Perfil de Yuri Campos

Yuri Campos

 Milagros Socorro

  El presidio de Pérez, aventado de AD y depositario de todas las culpas de la organización, trae a la memoria el cautiverio de Yuri Campos, apartado de esas filas tras una escaramuza incendiaria en los recovecos del CEN. Ambos mordieron el polvo de la expulsión y otros pecados veniales en las inmediaciones correccionales de El Junquito. La crueldad adeca, es tradición, se ceba en el caído.

 Milagros Socorro

  Cada escalón que Yuri Campos ascendió en octubre de 1991 hacia la oficina de Humberto Celli, en la sede del CEN de Acción Democrática, lo estaba acercando a la muerte. Ese día, sin que ninguno de los disparos accionados en ese edifico, ni los empujones que con toda fiereza se prodigaron los militantes enfrentados, atinara en su cuerpo, las horas de su vida iniciaron una cuenta regresiva.

Un año después, exactamente el 28 de noviembre de 1992, el que fuera promisorio cuadro de relevo en las huestes del partido del pueblo yacía con el corazón destrozado en una cama del Hospital Clínico. Tras siete días de reclusión hospitalaria, ocasionada por los problemas respiratorios y de circulación que comenzaron a aquejarlo desde sus días en El Junquito, Yuri Campos Malaspina murió sin aclarar nunca quién era ese enemigo que denunciaba sin nombrar, de quién la mano destructora, una que nunca dejó de apretarlo. En su acta de defunción consta que la causa del deceso fue un infarto al miocardio.

Pero su hermano, uno de ellos que ha preferido no dar su nombre, insiste en que Yuri murió de tristeza. “De abatimiento, de no comer, de no dormir, de pasarse las noches leyendo y los días atendiendo llamadas telefónicas, muchas de la cuales traían chismes, maledicencia, más confusión”. A un año de su muerte muchos concluyen que Yuri Campos murió de AD.

 Susurrar la soledad

El 3 de octubre del 91, la fracción derrotada en las elecciones para designar al Secretario Nacional Juvenil de Acción Democrática, se cansó de solicitar una audiencia ante la Comisión Electoral Nacional de esa organización para exponer su inconformidad ante unos resultados que juzgaban amañados; y optó por dirigirse al CEN para dirimir, en el propio templo de las pasiones, el asunto en entredicho. Al frente de los soliviantados iba Yuri Campos, el candidato desfavorecido frente a Liliana Hernández, la triunfadora.

“Fuimos con la idea de secuestrar a las autoridades del partido”, me contó el propio Campos en febrero del 92, a pocos días de serle revocado el auto de detención que lo mantuvo cautivo por 77 días en el penal de El Junquito. “Nos proponíamos ponerles un parche en la boca y convocar a la prensa para presentar los recaudos que demostraban el fraude cometido en las elecciones. Era la única forma de protestar contra tanto atropello, hay que ver lo que significa echar por la borda tantos años de sacrificio porque un grupo de cogolléricos, ancianos decrépitos, está empeñado en poner allí una persona que pueden manejar como una marioneta. Cuando íbamos subiendo a las oficinas de Celli, un demente empezó a echar tiros y nos hirió tres muchachos. Ahí fue realmente donde empezaron los destrozos, porque yo perdí el control de la masa”.

Poco después Yuri Campos fue expulsado del partido donde había militado desde los doce años, y la hoguera de su infierno personal comenzó a abastecerse de leña ingente. El 8 de octubre de ese año, a cinco días de la contienda ocurrida en vísperas de la XXVI Convención Nacional de Acción Democrática, Campos entró en el consultorio de la psicóloga María Inmaculada Barrios, gesto que repetiría, según lo testimonia su historia clínica, por seis sesiones, la última de las cuales tuvo lugar en noviembre, días antes de intentar abordar aquel avión con rumbo a Alemania.

