Hubo un Carlos Andrés Pérez secreto

Hubo un Carlos Andrés Pérez secreto

Milagros Socorro

El primer piso de la quinta Sotaymar tenía un balconcito, que correspondía a la habitación de Sonia, la hija mayor. Una mañana la muchacha se asomó a la balaustrada y lo que vio en la calle la dejó impactada.

Era el año 1973 y la vida de la familia se había visto transformada completamente por la campaña electoral, que en esa ocasión supuso un viraje radical con respecto a la manera como venían haciéndose las campañas en Venezuela. Acción Democrática y Copei, los partidos principales de entonces, habían contratado por primera vez asesoría extranjera. Carlos Andrés Pérez, abanderado adeco, importó para su equipo a los estrategas políticos Joe Napolitan y Clifton White, así como el productor Bob Squier y el mítico encuestador George Gaither. La puja duró nueve meses. Y en ese tiempo Pérez no paró. Recorrió el país saltando charcos a grandes zancadas. Jamaqueó a quien se le pusiera por delante, prodigó sonoras carcajadas que arrojaba al viento echando la cabeza hacia atrás. Madrugaba, trasnochaba y cumplía las agendas siempre a tiempo. Memorizaba nombres. Electrizaba a las masas. En verdad, proyectaba la imagen de un líder triunfador, imparable y lleno de vigor, que el compositor Chelique Sarabia condensó y multiplicó en su jingle “Ese hombre sí camina”.

A sus 51 años, Carlos Andrés Pérez se empeñó en mirar a cada venezolano a los ojos. Se trataba de hollar con sus propios pies todo el territorio y demostrar que podía instaurar una democracia con energía, como prometió entonces en la ciclópea ambición de conducirse como un demócrata en un país donde persistía la nostalgia por la gorra; esto es, por la dictadura. Uno de los ardides propagandísticos consistió, de hecho, en calcomanías negras que recortaban el perfil de un zapato de un hombre. Hubo amigos, como Simón Díaz, que trazaron en su casa un camino con esas pegatinas. Los adecos se fajaron como ellos saben hacerlo y sembraron autopistas completas con la performance del rastro del andariego. Y, por supuesto, alguien marcó un camino de huellas que salía de la residencia de la familia Pérez Rodríguez, en un recodo de Prados del Este, y se perdía en ruta a la ciudad… en ruta a Miraflores.

Pero esa mañana de mediados de 1973 el pespunte de holladuras negras se mezcló con otras, rojas, que alguien había imprimido en el asfalto a medianoche. Parecía que una criatura cruel había estado merodeando con pisada de sangre. Sonia y sus hermanas, que muy rápidamente fueron convocadas al balcón desde donde se dominaba la ominosa puesta en escena, contemplaron el estropicio con dolor, pero sin hacer escándalo. No está en su naturaleza. Y, aunque todavía les faltaba mucho que padecer, ya estaban acostumbradas a los agravios, que, sin embargo, experimentaban (aún lo hacen) con gran dolor. “Era como si el hombre que camina dejara un reguero de sangre”, recuerda Carolina, la hija menor, quien archiva imágenes con la voracidad propia de quien se ha quedado ciega.

El 2 de diciembre de 1973 tuvieron lugar las elecciones. Pérez tomaría posesión del cargo el 12 de marzo de 1974, al recibirlo de Rafael Caldera. Era la segunda vez, desde el restablecimiento de la democracia en 1958, que el mando era traspasado a un presidente adscrito a un partido político distinto al del saliente.

La familia Pérez Rodríguez se mudó a La Casona, que había sido remozada por la primera dama Alicia Pietri de Caldera, y se encontraba en excelentes condiciones. La nueva primera dama, Blanca Rodríguez de Pérez, se instaló en la residencia oficial, pero no todos los seis hijos de la pareja lo hicieron. De hecho, la única que tuvo una vida de hija de presidente fue Carolina, nacida en Caracas en 1963 (y, por cierto, bautizada en Miraflores, donde por entonces vivían sus padrinos, Rómulo Betancourt y su esposa, Carmen Valverde).

