que, a un año de equinoterapia, su hija está más activa. “A ella le fascina. Y yo estoy feliz porque le veo más fijación en la mirada. Se pone más derecha. Está más atenta del mundo externo. Mírala, está cantando”.

Y, efectivamente, Reymar, desde una pradera remota nos mira por un instante mientras canturrea una melodía que evoca un galope secreto.

 

Revista Clímax, enero de 2010


3 comentarios en “Niños a caballo

  1. Hola, Soy madre de un joven autista, diagnosticado en Sovenia por la doctora Negrón, me gustaría saber que debo hacer para que mi hijo pueda de vez en cuando montar en uno de esos caballos con fines terapecticos.
    Agradezco me suministren información detallada al respecto

    gracias

  2. hola,quisiera saber como contactar para llevar a mi bebe muchas personas me an dicho q las terapias d caballos son muy especiales para ellos a mi bebe le falto oxigeno en el cerebro y ya tiene 7 años no camina ni habla

  3. buenos dias me gustaria contactar con ustedes, saber su ubicación y requisitos y los montos para el ingreso de las clases de equitación… gracias

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