Del trato con su paciente, Barrios escribiría que: “El señor Yuri Campos, cédula de identidad 5.577.475, acudió a mi consulta presentando claros síntomas de un cuadro depresivo. Durante el curso de la primera entrevista, se ubicó como causa desencadenante del proceso, los recientes acontecimientos vividos por él en el seno del partido político en que milita. Para la fecha de la primera entrevista merecen destacarse los siguientes síntomas: tono de voz muy bajo, casi imperceptible; y sentimientos de vacío y soledad muy marcados. La sensación contratransferencial es que él había perdido para ese momento la plataforma de sustentación de su personalidad; debido a que la pertenencia política y la lucha dentro de una organización constituyen para él la fuente nutricia fundamental de su identidad”.

 Pabellón 3, letra M

El cuadro descrito por María Inmaculada Barrios no glosaría, sin embargo, el momento más dramático del paciente. El 3 de diciembre de 1991, a las 7:45 de la noche salió del Aeropuerto de Maiquetía un avión con destino a Frankfurt. Yuri Campos, anotado en la lista de pasajeros, no pudo abordarlo porque minutos antes había sido detenido por un efectivo de la Guardia Nacional que se limitó a pedirle que lo acompañara hasta el módulo de ese cuerpo en el terminal.

Esa noche el pasajero frustrado compartió una celda en la sede de la PTJ y los noticieros de televisión echaban chispas superponiendo imágenes y voceros según los cuales el joven adeco -ex adeco para el momento- había sido encarcelado por la tenencia de 180 gramos de coca que llevaba en un bolsillo de su paltó marrón.

“Pero Yuri no iba vestido con ningún paltó, ni marrón, ni azul”, aseguró Javier Río, su abogado defensor, y se desgañita aún hoy repitiéndolo. “Él llevaba un pantalón oscuro, una camisa blanca y, doblado en el brazo, un sobretodo gris, nada más.”

El caso es que a los pocos días, Campos miraba desconcertado las paredes del pabellón 3, letra M del penal del Junquito donde transcurrieron, eternos, los insomnios que caben en dos meses, 17 días. Y donde, llegado el 12 de diciembre, cumplió 30 años. Allí esperó en vano la visita de algún dirigente de Acción Democrática; cuentan sus amigos que el silencio de Héctor Alonso López lo deprimía más que cualquier otro mutismo.

“Yuri se mantuvo leal a Héctor Alonso hasta el último minuto”, rememora su hermano. “No permitía que nadie le echara en cara su abandono, su desinterés. Atribuía a la acción de los intrigantes los mensajes que le llegaban de Héctor Alonso, donde éste le decía que se olvidara del partido y que a él no lo inmiscuyera en ese paquete. El nunca creyó en la inocencia de Yuri, cosa que a mi hermano le dolía más que cualquier otra ofensa”.

 La arcilla de Betancourt

El diálogo que sostuve con Campos, tras su salida de la cárcel, fue publicado en Letra G, suplemento dominical de El Globo, en su edición del 8 de marzo de 1992. No consigné allí la impresión que me produjo aquel muchacho pálido en quien apenas si había reparado por las recientes notas de prensa. Para ser precisos, lo que me impactó fueron las reacciones que iba provocando a su paso. Nos citamos en un café en Parque Central, de donde iríamos luego a conversar en una de las oficinas del complejo. Un trayecto que normalmente consumiría diez minutos,llevó más de media hora: para mi sorpresa, la gente no lo dejaba caminar. Un aluvión de apretones, palmadas y palabras cariñosas lo escoltó hasta un ascensor cuya operadora no se inhibió de acogerlo con zalamerías. Una vez acomodado en un rincón que no abandonaría en el transcurso de la entrevista, comenzó a expresarse en un torrente incontenible. Quería decirlo todo y, aunque no fue así, -porque nunca llegó a pronunciar el nombre en el que pensaba todo el tiempo y al que se refería sin soltar- sí es cierto que contó su historia y, en su habla jadeante, se defendió sin tregua de las acusaciones.