 

 

La fotografía que muestra al presidente Pérez, con la clásica expresión de quien finge castigar pero en realidad apurruña, estirando el brazo para apretar el hombro de una joven que entrecierra los ojos de regocijo, fue tomada en La Casona, en ese primer gobierno. Frente a él, sentada en una sofá y luchando para no derramar el trago que comparte con el objeto de su adoración, está Sonia. La primogénita nació en Caracas en junio del 49, cuando su padre estaba preso en la cárcel modelo. De hecho, no vino a conocerla sino un mes después, cuando salió de esa prisión (serían varias). Sonia vino al mundo exactamente un año después del matrimonio de sus padres, realizado el 10 de junio de 1948, en Rubio, estado Táchira. Habían sido novios desde que Blanca tenía 15 años. Ella iba a misa y él la esperaba a la salida, en la esquina de la plaza, y la acompañaba para la casa. Eran primos hermanos. La mamá de Carlos Andrés (se llamaba Julia Rodríguez) era hermana del papá de Blanca, que se llamaba Manuel Rodríguez. Como los padres de Blanca murieron muy temprano, la pareja endogámica no encontró mayor resistencia.

Se casaron cuando él tenía 25 y ella, 21.

El siguiente vástago, Thaís, nació en Caracas en el 51. Sus padrinos serían Leonardo Ruiz Pineda y su esposa Aura Elena Merchán. Los próximos dos,

Marta y Carlos Manuel, nacieron en el 53 y 56, respectivamente, en San José de Costa Rica, durante un exilio que duraría diez años. Los padrinos de la primera fueron Raúl Leoni y doña Menca; y los de Carlos, Guido Grooscor y su esposa Diana. La penúltima, Marielo (María de los Ángeles), nació en 1959 en San Cristóbal, de regreso a Venezuela, cosa ocurrió en enero de ese año. Sus padrinos fueron Renato Laporta y Olga Rodríguez de Laporta.

Por vericuetos de la historia, Sonia tuvo una década completa para disfrutar de la compañía de su padre. Ese decenio en Centroamérica, donde la familia se extendió a toda la comunidad de exilados, el tiempo pasaba suavemente y Carlos Andrés Pérez se dedicó a compartir lecturas con su hija y a pasear con los más pequeños, no tendría réplica. De esos años es la instantánea de un Carlos Andrés joven y espigado, que se apoya en la verja de un zoológico para compartir la contemplación de unos animales con dos niñas chiquitas: Sonia y Thaís. La estela que dejó el tirano al huir en la vaca sagrada rasgó la dulcedumbre costarricense y ya nada volvería a ser igual.

En cuanto retornaron al país, Pérez se sumó al apoyo a Betancourt y ya en 1960

fue nombrado por director general del Ministerio de Relaciones Interiores. Un año después fue promovido titular de ese despacho. Es por eso que los primeros tres hijos tuvieron una infancia mecida por la morosidad tica; Marielo tendría que ser alumbrada en San Cristóbal por los sobresaltos de regreso (no tenían casa); y Carolina es la hija de un ministro. No cualquiera. El encargado de enfrentar y reducir las guerrillas lanzadas al derrocamiento del gobierno de elección popular. A eso se debe que Carolina sea prácticamente la única hija que aparece en fotografías oficiales con su padre. Ella es el diablillo flaquito que vemos en esa fotografía con militares, así como en la que muestra a Pérez con el saco a cuadros que fue su marca en los primeros 70.

“En la época de candidato era yo quien le llevaba el vaso de agua y, a veces, en la pasión de los discursos gesticulaba sin calcular las distancia y me daba con tal fuerza que yo salía disparada. Viajé mucho con él en avionetas, en carros… Me impresionaba mucho ver cómo las mujeres se le colgaban del cuello a mi papá. Siempre tenía el cuello y los brazos arañados. Eso le encantaba, claro está” recuerda Carolina.

