Ínfimo y derrocado / El Nacional, 2 – 05 – 2010

Ínfimo y derrocado

Milagros Socorro

Chávez está derrocado. No porque las supuestas conspiraciones, divulgadas a cada rato por su aparato de propaganda, sean ciertas o tengan visos de éxito. El Presidente de Venezuela está caído porque él mismo se apeó de esa condición. No la quiere. Lo restringe. Le molesta tanto como sus trajes de hace una década, pequeños para contener una humanidad en abrupta expansión.

Hace exactamente una semana, el jefe del Estado se refirió a la coalición democrática que acudía a elecciones primarias con el fin de designar candidatos a diputados. Si nos atenemos a las encuestas, las fuerzas democráticas agrupan o representan de alguna manera a la mitad de la población. Esa gran porción de la ciudadanía fue objeto de burlas y descalificaciones por parte de quien ocupa la primera magistratura, pero no la ejerce: Chávez se permitió aludir a la oposición como “los enemigos de la revolución, que son los enemigos de la Patria”; se dio el permiso de referirse a ciudadanos venezolanos como escuálidos; se mofó de los compatriotas que deben usar bastones, por su avanzada edad o por discapacidad (aseguró haber visto una cola de votantes en la que “nomás que había palos y bastones”); y fingió tener dudas acerca de si ese día se estaban produciendo las primarias de la oposición, porque, según él, no había nadie en las mesas. Es decir, frente a las cámaras de un canal del Estado, decretó la inexistencia de unos venezolanos. Los anuló. Simbólicamente, los liquidó.

Días antes se había jactado entre risas de que, aunque las primarias de la oposición no incluían máquinas captahuellas, eso no implicaba que él fuera a ignorar lo que ocurría minuto a minuto en ese proceso comicial. Y, efectivamente, a mediodía de ese domingo, mucho antes de que concluyeran las votaciones y de que hubiera cómputos oficiales, Chávez divulgó la cifra de votantes de unas de las mesas que, excepcionalmente, tenía pocos votantes hasta esa hora. Era evidente que un funcionario del CNE le había pasado la información y el “Presidente de la República” la hizo pública.

En todas esas alocuciones, el primer mandatario se refirió a un ellos y un nosotros. Esto expresado en forma explícita, no tácita ni metafórica. Para quien despacha desde Miraflores, sede de la Presidencia de Venezuela, el país se divide entre un ellos sin derechos, sin identidad como ciudadanos, sin garantías, sin acceso a las leyes ni a las instituciones, sin reconocimiento como seres humanos y sin seguridad de que podrán siquiera seguir viviendo en el país, puesto que son “enemigos de la Patria”… o viviendo, a secas, porque son “enemigos de la revolución”. Esto es, adversarios de él, dueño del país, cancerbero de la Constitución, portero adueñado de las llaves de la caja fuerte. Y un nosotros, encarnado por sus cómplices, sus seguidores acríticos y, sobre todo, unos delincuentes de grueso prontuario que han amarrado su obediencia y su destino al amo que los mantiene en la celda de los secretos que les conoce.

Quien así habla y procede no puede llamarse Presidente. No es presidente de un país quien renuncia a gobernar para la mitad de la población. Entre otras cosas, porque si esto fuera posible, se quedaría presidiendo solo a una parcialidad en franca merma. No es presidente de un país quien arremete contra un valor nacional como ha sido el respeto a los mayores. ¿Puede llamarse Presidente un individuo que ve en un bastón o una muleta una coartada para el choteo y la degradación?

La única conclusión, respaldada por innumerables hechos, es que Chávez no quiere ser Presidente. Golpista de origen y de alma, se enfila hacia sí mismo tanquetas en las madrugadas porque no quiere ser Presidente de Venezuela. Quiere ser el jefe de una montonera, el comandante de una revolución. Y en las revoluciones, como lo confirmó hace poco el ministro de Educación de Educación Superior, las leyes están suspendidas. Por eso la Constitución está derogada en la práctica, y el primer violador es el falso Presidente.

Desde luego, esta dejación de funciones y de majestad le sirve también para no gobernar: aquí no hay gobierno que ponga coto a la inseguridad ciudadana, a la inflación, al desempleo, a la crisis de la educación y la salud, a la quiebra de la producción nacional.

Aquí lo que hay es un caudillo que ayer se llamaba Presidente. Hoy se llama comandante-presidente. Mañana se llamará comandante. Y muy pronto se desdibujará en el bosque de sombras donde deambulan los dictadores.

El Nacional, 2 – 05 – 2010

9 comentarios en “Ínfimo y derrocado / El Nacional, 2 – 05 – 2010

  1. Contundente, descarnado, ojalá quienes lo lean se bajen de esa nube y vean la magnitud del problema que nos embarga ,no sigan jugando a hacer migas con el comandante y su cuadrilla de bandoleros y chupatintas

  2. En base a un Tweet hecho por Usted hoy 3/05/2010 el cual dice textualmente: "Vladimir Villegas dice, en Globovisión, que "la polarización política es enemiga de la libertad de expresión". Estoy totalmente de acuerdo", yo diría Sra. Milagros que la polarización es enemiga del país y de todo lo que él contiene.

  3. Milagros, este artículo me recuerda una sentencia que hiciera en reciente visita a nuestro país un querido amigo autoexiliado en España: "Aunque el gobierno y su grotesta propaganda lo cubren todo lo que veo es que no hay gobierno ni Estado." Es, precisamente, la falta de gobierno la que nos tiene en manos del hampa desatada; sin luz; sin agua; sin institucionalidad. Porque lo que tenemos no es un presidente es un comandante burlón y abusivo.

  4. REALMENTE COMO SIEMPRE EXCELENTE… EL ARTICULO NO TIENE DESPERDICIO……LUEGO DE RELEERLO VARIAS VECES LLEGO A LA CONCLUCION, QUE EL CANCERBERO DE LA CONSTITUCION -me gusto ese termino para el que te conte-, TIENE FECHA DE SALIDA Y EL YA LO SABE….POR UNA VENEZUELA UNIDA Y LIBRE…..

  5. SIN DUDA alguna el difunto q no descanso y por eso el mismo se suicid
    o, y los actualmente en funciones,limitados en sus capacidades «intelectuales»están sembrando acciones que ya han y están dando sus frutos PODRIDOS que comienzan a espantar a los q aún les queda algo de «olfato»

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