El cine según… Adriana Villanueva

 Milagros Socorro.- Adriana Villanueva es escritora venezolana. Novelista, escritora de historias sin ficción, columnista y bloguera. Es autora de Margot retrato de una caraqueña del siglo XX, reeditado y ampliado como Margot en dos tiempos; y la novela El móvil del delito (2006). Sigue el acontecer de Venezuela en su blog Evitando Intensidades.

 

 

–¿Qué estrella de cine persiste en su admiración desde su infancia?

 –Una estrella que admiro desde mi infancia sin que haya perdido vigencia en más de cinco décadas de carrera es Robert Redford. También Clint Eastwood, pero al contrario de Redford, me interesa más como director que como actor. Y Jane Fonda, a quien sobre todo admiro por su capacidad de reinventarse.

–¿Qué clásico del cine tiene ganada una reputación injusta?

Cinema Paradiso (1988) de Giuseppe Tornatore cuando la vi me pareció excesivamente sentimentalera, debería volverla a ver para asegurarme que no es que yo hace 26 años era más cínica de lo que soy hoy.

–¿Cuál es la película que ha visto el mayor número de veces?

–Cuando era niña en Caracas apenas se veían tres canales de televisión, y en blanco y negro; por lo tanto, los chamos de mi generación (años 60 y 70) teníamos que ver las películas a la antigua: en el cine. Lo bueno era que películas como El mago de Oz y La novicia rebelde las reestrenaban cíclicamente, y así las podíamos disfrutar en pantalla gigante, porque era la época de las grandes salas de cine como el Cine Canaima. Había películas censura “A”, que duraban años en horario de matiné. Una de esas películas fue La fiesta inolvidable, de Blake Edwards (1968), con el gran Peter Sellers, estuvo casi tanto tiempo en cartelera en los cines de Caracas como Emmanuel, con Silvia Kristel, en una sala de Champs-Elisées. En mi familia el plan de casi todos los sábados era ir al cine, y si no había una película nueva, mis hermanos y yo pedíamos volver a ver La fiesta inolvidable, la vi por lo menos veinte veces, aunque hoy solo recuerde retazos de ella.     

–¿Cuál es el mal actor (o mala actriz) cuyas interpretaciones usted, sin embargo, disfruta?  

–El personaje de Olivia Pope, interpretado por Kerry Washington, para mí es casi una caricatura. Sin embargo, no me pierdo un capítulo de la serie Scandal.

–¿Cuál fue la última película cuya proyección abandonó antes de finalizar?  

–No recuerdo haberme salido de un cine. Si acaso, me quedo dormida, sobre todo cuando mis hijos eran pequeños y los llevaba a ver películas infantiles. Pero no le doy más de 10 minutos a una película que me aburre en DVD o en televisión por cable antes de apagarla, demasiadas películas por ver para perder el tiempo viendo una película que no me interesa. 

–¿Qué es lo que en verdad no soporta en una película?

–Un mal guión, que sea un ladrillo, o demasiado tonta, o muy obvia en la manipulación de los sentimientos.

–¿Ha copiado alguna vez un modelo de vestido, un peinado, un gesto o una actitud de algún actor o actriz?

–De moda la telenovela Niña Bonita a fines de los años 80, un galán con el que salía me convenció de que me cortara el pelo al estilo Rudy Rodríguez. Seguí su consejo y renové mi look, pero por alguna extraña razón, no quedé igual a Rudy. El galán como que tampoco quedó muy convencido con el resultado, porque después de alabar mi nuevo corte, desapareció para siempre de mi vida.

–¿Cuál es la película con la que más ha llorado? 

El hombre elefante (1980) de David Lynch. Soy llorona en las películas, pero recuerdo esa en especial porque lloré desde que empezó como hasta una hora después de que terminó. Recientemente volví a ver Filadelfia (1994), de Jonathan Demme, y lloré más que la primera vez que la vi, rememorando esos años terribles en los que apareció el Sida, años en los que de sopetón se nos fue tanta gente querida.

–¿Cuál es la película que más lo ha hecho reír? 