Lo que sigue reproduce en parte el texto de la publicación:

“A los doce años fui designado Secretario del Comité Local ‘10 de marzo’, de la parroquia Maiquetía. Para esa época yo interpretaba la participación política como un ejercicio que consistía en pegar propaganda, ir a mitines, llevar mis amigos del liceo a la casa del partido. Luego fui avanzando en la estructura regional del partido cuando pasé a ser Secretario Juvenil de Maiquetía, allí comenzó una etapa muy importante para mí: la que me condujo a tomar conciencia de lo que era Acción Democrática y por qué yo estaba allí. Comencé a leer las tesis programáticas de AD. Tomé contacto con los obreros portuarios de La Guaira, la vida en esa zona es la del puerto y sus trabajadores se parecen al mar, al barco, a la descarga de productos. Todas las tardes ellos se iban para la casa de AD a hacer sus reuniones, y yo era algo así como su mascota; para mí era un orgullo que me mandaran a comprar café o un terminal. Un día, como a las siete de la noche -que era tarde para llegar a mi casa- se apareció mi mamá a buscarme y me consiguió encaramado en un escritorio donde los obreros del puerto me habían subido para que les diera un mitin y ellos reírse. Yo me tomaba mi papel muy en serio, compañeros… les decía. Había momentos en qué no encontraba qué decirles y me quedaba todo cortado; eso les hacía mucha gracia y entonces era cuando se reían a carcajadas. Me sentía uno de ellos, lo que para mí era muy importante porque pensaba que los obreros del puerto eran lo que Rómulo Betancourt llamaba arcilla del pueblo venezolano, a cuya imagen y semejanza debía construirse Acción Democrática”.

“Comencé a asistir a cursos de formación -todavía existían los cursos de capacitación para los dirigentes y militantes-. En esa época, el doctor Marco Tulio Bruni Celli era jefe de formación del partido y yo me convertí en su auxiliar en La Guaira. Con frecuencia subía a Caracas a buscar libros, periódicos… me sometí a un período de intensa formación porque consideraba que para ser dirigente debía ser capaz de justificar en forma convincente mi presencia en la organización. Pienso que el dirigente que no posea una base ideológica que lo sustente es un arribista o un interesado. Cuando un partido se convierte en vehículo para conseguir contratos y hacerse ricos, ese día pierde su esencia; y, de un compromiso de redención popular pasa a ser una vía redención económica individual. La formación para mí era vital, por lo que inicié mis lecturas acerca del marxismo, el socialismo, el socialcristianismo, y asistí a seminarios para conocer el pensamiento de otras fuerzas políticas. En 1979 gané por abrumadora mayoría la presidencia del centro del estudiantes contra las planchas de la Liga y de Copei. Esa fue mi primera contienda hacia la calle, contra otros partidos.

“La insistencia en la necesidad de formación para las generaciones de relevo en AD fue la base de mi aspiración a la Secretaría Nacional Juvenil en 1990, lo que atrajo a mucha gente, incluso a quienes no militaban en la Renovación (corriente nucleada en torno a Carlos Andrés Pérez).

“En el interín, tuve la extraordinaria experiencia de trabajar al lado de Héctor Alonso López, en el operativo Venezuela 2000, que me permitió un contacto muy estrecho con miembros del partido en los rincones más apartados del país.

“Posteriormente, vino la Convención Nacional interna, yo decidí lanzarme como candidato a la Secretaría Nacional Juvenil y tengo la íntima convicción de que gané ese proceso y fuimos trampeados con toda alevosía. Eso me golpeó duramente porque nunca pensé que se le hiciera algo tan sucio a quien, como yo, se había entregado absolutamente a Acción Democrática. Yo me proponía hacerle ver a la comunidad nacional que no todo el partido estaba contaminado. Pensé que podía organizar a la juventud para impulsar los cambios dentro de AD”.

