Entrevista con los Welser

Milagros Socorro

Un día de marzo de 1983, el hijo menor de la pareja compuesta por el novelista y psiquiatra Francisco Herrera Luque y María Margarita Terán de Herrera les comentó a sus padres que estaba experimentando un persistente dolor “en la boca del estómago”. Juan Manuel Herrera Terán había nacido en 1964. Era el menor de sus cinco hijos (cuatro de ellos, varones) y el único que había decidido estudiar Medicina, lo que constituía una gran satisfacción para Herrera Luque, hijo y nieto de médicos, todos miembros de la Academia de Medicina de Venezuela. Con toda seguridad, Juan Manuel sería el cuarto de una dinastía de académicos, pero, en cualquier caso, garantizaba la continuidad generacional en el oficio.

-Hijo –dictaminó la madre- eso debe ser efecto de los perros calientes de la Universidad Central. Te he dicho mil veces que no comas porquerías por allí.

Por esos días, Herrera Luque acometía la primera versión de su novela La luna de Fausto, que aparecería ese mismo año, bajo el sello de Pomaire. En octubre de 1982 había hecho una viaje de un mes a España y Alemania con el fin de investigar para la trama de la historia que había concebido a partir de una revelación hecha por su amigo J.F. Cartea.

Herrera Luque había estado estudiando acerca de la presencia de los banqueros Welser en Venezuela; y se había horrorizado con el episodio que puso fin a esa hegemonía de la corporación alemana en la entonces provincia de Venezuela, que consistió en el brutal asesinato Felipe de Hutten, gobernador germano de la provincia, y del joven Bartolomé Welser, que había recalado en estas tierras solo para encontrar el infortunio.

En 1981, a raíz de la celebración del sesquicentenario de la muerte de Goethe, Cartea le contó al escritor que Fausto, el famoso astrólogo que inspiró a Goethe para escribir el clásico del mismo nombre, le había predicho a Felipe de Hutten que sucumbiría a una muerte espantosa en la isla de Venezuela. El impresionante dato se instaló en la imaginación del novelista y a partir de ese momento no logró pensar en otra cosa. Puede decirse que se obsesionó con la peripecia del nigromante nacido en Alemania alrededor de 1480. En febrero de 1982, Herrera Luque compareció a un congreso sobre Goethe, realizado en Caracas, con la ponencia ‘La Huella de Goethe en Venezuela’, donde aludía a una carta que escribiera Felipe Hutten a su hermano obispo, desde Coro en 1540, donde aludía a la profecía de Fausto.

-Ya con todo ese material –anotó Herrera Luque en unos apuntes que hizo sobre el proceso de escritura de su libro- decidí escribir las dos primeras páginas de la novela, que como todas surgen de la verdadera inspiración, con tanta fuerza que a pesar de las siete versiones que le adjudico a una obra, y de las correcciones que conllevan, no tuve que corregir ni una palabra.

En junio de 1982, el novelista y su esposa se encontraban ya en Europa en un viaje de investigación para desarrollar la trama de La luna de Fausto. “Recorrer el escenario natural donde se desarrollan mis historias”, dijo el prolífico autor, “lo considero indispensable a su elaboración, por las múltiples asociaciones que se producen. La primera versión de mis obras tarda entre 15 y 30 días. La novela por influencia de la inspiración brota sin parar, sin dejarnos hacer otra cosa, mañana, tarde y noche. Esa es la verdadera creación, aunque en las sucesivas versiones, redondeamos con nuevas oleadas la estructura fundamental que plasmamos en un principio”.

Al contrario del pobre Felipe de Hutten, a quien la mala suerte lo mantuvo mordido por el cogote hasta morir degollado a los 35 años en la Sierra de Coro, el proyecto narrativo de Herrera Luque contó siempre con el viento a favor. Y es el caso que fue invitado por el gobierno alemán a trasladarse a aquel país a hacer sus indagaciones. “Es digno de recordar la generosidad del Estado alemán: desde el hotel hasta el avión, desde las comidas hasta los taxis y ferrocarriles todo fue por cuenta del gobierno, sin que me fuera posible pagar la menor cosa”.