 

 

“Incluso a los abogados que contratamos para que nos asistieran en el proceso de reclamar sus restos para ser enterrados en Venezuela les costó entender que mi papá era un hombre muy familiar”, dice Carolina. “Era público y notorio que tenía una amante; incluso nosotros le decíamos que por qué no se divorciaba. Y él nos decía que cómo se nos ocurría, que él le iba a hacer daño a Blanca, que los andinos no se divorcian”.

En la mesa, con su familia, Pérez criticaba a cierto alto dirigente adeco que tenía una amante a todas luces, y Carolina se ponía a toser manera exagerada para evidenciar las contradicciones. Y se iba de la mesa. El padre no se daba por enterado de los aspavientos. Él nunca reconoció nada.

-De hecho –sigue Carolina- cuando nosotros nos reuníamos con él en Miami, lo hacíamos en casa de amigos de la familia o en restaurantes.. Hablábamos de cada uno de los hijos  y de los nietos, de las finanzas familiares, de lo triste que él estaba, de que quería volver, pero jamás mencionó ni a Cecilia ni abrió la posibilidad de conocer a las muchachas, a quienes tampoco aludió nunca. La primera vez que vimos a Cecilia fue en febrero 2004, después de que a mi papá le diera un ACV, (el 25 de octubre de 2003). Se quedó pasmada cuando nos vio, al rato empezó a intervenir y mi papá le dijo que, por favor, lo dejara a solas con sus hijos.

Los relatos de las hijas se entretienen en la evocación del gentío que solía haber en las sucesivas casas donde vivieron cuando regresaron a Caracas. Ya porque caían los parientes del Táchira (hasta remotos grados de consanguinidad), o porque se trataba del alud de visitantes que estaba siempre ahí como un enjambre.

“A toda hora”, constata Sonia, “llegaba gente con lapas, quesos, gallinas, muchos dulces; y los maracuchos, con huevos chimbos y huevas de lisa. Siempre había gente, del partido o de los que venían de todo el país a hacer alguna solicitud, no teníamos privacidad. Llegaban de domingo a domingo, a cualquier hora. Venían a pedir audiencia, a plantear problemas, o porque andaban por la capital y pasaban a saludarlo. La gente humilde siempre llegaba con algo. A todos se les ofrecía almuerzo. Mi tía decía que donde comen tres, comen cuatro. Y terminaban comiendo 20. Nunca me acostumbré a eso. Siempre me molestó llegar a la casa y encontrar un gentío. La verdad, no he sido buena hija de político”.

Pérez, en cambio sí fue buen padre de rebelde. En aquel balcón donde ella se asomó para ver las huellas disfrazadas de sangre no había un afiche del candidato que vivía allí. Había uno, pero con la cara de José Vicente Rangel, abanderado del MAS a la misma contienda.

 

 

Carolina tiene una memoria prodigiosa. La ha cultivado al recitarles a los médicos su historia clínica. Se quedó ciega en el 97 a consecuencia de un derrame en el nervio óptico. Había tenido un cáncer de tiroides muy complicado en el 95 y radiación afectó el nervio. La han operado cinco veces de ese cáncer. Todas las intervenciones han tenido lugar en los Estados Unidos. Específicamente, en un hospital público en Washington, donde la tratan gratis porque ella entró, a los 16 años, a un protocolo de investigación para una de esas operaciones. Fue en uno de esos viajes, en 2007, cuando el gobierno le negó el pasaporte, que finalmente logró con mucha brega y mediante el expediente de apelar a la opinión pública.

-Excepto en la ocasión en que estaba aquí detenido, -dice Carolina-, mi papá siempre estuvo al lado de mí en las operaciones. Y me decía: no se me achicopale.

No se ha achicopalado jamás. No, al menos, delante de extraños. Desde 1999, al comienzo de este gobierno y hasta 2005, había carros que ralentizaban la marcha frente a la casa de la familia de Pérez, en Oripoto, y gritaban: “Carlos Andrés asesino”. “Desgraciado”. Y alguno por allí: “Viva el gocho”.