Dentro de AD, no fuera de la organización como intentó décadas antes la juventud adeca descarriada en el MIR y perseguida luego por unas fuerzas represivas coordinadas desde el Ministerio del Interior por su titular de entonces, Carlos Andrés Pérez. Dentro de AD y no en la periferia del exiliado como Raúl Ramos Jiménez o Prieto Figueroa. Campos, diera la impresión, soñó lo imposible: transformar desde las entrañas una máquina de poder que crea sus figuras, las exprime en el camino hacia el poder y luego las lanza en el molinillo de la satanización y el ostracismo, de los cuales Pérez ha devenido metáfora tan cabal como su admirador, el muchacho del Litoral con nombre de astronauta soviético.

 “Yo tengo mis sospechas”

Nada más salir de la prisión, Yuri Campos convocó una rueda de prensa que se celebró el 28 de febrero de 1992 en la sala 3 del edificio San Martín de Parque Central. No lo confesó -probablemente no quería aceptarlo él mismo- pero lo cierto es que todo parecía apuntar a que se proponía recuperar el espacio político sin el cual quedaba suspendido en el aire. Aseguró que se retiraría a terminar sus estudios de Derecho en la Universidad Santa María y negó que aceptaría la propuesta de la Dirección Juvenil del MAS de afiliarse a sus filas, pero todo en su gestualidad revelaba al dirigente inconsolable ante el desamor de las masas, único afecto capaz de movilizarlo hacia un impulso vital.

Es reveladora la conmoción que le produjo el consejo de Adolfo Ramírez Torres, recluso en el mismo confín, quien le recomendó, al despedirse del muchacho en la cárcel, que no pensara más en AD, que ya su momento político había pasado, que se formara y pensara en sí mismo. Que olvidara. Cuentan que Yuri se levantó, lo abrazó y al volverse estaba llorando.

Sentado en el estrado de la conferencia de prensa, Campos difundió el contenido del texto preparado para la ocasión. “Fui maltratado emocional y moralmente”, decía un renglón, “como nunca pude ni siquiera imaginar y sin querer aprendí que un enemigo siempre pasa factura”.

Cuando hablé con él lo acosé constantemente para que señalara ese enemigo, para que revelara quién era “esa gente que no perdona al que se esfuerza por cambiar las cosas que hay que cambiar”. En algunas ocasiones permaneció en silencio ante estas demandas, el olor de su sudor esparcía las señas del desasosiego, parecía que iba a decidirse, pero otras tantas salió del escollo diciendo: “Noche tras noche me atormentaba preguntándome quién pudo hacerme eso. Cómo lo hicieron. De qué se valieron. Yo tengo mis sospechas. Creo saber qué fue lo que pasó, pero no puedo decirlo porque no tengo pruebas. Además, no quiero orientar mi vida hacia el cumplimiento de una venganza. Yo espero no llenarme de rencor.”

 El último golpe

El 21 de febrero del 92, el juez Saúl Ron Brasch revocó la medida del auto de detención. “Porque Campos era inocente”, vuelve el abogado Javier Río en su convicción, “porque el paltó donde estaba el supuesto paquete de cocaína no apareció por ninguna parte; porque nadie pudo probar que la prenda le perteneciera al acusado; porque fue irregular la elección de los testigos; y porque el examen toxicológico practicado en la Policía Técnica Judicial demostró que en la sangre y la orina de Campos no había rastros de drogas.”

A partir de ese día el penado quedó libre pero herido ya de muerte. Los meses que siguieron a su excarcelación se los pasó casi encerrado en la casa de su familia en La Guaira donde recibía numerosas visitas de dirigentes y militantes juveniles que también lo frecuentaron en El Junquito.