El periplo empezó por Cataluña, donde residía José Manuel Vergara, director de la editorial Pomaire, a quien no le entusiasmaba mucho el título de la novela cuyas notas empezaban a tomar cuerpo. “La Luna de Fausto es la luna roja color de sangre que se ve muy de vez en cuando”, le explicó Herrera Luque. “Esa primera noche en Barcelona estábamos invitados a cenar en la casa de Vergara, una espléndida villa con vista panorámica sobre el Mediterráneo. ¿Cuál sería nuestra sorpresa, cuando apareció muy grande y llena la luna de Fausto? Vergara, que tiene el don de escuchar con el tercer oído, se maravilló ante el hecho y le pareció que no podía tener otro título sino ese, así se quedó. Por cierto que la escogencia del título la impuso José Pulido, gran amigo y buen periodista. La noche en que lo conocí, en la casa de Guillermo Morón, gracias a Roberto Lovera De-Sola, algunas personas me preguntaron sobre la novela que estaba escribiendo. Pulido se interesó por el nombre que llevaría, y yo le hablé de la importancia de la luna ensangrentada, esa es la luna de Fausto, le dije. Al día siguiente publicó un reportaje en El Nacional de gran titular: ‘Con La Luna de Fausto regresa Herrera Luque a la novela, luego de cuatro años de silencio’”.

Al llegar a Munich lo esperaba Carmen Bruckman, la intérprete asignada por el gobierno alemán, que había planificado el viaje con una precisión que maravilló a los Herrera. “Es una mujer de tipo hispano”, consignó Herrera Luque, “que habla el español a la perfección y sin el menor acento; y que había vivido en Salamanca en la misma pensión a la que llegué yo un mes después de su partida, en marzo de 1952. Esa primera noche nos invitaron a comer en el restaurante de los Welser, que había sido fundado en el siglo XVI por un familiar de los célebres banqueros. Se come y se bebe a la usanza de aquellos tiempos: es decir con la mano y con grandes mesones donde los comensales conversan activamente entre sí. Allí comí por primera vez. Este restaurante dejó en mí tal impresión que buena parte del capítulo que se refiere a la bruja Berta lo tomo de allí”.

Al día siguiente se trasladaron en tren “a la ciudad de Ausburgo, sede de los grandes banqueros, los Welser, arruinados hoy, y de los Fuggar, sus competidores tan ricos como entonces”.

-En otra excursión –sigue Herrera Luque- fuimos a un pueblo pequeño llamado Wurudera [Foto 1], donde reside uno de los dos barones Welser, descendientes del que patrocinó la aventura de El Dorado. Vive en un pequeño castillo del siglo XVIII, es un hombre apocado y amable, próximo al septenio, que guarda celosamente en cofres los archivos de su familia. Tuve la impresión, o creo que me lo dijo Carmen, que toda la propiedad y sus tesoros son del Estado alemán, permitiéndosele vivir allí hasta la muerte. El castillete no es una gran cosa. La pobreza se ha asentado en él. El barón y su mujer viven en una pequeña casa del castillo, [las] puertas y ventanas del villorio llevan los de los colores de los Welser que son rojo y blanco. Por su intermedio tuve ocasión de ver cartas autógrafas y originales de Carlos V (1500-1558) a su antepasado [Foto 2]. Los Welser se arruinaron unos cuarenta años después de aquella tragedia. También nos mostró los cuadros originales de Bartolomé y de Antonio Welser, que tantas veces hubiese visto reproducidos en los libros de historia. Nos confirmó, al igual que el secretario del Ayuntamiento, que Bartolomé Welser hijo, nunca fue trasladado a Alemania.