-Ah, no eran más que gritones –dice Sonia- pero nunca hubo una agresión. Con la excepción del 9 de mayo de 2006, cuando nos allanaron la casa la DIM, la Disip y fiscales militares. Eso fue después del episodio de Los paracachitos. La orden de allanamiento decía que venían a buscar uniformes y armamento. Como mi mamá, que estaba sola, se tardaba en abrir, uno de ellos se montó en la cerca con intención de saltarla. Mi mamá lo detuvo: “si usted va a entrar, se quita la capucha”, (porque venían encapuchados). Eran mas de 20 hombres con armas largas. Y nos hicieron un favor: solo se llevaron dos computadoras viejas que teníamos arrumbadas. Lo hicieron a propósito, cargaron con eso para llegar con algo, porque teníamos computadoras nuevas y no las tocaron. Afuera se condujeron con rudeza pero al entrar se comportaron muy correctamente. Mi mamá les dio agua y café. Y yo les decía: disculpen, pero no tenemos cachitos. Y ellos se reían. Pedían disculpas para mirar debajo de las camas. “Disculpe, doña Blanca”, le decían. Y mi mamá respondía: “Qué va, no se preocupe. Yo estoy acostumbrada a esto, me lo hacían a cada rato cuando Pérez Jiménez”.

 

 

Tampoco se achicopalaron el 4 de febrero, cuando doña Blanca, Carolina, la tía Ana Isabel Rodríguez, que tenía 80 años en ese momento; y los nietos, Carlos Andrés, de 3 años y Jacinto Andrés, de 4, soportaron un asedio de cinco horas de plomo en los alrededores de La Casona.

-Cinco minutos después de que mi papá se fuera, una vez alertado por Ochoa Antich, -dice Carolina- empezaron a temblar los vidrios y a sentirse tiros de metralleta, morteros que no estallaron. Tía Blanca metió a los niños en un vestier en el dormitorio presidencial. Era un batallón de 240 hombres. Estuvieron disparando hasta las 7 de la mañana. A las 4 y media hubo un cese al fuego para recoger los heridos. Mi mamá salió a la puerta con el brazo en cabestrillo (porque se había caído en navidad y se había fracturado el húmero). Habló con los soldados e hizo entrar a los heridos. Los guardias nuestros se metieron en la antesala de la alcoba presidencial. Mi mamá mandó a ingresar también los heridos de ellos, porque nosotros teníamos un médico que estaba de vista, el doctor Moro. Nos pusimos a cortar las sábanas para hacer vendas. Esa noche no había primeros auxilios. Lo único que teníamos era becerol y brandy. Mi mamá y la administradora de La Casona vendaban a los heridos con instrucciones del doctor.

“Entre los nuestros y los de ellos eran como 12 heridos. Había un soldado muy joven, que estaba temblando. Mi mamá buscó una toalla y lo arropó.

-Hijo, todo está bien. Deja de temblar. No va a pasar -le dijo la primera dama.

-Usted es Blanquita

-Sí, hijo.

-Señora, por favor, que mi mamá no sepa que yo vine aquí a hacer… esto. Ella nos levantó gracias a una máquina de coser que usted le dio. Yo vine aquí engañado, nos dijeron que veníamos a hacer tiro al blanco.

-A las 3 de la mañana –recuerdas Carolina- vino el comandante del Batallón de Custodia, Bacalao y diceque había que rendirse. Mi mamá le dijo: ‘si a usted le faltan pantalones, a mí no’. Y agregó: ‘yo tengo armas. Carlos Andrés toda la vida ha guardado armas por cualquier cosa. Si es por falta de armas, no se preocupe’. Carratú llamó y dijo que lo mejor era sacar a la familia. Mi mamá se negó aduciendo que la gente estaba defendiendo la Casona porque nosotros estábamos adentro.  Todo había pasado y ellos seguían atacándonos. La acción estaba comandada por el capitán Hernández Behrens. A las 6 de la mañana, cuando se rindieron, los hicieron entrar al área donde duermen y tienen las oficinas los edecanes, en La Casona. Bacalao no había desarmado a Hernández Behrens. Por fin lo desarmaron desarman y lo metieron en un cuarto. Yo entré a verlo. Y él me dijo: “señorita, por ahora ganaron ustedes”. Me pregunto qué me diría si nos volviéramos a encontrar.