–Mi comedia favorita es Some like it hot de Billy Wilder, conocida en Venezuela como Una Eva y Dos Adanes, también me reí mucho con Mujeres al borde de un ataque de nervios, de Pedro Almodóvar (por no confesar que jamás he reído tanto como con Airplane).  

–¿Cuál es la peor película que ha visto en su vida? 

–Películas malas he visto muchas a lo largo de la vida, pero la peor que he visto recientemente es No se aceptan devoluciones, de Eugenio Derbez, la película en español más exitosa en los Estados Unidos en los últimos tiempos, manipuladora de emociones de manera descarada. De todas maneras lloré… para no perder la costumbre de siempre llorar en las películas. 

–¿Se ha enamorado alguna vez de un actor o actriz?

–Mi amor eterno es Jeff Bridges, sobre todo tras la escena de Making Whoopi de Los fabulosos Hermanos Baker. En la vida real no recuerdo ni siquiera haber salido con un actor profesional, aunque Mariano Álvarez me encantaba porque era inteligente, talentoso y atractivo. Murió muy joven Mariano.

–¿Qué parlamento de película suele citar en sus conversaciones?

–Sé que es un cliché, pero los parlamentos de Casablanca jamás pasarán de moda, y se ajustan a cualquier ocasión.

–¿Quiénes son la actriz y el actor que más admira en la actualidad? 

–No me repongo de la temprana muerte de Philip Seymour Hoffman, creo que fue el gran actor de esta generación. Cate Blanchett y Julianne Moore suelen ser sinónimos de calidad. Siempre admiré y admiro a Al Pacino y Meryl Streep; y para mí Helen Mirren es perfecta hasta en una película tan mala como RED 2.

–¿A cuál actor o actriz no le encuentra ningún atractivo… a pesar de que su pareja y/o amigos insisten en que es lo máximo?

–Jamás le encontré atractivo a las películas de Arnold Schwarzenegger, con la posible excepción de las Terminator y True Lies.

–¿Le han propuesto alguna vez que aparezca en una película? 

–Recientemente en NY, una noche me crucé con la filmación de una película de Chris Rock. Por más que le batí la melena al director, no descubrió mi potencial.

–Cuando se lleve al cine su vida, ¿qué genero preferiría? ¿quién le gustaría que la dirigiera? ¿qué actor le gustaría que hiciera su papel? ¿qué actores y actrices quisiera que estuvieran en los otros roles? ¿cómo empezaría la película y cuál sería la escena cumbre?

–Una película sobre mi vida se parecería a una de esas películas regularzonas que ha filmado Woody Allen a partir de los años 90: con toques de drama y comedia, una que otra frase ocurrente, pero sin mayor interés. Como tantas de las películas de Allen, tras una panorámica de postales de mi ciudad (con “Vivir en Caracas”, de Yordano, como fondo musical) la película podría arrancar en una escena cotidiana, quizás hablando sobre el último capítulo de Mad Men en la cola del supermercado a la espera de ver si aparece papel toilet, aceite o café. E igual que el país de hace unos añitos para acá, la escena cumbre de esta película nunca termina en llegar.

–¿Qué película está ligada a su vida?

–El documental El espacio interior de Carlos Raúl Villanueva, de Oscar Lucien. Más allá de las razones obvias (trata de la vida y la profesión de mi abuelo), viendo en pantalla grande en la Cinemateca Nacional lo que yo daba por sentado en mi vida… la rica oralidad de mi abuela Margot… me di cuenta de que en sus anécdotas había una veta narrativa por explotar, gracias a ello germinó el proyecto del que sería mi primer libro: Margot, retrato de una caraqueña del siglo XX.

–¿Cuál es la historia que el cine nacional debe filmar cuanto antes?

–Un episodio que siempre he pensado (y no descarto la idea) podría ser una buena novela, y una mejor película, es el regreso de Teresa Carreño a Venezuela: la pasada gloria infantil de vuelta a la patria convertida en una concertista famosa aunque ya en la bajadita. A la pobre le pasa de todo. Ese episodio podría retratar bastante bien el país que todavía somos.

–¿Cuál es la única razón por la que usted no es una estrella de cine?

–Porque Ugo Ulive me desahució como actriz tras una audición en la que interpreté a Hedda Gabbler de Ibsen, todavía recuerdo sus carcajadas.

 

 

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