Cada vez más desanimado, según constatan sus familiares, Campos desatendió las limitaciones dietéticas que los médicos le habían prescrito y el 22 de noviembre de 1992 fue conducido por un hermano al hospital. Allí se enteró de la muerte de su amigo, el periodista Virgilio Fernández, simpatizante acciondemocratista abatido por una bala que brotó de la maraña aceitunada de La Carlota, adonde había ido en su jornada reporteril del 27, fecha de la segunda intentona golpista de ese año. “A Yuri le afectó mucho esa muerte, al punto que los médicos se inquietaron”, dice el hermano, “quién iba a decir que por algunas horas Virgilio y él serían vecinos en las salas velatorias de la Vallés”.

En un cuaderno, muy bien guardado, la familia Campos Malaspina conserva una lista de los dirigentes nacionales adecos que asistieron al funeral de Yuri. Sin omitir ninguno, el catálogo, brevísimo, recoge estos nombres: Carmelo Lauría, Manuel Peñalver, Cristóbal Hernández, Luis Ordóñez, Isabel Hernández, Humberto D’Ascoli, Antonio Ledezma, Eduardo Sánchez Verdú y Alejandro Kauffman, quien solicitó a los familiares que le permitieran donarle al caído un terreno en el Cementerio del Este.

 

14 comentarios en “Perfil de Yuri Campos

  1. Típico reportaje de periodista venezolano: no se investiga nada, solo hay declaraciones de un lado. ¿Se trató de entrevistar a los otros dirigentes que son nombrados?
    Y la conclusión es útil para abrirle paso al chavismo (me imagino que fue publicado antes de la llegada de Chávez al poder): fue AD la culpable, un partido democrático. Y el nombre de quien decía Campos era responsable sigue en el anonimato.

  2. todo esto lo sabia porque yo era parte del equipo politico de yuri, persona con un carisma como no he conocido otro y que de haber estado vivo habvria llegado a ser presidente de nuestro pais, siempre lo recordamos como un gran dirigente y un excelente estratega politico

  3. En realidad Yuri era un político de convicción con amplias virtudes. Es cierto que AD es culpable de su fallecimiento. Compartimos amplias jornadas de discusión donde intercambiamos ideas y propuestas. Este trabajo de Milagros Socorro es interesante, sin embargo hay algunos errores de lugares y personas. Recuerdo que mientras Yuri recorría el pais en autobús y pernoctaba en casas de militantes de AD, Liliana Hernández lo hacía en avión , alojándose en hoteles. Liliana siempre fue amparada por Lepage, Peñalver, Luis Emilio Rondón entre otros dirigentes nacionales. Hay que destacar que el Perecismo abandonó a Yuri, su más destacado cuadro juvenil. Se impuso el interés del dominio personal de AD por parte de algunos dirigentes. Fui amigo de Yuri y de su hermano, ambos dirigentes destacados, el primero miembro del buró juvenil de AD y el segundo dirigente estudiantil y presidente del Centro de Estudiantes del Colegio Universitario de Caracas.

  4. Gracias por expresar lo que antes nadie se habia atrevido ni siquiera a pensar y menos en voz alta. Se perdio una generacion completa, y es por eso que Chavez llego al poder, no habia relevo en AD. Nos aniquilaron a todos. Yuri era nuestra cabeza. El nombre del enemigo todos lo sabemos.

  5. Es un pasado que permanecera en nuestro futuro como Pais. Dios te recibio porque la tarea que te encomendo no dejaron que la realizaras yuri. Q.P.D.Me enseñastes muchas cosas hermano

  6. Yuri amigo siempre estaras en nuestros corazones, me sorprendio cuando publique tu foto recordando los 20 años de tu partida, los amigos de mis hijos que son jovenes de 16 en adelante comentaron tu foto, eso me dice que aun eres un dirigente que cauTivas juventudes. Amigo no te olvido siempre te recuerdo en mis oraciones.QEPD.