-Puedo asegurar que con mi papá no pudieron –añade Carolina, al comentario de Sonia en el sentido de que jamás vio llorar a su padre-. A mi papá lo vi tres veces muy perturbado. La primera vez fue con lo del Sierra nevada, fue terrible el juicio. Lo dejaron solo. Nadie le quería hablar. Nadie lo quería ver. Mi papá estaba caído. El teléfono no sonaba. Si llegaban 4 tarjetas de navidad fue mucho, cuando en las buenas épocas llegaban por centenares, lo mismo que las cestas de navidad. La segunda, con la muerte de muestra hermana Thaís, en 1994…

-Y la tercera vez fue ese mismo año –tercia Sonia- cuando salió de la Presidencia. Eso lo transformó. La gran manifestación de ese cambio es que antes del 94 mi papá no hablaba mal de nadie, a lo más que llegaba era a calificar a alguien de pobre de espíritu. Después de eso cambió, se volvió un hombre triste y desilusionado y más severo al expresarse de la gente. Estoy hablando de un hombre que jamás decía malas palabras. Lo único que decía cuando estaba muy bravo o sorprendido era carajo. Y aún en los peores momentos jamás albergó rencores. Tenía enemigos políticos, pero ninguno personal.

-Se hubiera podido ir –recuerda Sonia-. Se quedó porque a mi papá le importaba mucho la historia.

Publicado en la revista Climax en noviembre de 2011

31 comentarios en “Hubo un Carlos Andrés Pérez secreto

  1. Un padre de familia amante de sus hijos y un mortal común y corriente que cometió errores como todos los seres humanos, pero que también le dejo un legado a su patria Venezuela..

  2. Carlos Andrés Pérez, CAP para sus amigos y no tan amigos, un hombre que surgió desde abajo en sus luchas por la democracia y libertad, desde que era un adolescente ya despuntaba como una persona inquieta, de esos que ahora llaman tirados pa’lante. Como todo humano tuvo aciertos y errores, pero por sobre todas las cosas habrá que reconocerle que su plan para Venezuela (CAP II) es el último que ha habido en este país con objetivos claros y viables, pasa que la mezquindad de muchos, incluyendo gente de AD, impidió su ejecución. Ya la Historia comienza a reivindicar su gestión y sus propuestas. QEPD su alma.

  3. FUERON UNA DIGNA FAMILIA PRESIDENCIAL,ADMIRE A CARLOS ANDRES PEREZ Y ES PARTE DE NUESTRA HISTORIA CONTEMPORANEA MUY IMPORTANTE.
    LOS HECHOS NARRADOS SON PARA QUERER CADA DIA MAS LA DEMOCRACIA PERDIDA EN NUESTRO PAIS.
    ERAMOS FELICES Y NO LO SABIAMOS.

  4. Indudablemente que CAP fue unos de los politicos mas carismaticos y populistas de la segunda mitad del Siglo XX. Lastima que cuando entro el flujo de dinero, por la Bonanza Petrolera de la decada del 70, no existia una clase politica prerarada para administrar y gerenciar dichos recursos. Lo demas es historia….

  5. Sra. Sonia creo que es usted la que escribe, pues bien le diré que, mi Made Mercedes vestía a Thaís en la Boutique de la Florida (no cito nombre) y también a la Primera dama, y si no mal recuerda ella ahora asus 79 años a Usted también, su padre fué y será un hombre admirable, batallador, no tengo suficientes calificativos de alago y admiración para el «PRESIDENTE PEREZ», el comentario inicial se debe a que mi Madre siempre se ha expresado de ustedes como unas personas sencillas, cariñosas, y que guarda hermosos recuerdos de todas. Del Presidente ni HABLAR, reciba Usted mi más sincero saludo de admiración. La historia siempre lo tendrá como un gran HOMBRE TRAICIONADO EN REITERADAS VECES, PERO HUMILDE Y SENSATO EN SUS CRITERIOS Y EXPRESIONES, «VALIENTE»….