“Al día siguiente, al volver a Munich, Carmen nos llevó a conocer al otro barón Welser, [Foto 3] un septuagenario que parece tener 50, inteligente, gracioso y expansivo, que a diferencia de su hermano sí conoce con exactitud la historia de su familia y de la expedición. Nos dijo entre otras cosas, que los descendientes de Nicolás de Federmann (c1505-1542) y ellos aún se detestan, por la trastada que le hizo el primero al banquero hace ya 400 años. Vive en una pequeña y modesta casa en un barrio muy viejo y hermoso de Munich. Había sido ingeniero o especialista en submarinos y quizás por su filiación nazi fue sacado de lado por el gobierno democrático de Alemania. Nos dijo que cuando él iba a los Estados Unidos no podía reprimirse al ver a un negro, diciéndose mentalmente: a éste lo vendería por seis guineas […]. Nos dijo que los Hutten, lo cual sería rebatido furiosamente en Wusburg, eran unos pobretes, unos nobles de segunda clase, sin ninguna importancia. […] Pero donde mayor información y fuentes de inspiración recibiría sería en Wurzburg, la ciudad donde Fausto en 1534 hizo su profecía a Hutten”.

Antes de regresar a Caracas, la pareja de viajeros se detuvo unos días en Sevilla [Foto 4], la llamada puerta de Indias, ciudad a donde Herrera Luque no había regresado en 27 años, después de haberla visitado con frecuencia en los cuatro años que pasó en España mientras estudiaba psiquiatría. De hecho, en 1954 se había demorado allí por siete semanas hurgando  entre los papeles del Archivo de Indias para escribir Los Viajeros de Indias ((1961).

-Todas mis impresiones –recuerda Herrera Luque- las iba dejando caer en el micrograbador que llevaba para dejar constancia de mis impresiones. En el Patio de los Naranjos, en la Catedral, que hacía de lugar de contratación en 1534, súbitamente tuve una fuerte inspiración donde me parecía ver a un sinnúmero de voluntarios tratando de embarcarse a Indias. Yo le decía a mi esposa: ‘me parece hablar con ellos, escuchar sus quejas, referirme sus ensueños’. La asociación de aquellos era tumultuosa y creo que de excelente calidad, de lo que a lo mejor queda algún rastro en el capítulo correspondiente. Pasando por los jardines del Alcázar vi muy claramente la escena donde Hutten se encuentra con la duquesita; al igual que al borde de las murallas imaginé la justa donde Hutten se corona campeón. En la Puerta de Jerez hay una calle: la del Maese Pedro, donde almorzamos varias veces y también incluí en mi obra; al igual que la efigie de la Virgen de los Reyes, ante la cual se desmaya Hutten. En esta visita a Sevilla puntualicé detalles que guardaba en mi memoria y aprendí otros que servirían para nutrir mi obra.

Una vez de vuelta a Venezuela el novelista continuaría sus correrías por diversos parajes del país que sirvieron de escenario a la trama. El proceso completo le tomaría 18 meses, incluido el trabajo en las siete versiones de la novela hasta que finalmente estuvo conforme. Según constató la investigadora Carmen Verde Arocha, autora del libro de ensayo El quejido trágico en Herrera Luque Una lectura de La luna de Fausto, la labor cotidiana del novelista seguí la siguiente rutina: “Se levantaba al amanecer, al desayunarse comenzaba a trabajar en sus libros hasta las 12 del día. Almorzaba, y a la una salía a caminar por los alrededores de Altamira y Las Castellana […] A las 2 y 30 regresaba a su casa y se sentaba a escribir hasta las cinco de la tarde”.

Los apuntes sobre La luna de Fausto llegan hasta octubre de 1983. Para ese momento la novela había salido de la imprenta. Estaba dedicada “a María Margarita”. Y Juan Manuel había sido diagnosticado de un agresivo cáncer de estómago y páncreas cuyas incidencias tanto el paciente como el padre conocían en detalle. Moriría el 24 de noviembre de 1987.

Francisco Herrera Luque escribió otros libros. Publicó dos antes de morir de un ataque al corazón, y sin haberse recuperado jamás del fallecimiento del hijo, el 15 de abril de 1991, a los 63 años.