  7. Señora Milagro Socorro, Yuri Campos no murió de AD, eso es demasiado romántico, demasiado simple para un grande lider juvenil como él. Yuri Campos murió por la persecusión política que le hicieron, por la sirena que lo enamoró y lo engañó, murió por que los dinosaurios de AD le robaron las oportunidades,el futuro. Esos ¡son los mismos dinosaurios malditos que hoy dia odian a Capriles, son los mismos rostros señora!, ¡son la misma gente!, los mismos que no reconocen a lider Henrique Capriles Radonski, mismos que juegan sucio al «cuide» y negocian contratos con el gobierno, estan arrechos porque su tiempo se acabó.

  8. Familiares mios conocieron de la lucha de este hombre valiente, con vida privada como todo el mundo, pero no aceptado por los responsables q desde esa epoca iniciaron la existencia de un Chavez y por tanto tan responsables de acabar con Yuri como lo son con Venezuela

  9. TODO ESO ES CIERTO PORQUE YO LO VIVI. YURI CAMPOS FU ASESINADO MORALMENTE DELIBERADAMENTE. LA SANDGRE DE YURI CAMPOS ESTA EN LAS MANOS DE LUIS PIÑERUA ORDAZ, HUMBERTO CELLI GERBASI Y DE LA INDOLENCIA DEL CHICHE HECTOR ALONZO LOPEZ.

  10. TODO ESO ES CIERTO PORQUE YO LO VIVI. YURI CAMPOS FU ASESINADO MORALMENTE DELIBERADAMENTE. LA SANDGRE DE YURI CAMPOS ESTA EN LAS MANOS DE LUIS PIÑERUA ORDAZ, HUMBERTO CELLI GERBASI Y DE LA INDOLENCIA DEL CHICHE HECTOR ALONZO LOPEZ Y UN CEN COMPLICE

  11. Victima de los «dinosaurios políticos» encuadrados dentro dlas organizaciones más relevantes del país AD-COPEI y aliados circunstanciales; los mismos que provocaron la crisis política que distrajo al pueblo y provocó lo que ahora tenemos. El asesinato físico de este gran dirigente estaba precedido de su muerte moral que le impuso el statu quo. De esta manera indigna se mostraban poderosos ¿Donde estan ahorita? Los que participaron en el complot, asustados en sus residencias los que no pudieron exilarse y otros fallecidos y muertos de por vida y algunos disfrazados dentro de la «revolución» y los que menos haciendo «oposición bolivariana». Que nuestro PADRE ETERNO permita a YURY velar por nosotros, los estuvimos haciendo política creyendo para servir y fuimos excecrados como él.Tambien, que interceda por nuestros gobernantes, para que se hagan sabios y prudentes, y paren los errores.

  12. Mis inicios políticos en AD los hice con Yuri Campos en la Venezuela 2000. Conservo los mejores recuerdos de Campos y su gran capacidad política. Tenía buen manejo de grupo y dominaba muy bien la escena mediática. Se ganó su postulación con esfuerzo a diferencia de la otra candidatura: la impuesta.
    Fué lamentable como le quitaron la Secretaría Juvenil y eso dejó al descubierto, la poca voluntad de la clase dirigente de ese momento de abrir espacios a los nuevos liderazgos.
    Indudablemente que esos cuadros con amplia presencia en diversos sectores del país terminaron militando luego en el Chavismo.
    Mi afecto eterno apreciado Yuri!!!!!
    @alfredotineo

  13. Buenas noches, mi muy recordado compañero de estudio en bachillerato en el Licenciado Aranda en La guaira, y amigo Yuri CAmpos,Recuerdo cuando nos reunia en el patio central y nos convocaba ha seguir en la lucha contra las mafias del caudillo ( Alfaro Ucero ), y sus lacayos. Quisiera lograr ubicar una foto de mi amigo Yuri. Por favor quien la tenga puede enviarla a mi correo. sabre agradecerles,

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