  6. Mientras mas leo ,discierno luego ; conservando ,a pesar de todo, lo bueno de lo que tenia como de muy «alto valor».Como veo una vez más ,que las divisiones nada buenas son . Se distorciona todo lo bueno y crece todo lo menos bueno.Parece que no hubiere dicho nada en estas cuatro palabras; pero a pesar de todo , siento que dije todo , en tan escueto trabalengua .

  7. Siempre fui opositora a CAP, nunca voté por él, pero ni siquiera esta condición de opositora me impidió reconocer que era un gran demócrata, un hombre valiente, un hombre que dio la cara ante los hechos de corrupción que injustamente le fueron imputados, hechos que después de 15 años de corrupción, de arbitrariedades, de depotismo, de autocracia, y de asalto al fisco nacional, a cualqueir venezolano inteligente, informado, consciente del horror que vivimos ahora, conocerdor de las realidad del pais, llegamos a la conclusión que CAP fue juzgado por hechos que no constituian delito alguno. Excelente trabajo MILAGROS SOCORRO.

  8. Felicitaciones por tan hermoso artículo, muy humano y sobre todo que en memoria de un dirigente tan carismático como Carlos Andrés a quien aprendí admirar profundamente a través de los años porque la primera vez que tuve contacto con el fue en mi tierra natal Maracay, el estaba en su campaña presidencial del año 1973, yo venia saliendo de un supermercado con un poco de bolsas en la mano y la gente empieza a gritar allí viene CAP, me acerco a verlo pasar y en dos zancadas ha llegado hasta donde yo estaba y no hallaba como darle la mano, me dice que el va ser el próximo presidente de Venezuela, yo masista y de pensamiento antiadeco le digo que de esperanzas también se vive, después para su campaña del 88 me fui a trabajar por el en la organización Venezuela 2000, ahora lo admiro mucho más porque tengo plena conciencia y lo he vivido en carne propia después de tener 15 años de un régimen fascista y totalitarista como el que tenemos lo que significa la palabra demócrata

  9. Yo Lò extrano mucho el era tan carismatico de hecho mi primer Voto Fue para el y mi Linda blanquita Dios la bendiga nos ayudo mucho mi hermoso presidente como tu ningunoque Dios te tenga en su Santa Gloria

  10. Estudie con Carolina en IEA, y gracias a esta amistad conocí La Casona que bella casa, llena de cosas maravillosas, espero solo que después de este régimen podamos disfrutar como lo hacen en la mayoría de los países del mundo de la Residencia Presidencial.
    A CAP lo conocí jugando domino en casa de mis tíos pareja con Caldera en una jugada entones comprendí lo que era la política, somos iguales pero podemos tener diferencias. Gracias Milagros por el articulo

  11. tuve la oportunidad de conocerlo personalmente, ya ex presidente y senador por el estado tachira,mientras esperaba el inicio de las sesiones en el senado.conservo con gran orgullo fotografía con el , yo un joven en los treinta y algo de edad y fiel seguidor del DR. rafael caldera y militante copeyano. sigo en la política y en muchas oportunidades recuerdo sus consejos para quienes actuamos en la política,tan ajustados hoy como ayer a la lucha social y politica

    1. Camine con él es su cierre de campaña del 73. Yo tenía 15 años. De retorno a mi casa, me desmayé en el autobus, pues la caminata fue desde la plaza Pérez Bonalde hasta Petare. Nací 3 días después de la caída de la dictadura y todo lo que soy se lo debo a la oportunidad que me dio la República de estudiar. Por cierto. Mis hijas no conocen la vida republicana, porque apenas la mayor tiene 16 años. Pero yo les cuento que Venezuela fue alguna vez una República. Me escuchan facinadas. Fue una República con alternabilidad cívica. Brillan sus ojos cuando les cuento. Gracias, entre otros, a Carlos Andrés Pérez

  12. Lo conocí cuando tenía 9 años, llegó a Santa Ana de Trujillo en plena campaña del 73, recuerdo que me pare al lado de él y de repente me dio un coscorron, de inmediato lo acompañamos en la caminata que al final se convirtío en trote porque el paso de Carlos Andres erá arrollador!!Fué un Lider que transformó nuestro país!!