Un año después, su viuda, esa muchacha que aparece siempre sonriente en aquel viaje tras la pista de Fausto y de Felipe de Hutten por Alemania, creó la Fundación Francisco Herrera Luque como custodio de su legado. Lo primero que hizo fue editar Los cuatro reyes de la baraja (1991), que el escritor había alcanzado a concluir. Y luego entregó a la imprenta tres títulos más, que se encontraban entre los papeles de quien le había confesado a Carmen Verde Arocha: “Escribir tiene algo de vómito, de exorcismo, de parto. Siento un inmenso dolor al escribir. Cuando escribo hago terapia”

 

16 comentarios en “Entrevista con los Welser

  1. Extraordinario artículo , felicitaciones. De mi parte , agradecería si escribiera más a menudo . Son pocos, los que lo hacen bien. Gracias.

  2. Milagros: gracias por narrar cómo fue este proceso de creación de La Luna de Fausto. Desconocía el episodio y su narración me parece no sólo muy ilustrativa sino además interesante desde el punto de vista generacional: siento que hoy los procesos creativos, como tendencia global, se están remitiendo a experiencias propias del autor (no siempre muy profundas) y que, no sé, de pronto la situación cultural o económica nos ha afectado en la manera en que ahora no incorporamos la investigación histórica o la documentación in situ como elemento que apalanque el desarrollo de una buena historia, sea real o de ficción (por los costos que implica trasladarse, por la comodidad tecnológica, por la seguridad, o cualquier otra excusa). Creo que por eso es que Herrera Luque es uno de mis escritores preferidos.

  3. GRATO LEER ESTA HISTORIA SOBRE LOS WELSER Y LOS LIBROS DE HERRERA LUQUE. GRACIAS POR OCUPARTE DE ESTE TEMA Y HACERNOS CONOCER LOS DETALLES QUE CONDUJERON A LA CREACION DE LA LUNA DE FAUSTO.

  4. Excelente!!! Muchas gracias por ese inmenso placer que produce el leer algo tan bien escrito. Soy un fanático de Herrera Luque desde mi época universitaria y la Luna de Fausto es uno de mis favoritos, lo he leído unas cuantas veces. Había leído en algún lado que el autor investigaba a fondo durante el proceso de creación de sus obras, pero nunca imaginé que con tanto detalle… Saludos desde Barcelona (España).

  5. Buenos dias me gustaria saber si en el libro la luna de fausto se habla de la evangelizacion pero de cultura protestante o luterana de los welser y los hutten en venezuela para esa epoca. gracis agradesco culaquier informacion sobre el tema

        1. Hans Seissenhoffer Von Key pariente de Los Welser, enviado por estos para Ser Gobernador de Santa Ana de Coro en substitution de Ambrosio Alfinger!

  6. yo tambien he leido otros libros sobre ellos y unas ciertas asentamientos campesino donde los restantes soldados y mineros a cargo de los welsares se mezclaron con mujeres indigenas jirajara gayones entre otros.

    1. Asi es! De estas mezclas viene mi Origen familiar! Hans Seissenhoffer se mezcla con una India jirajara en la ciudad de Santa Ana de Coro Estado Falcon de Venezuela. Dejando su descedientes entre el Centro Occidente y Oriente de Pais.

  7. Hermoso y tan ameno estilo de enseñarnos a conocer las plumas prodigiosas, que nos sintonizan con nuestra historia y por ende con lo que debemos de ser y corresponder con nuestra autentica ciudadanía. Su justa e inalienable equidad y precisión, robustecen la brillantez de su noble estilo, emocionan saber, que las sucesivas generaciones contarán confiablemente de un crisol que les coadyuvará en sus sentidos de identidad y pertenencia con nuestra venezolanidad. Gracias, apreciada Milagros, mucho te agradecería la publicación con tú exquisito estilo, la vida y obra de Leonardo Ruiz Pineda, connotado periodista, poeta, abogado y escritor, que no he podido obtener nada para sugerir confiablemente a mis alumnos, que se interesan por conocer el pensamiento de ese indiscutido héroe de nuestra democracia. Seguimos en sintonía, Abrazos

  8. Me hizo retrotraerme a esa etapa de mi adolescencia donde leia con gran entusiasmo a este gran escritor, que historias… eso si era historia de Venezuela, no los aburridos caletres del liceo.

  9. Interesante, llegué aquí buscando sobre los descendientes de los Welser y pude encontrar algo de información, muy buen artículo, me gustó. Saludos.

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