  13. lo recuerdo con mucho afecto, desde muy niña aprendí a quererlo y en los centros de votación en los que trabajé compartí lágrimas en muchos casos de alegría or su triunfo y en otros de tristeza, pero eramos felices, jamás sentí ni ví tan de cerca sentimientos de odio y venganza como los que presenciamos en los actuales momentos, tuve la oportunidad e concerle, hombre excepcional. Que Dios te tenga en su santa Gloria

  14. Me acuerdo clarito. La casa de mis abuelos estaba «mas arribita y despues de la curvita» Prados del Este, Caracas, 1973. Lo que te extrano. Y los tiempos de governantes que querian todo lo mejor para su pais. Carajo! que paso?

  15. Su imagen como hombre público ha pasado por varias fases. Creo que cada vez tiene un carácter más positivo. Cometió errores y tuvo aciertos innegables. En mi juventud como estudiante manifesté en contra de su gobierno. Pero a medida que pasaba el tiempo su gestión aparecía asociada a grandes obras que a pesar de los años todavía significan mucho para nuestro país: la Galería de Arte Nacional, el Sistema de Orquestas Juveniles, la Biblioteca Ayacucho, la Universidad Rómulo Gallegos, la Universidad Nacional Abierta, el Plan de Becas Gran Mariscal de Ayacucho. No menciono la obra material (muy importante) porque lo más difícil es construir instituciones que solucionen problemas y que perduren en el tiempo.

  16. Un verdadero demócrata,quien realmente nacionalizó el petroleo, -no la pantomima que hizo el insepulto. quien entregó el país para comprar conciencias que hoy le respaldan en la OEA-. las obras de la democracia son en gran parte la herencia que nos dejó Carlos Andres Perez a todos los venezolanos. honor a quien honor merece. Gracias a Milagros Socorro, por recrearnos que hubo una vez una democracia y un demócrata.

  17. Bello relato de una historia que gente llena de odio quizo enlodar y con el paso del tiempo desgraciadamente los hechos me dieron la razon. Como hubiese querido estar equivocada,pero aquellas imagenes horribles de sus caras no presagiaban nada bueno. Carlos A Perez sera recordado con honor y orgullo en la historia de Vzla. Ademas respetado mundialmente!!desgraciadamente aparecieron unos foragidos llenos de resentimiento y odio han destruido nuestro bello pais. Ademas Doña Blanca y sus hijos una familia digna como muy pocos son gente llena de amor y corage a pesar de las penurias q desalmados les han hecho pasar.Dios tenga en su gloria al Gocho y bendiga a su familia. BELLO E INTERESANTE RELATO FELICITACIONES MILAGROS

  18. La historia queda y estos años pasaran como la epoca negra q venezolanos avergonzados no querran recordar. Y esa misma historia se encargara de reivindicar el nombre de Carlos Andres Perez.Hombre q si ayudo a mucha gente.

  19. Con sus errores y sus aciertos, CAP fue un hombre que siempre amo a Venezuela, nunca tuvo el apoyo total de los partidos y lideres políticos de su época, mas bien tuvo fue envidias y recelos de gente como Caldera, hoy Venezuela si fuera una potencia mundial si se hubieran puesto en practica sus políticas económicas-

  20. Que gente tan sucia e ignorante a quien se le ocurre decir que CAP era un hombre digno de ejemplo de emular, por Dios este tipo era un Ladron pero Ladron de los buenos robo a venezuela como le dio la gana, regalaba la electricidad a Colombia, regalo el Sierra Nevada a un pais que no tiene oceano y al final lo convirtieron en chatarra… este tipo era un sucio y hasta asesino…

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